• 02/10/2011 02:00

Celumanía

ABOGADO Y PROFESOR.. Esta adicción es algo así como fuera de propósito y que, por supuesto, el comercio ha puesto tal interés en promoc...

ABOGADO Y PROFESOR.

Esta adicción es algo así como fuera de propósito y que, por supuesto, el comercio ha puesto tal interés en promocionar, que se han olvidado del resto de las cosas que nos pueden servir, que nos pueden ayudar. Un impertinente, alguien que desagrada, pero si ostenta una novedad que nos obnubila el raciocinio con su propiedad multifacética e hipnótica. Estos sofisticados aparatos de comunicación portátil nos transportan a las plataformas siderales, al estar comunicados las 24 hora, tengamos las manos o el cuerpo ocupadas o no. Así nos consumen los días y las noches en la carga y descarga de energía para mantenernos en esta eterna vigilia.

Todo empieza con ‘HELLO’, que traducido al español debe ser ‘HOLA’, un artículo internacional utilizado como una interjección de saludo universal, que para nosotros se manifiesta en el idioma español, pero que hemos convertido en ‘HALÓ’, que debe significar como ‘halar’. Nadie hala una conversación, pero empieza el tira y hala, hasta que el otro oye que lo oyeron. La gente suelta lo que quiere sin preocuparse en averiguar si la llamada puede ser bien recibida. Otro de los asuntos graves es la pertinencia de la hora, que no debe coincidir con el desayuno, almuerzo o cena. Casi nadie se pone a pensar que en el momento que llama su receptor puede que tenga la boca ocupada, el teléfono apagado o tan lejos, como para escuchar el timbre y como un resorte responder.

Las empresas que fomentan el negocio van con los agregados de esas facilidades, como la de fotografiar, hablar el tres líneas a la vez, los correos, las mensajes, el uso manual, digital, de tacto y cada vez con más cobertura, mayor fidelidad, un sinnúmero de ofertas del llamado tiempo aire, el agregado de minutos para al mes siguiente y las tarjetas prepago dos por tres, por cuatro; lo que es mentira, porque hay que pagar un servicio por adelantado que dicen nos regalan, pero los ocupados de defendernos de la trasnacionales se la pasan detrás de los juegos de pelotas o en los novedosos lugares en los que hay petróleo en Panamá. Ojalá le encontraran un beneficio medicinal al despreocupado chumico que es tan barato y nos puede enriquecer, porque ya fracasamos con el Noni.

Tenemos el altavoz o adivinamos lo que el interlocutor responde, para llevar el hilo de la conversación fantasma. Este minúsculo aparato, codiciado por una mayoría de los seres humanos, cuya posesión nos vuelve capaz de llegar al crimen para obtenerlo con muy poca protección por parte de los expendedores, que no se ocupan más que de ofrecer dos por uno. El primero como producto de un contrato y el que sigue de prepago, con tarjetas o aparatos sofisticados para cargar con minutos para poder llamar o que nos llamen a todos los que se les ocurra.

Tenemos muchas habilidades concentradas en la avanzada tecnología, porque ahora, con los teléfonos de marca, se puede comunicar a cualquier parte. Lo dejas en silencio o simplemente que haga su alharaca en público, para que de inmediato paralice una conversación, en la que queda en ascuas el interlocutor presente, o más bien con la palabra en lo boca y en espera de que la llamada intrusa termine su curso. Normalmente ese timbre debe sonar como siete veces y si contestan al identificarse debe preguntar de inmediato si puede recibir la llamada. No es cuestión de llamar y soltar en andanadas lo que le interesa trasmitir, sin importar el estado del receptor. Igualito a lo que pasa con las llamadas perdidas que se tiran para encima pedir favores.

Los problemas por las consecuencias desmedidas con el uso público y permanente del celular, se ha tratado con superar los obstáculos de las manos ocupadas mientras se conduce un vehículo (hand free). Está prohibido en las reglas del tránsito que se hable por teléfono celular mientras se conduce. La gente lo ignora. Se producen muchos accidentes por ello. No importa, sin hay que contestar un chateo, un asunto de inusitada prioridad sobre todas las cosas.

Pero es que el necio o la necia insiste en llamar, chatear, meterle un ‘ping’, para que suene y empiezan las letanías sobre el saludo, la salud, la familia, el trabajo y el préstamo del dólar. Claro que en el medio viene el traslado de culpa, porque ‘no llamas’ o ‘no te importa’. Puede ser una ensalada de temas o una sarta de adivinanzas. Aquí las retahílas llenan la pantallita o los chistes largos y cansones con el ‘JAJAJÁ’, para al final de la teleculebrota reír con fingida carcajada de su propia genialidad. Dios valga que sea la extraña llamada de un número desconocido o la conocida perdida, reiterada la que llega inesperada.

Nosotros estamos muy lejos de reconocer este beneficio como un aliado, pero que en la práctica es más bien una enfermedad. Para cualquier mortal con uso de razón se ha convertido en una excesiva afición con estados compulsivos con ese uso móvil de comunicarse, una y otra vez, por horas inclusiva, para habla de lo mismo. Es impresionante observar en una mesa de restaurante a varias personas con los celulares en las manos lejos del grupo, pero sentados al lado. Estos portadores de noticias lo que nos están es separando de la familia, de los amigos y de todo lo que disfrutábamos antes, ahora todo es chateo.

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