• 13/12/2025 00:00

¿Conspiración al Presidente Mulino?

En los últimos días, ha salido a relucir el tema de la existencia de una supuesta conspiración que se planificó con el objetivo que el actual presidente de la república, José Raúl Mulino, no pudiese participar como posible candidato a raíz de la inhabilitación del ex presidente Martinelli, de la cual para algunos se escuchaba algo así tratándose de una sociedad pequeña donde casi no hay secretos, aunado a la forma en que se mueve la política criolla y los círculos de poder, viendo que las encuestas marcaban al ex presidente Martinelli y, posteriormente, Mulino, como los primeros.

En este sentido, si nos remitimos a la historia, desde las sombras del poder hasta los misterios del universo, siempre ha habido lo que se denomina “teorías conspirativas”, ya sea por desconfianza hacia las instituciones, la necesidad de encontrar sentido en lo inexplicable o simplemente por el atractivo de lo oculto, estas narrativas han echado raíces en el imaginario colectivo. Algunas teorías han sido inofensivas, otras peligrosamente influyentes. Algunas han sido desacreditadas con el paso del tiempo, mientras que otras siguen alimentando debates y sospechas hasta hoy, las cuales han tenido un impacto cultural, como ha sido la manipulación de gobiernos, supuestos engaños en la llegada del hombre a la Luna, sociedades secretas o incluso epidemias orquestadas, estas historias revelan tanto sobre el mundo como sobre quienes las creen.

Así, una teoría de conspiración es una narrativa que sostiene que ciertos eventos o situaciones han sido causados por un grupo poderoso y secreto con intenciones maliciosas, generalmente actuando al margen del conocimiento público y de manera coordinada. Estas teorías suelen ofrecer explicaciones alternativas a los relatos oficiales, como si fueran verdades ocultas que los poderosos no quieren que sepamos. A diferencia de una conspiración real, que puede ser comprobada con evidencia concreta, las teorías de conspiración rara vez aportan pruebas verificables. En cambio, se apoyan en supuestas contradicciones, conexiones ocultas o interpretaciones subjetivas de los hechos. Esta diferencia es fundamental: toda teoría de conspiración implica una fuerte desconfianza hacia las fuentes oficiales, las instituciones y los medios de comunicación tradicionales.

Desde una perspectiva psicológica, este tipo de narrativas puede surgir como respuesta al miedo, la incertidumbre o el deseo de control. En momentos de crisis, aumenta la tendencia a buscar culpables o patrones ocultos. También existe un componente identitario: quienes creen en estas teorías se sienten parte de un grupo que ha despertado frente a una mayoría manipulada. El avance de internet y las redes sociales ha amplificado enormemente su difusión. Este fenómeno plantea serios desafíos, no solo para el pensamiento crítico, sino también para la convivencia democrática y la salud pública.

Ahora, con la confesión pública de una abogada quien presentó en su momento una acción de inconstitucionalidad contra la candidatura del actual presidente Mulino, lo cual es totalmente legítimo dentro de un sistema democrático sólo con el peligro que conllevaba por la incertidumbre creada en su momento por el pequeño espacio de tiempo próximo a las elecciones generales, y el total silencio de varios de los actores que ella menciona, confirma la podredumbre del descontrol y el libertinaje que existe en este tipo de plataformas digitales que pareciese se utiliza más para difamar y extorsionar a personas vs la divulgación de lo que debería ser una información ética, creando en la opinión pública una distorsión de la realidad, afectando la imagen y honra de muchas personas, ya que muchas veces trabajan bajo el anonimato o simplemente vendiéndose de impolutos. Ya en los llamados Varela Leaks fueron muestra de ello.

Lastimosamente, muchas de estas situaciones quedan impunes y sólo queda en el ambiente un olor fétido a bochinche, como hiciese una alta ex funcionaria al divulgar a nivel nacional una supuesta situación sin tener la mínima certeza de un hecho, siendo irresponsable con sus declaraciones.

*El autor es abogado
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