• 14/07/2012 02:00

En rescate de nuestra nación

Los terremotos políticos que sacuden al país, causados por la intransigencia, ego manía y falta de visión nacional del presidente, nos e...

Los terremotos políticos que sacuden al país, causados por la intransigencia, ego manía y falta de visión nacional del presidente, nos están impulsando, de manera inexorable, a una posible confrontación física entre pueblo y gobierno. Las imágenes reprochables que llenaron nuestras pantallas de TV son indicaciones gráficas de la situación tenue en que nos encontramos. Tanto así que algunos sospechan, tal vez con mucha razón, que estamos en las vísperas de una explosión interna donde la mecha está por encenderse.

Sin embargo, opino que no nos debemos dejar llevar por la insensatez, la arrogancia e ignorancia de lo que es ser presidente de una sociedad democrática. Peor aún, el desprecio por aquellos quienes lo eligieron.

Aparentemente nuestro presidente se ha olvidado o tal vez nunca aprendió que ‘el Estado no es él’ y que ‘un gobernante gobierna gracias al consentimiento de los gobernados’ y, por ende, su comportamiento errático, avaricioso, patán, inmoral, y fuera de los parámetros de nuestra Constitución nos conlleva a sentir que estamos en vísperas de encontrarnos en un callejón sin salida, en el cual la única opción a nuestro alcance es la indeseable posibilidad de que el panameño continuará levantado su voz y su puño a otro panameño. Las experiencias de Nicaragua, El Salvador, Honduras, Nicaragua y el reciente golpe en Paraguay son ejemplos que debemos evitar.

Opino que no debemos dejarnos llevar por las acciones del presidente, no es darle un ‘pase’ ni implica que debemos aceptar la destrucción abierta de nuestras instituciones, de nuestras leyes, y nuestra manera histórica de resolver problemas políticos por más difíciles que estos han sido. Al contrario, aquellos que comparten la visión de un Panamá, democrático, donde reine la justicia, donde la corrupción no es la ‘cultura’ dominante, donde el gobierno busca reducir la inequidad económica ofreciendo empleo, velando por la salud y protegiendo las libertades de los gobernados; un gobierno que protege a nuestro ambiente y el palpitar nacionalista que late en el corazón de los panameños; nosotros, que compartimos esa visión, tenemos la responsabilidad y obligación moral de desafiar los deseos megalomaniáticos de aquel que erróneamente fue elegido por el pueblo.

Empero, nuestra manera de hacer conocer que el presidente carece del consentimiento del pueblo panameño tiene que reflejar los principios en los cuales creemos y no caer en la trampa contradictoria de responder en forma inmoral, pasional y antidemocrática. No podemos ser refracciones modeladas en el comportamiento de un mandatario políticamente desnudo. Tenemos que ser modelos del panameño y panameña que vislumbramos.

¿Cómo rescatar al país de la crisis que nos confronta?

Opino que solo un ciego por diseño no vería que con cada día que pasa la ‘crisis se agudiza’ y existe un temblor subterráneo. Puedo estar errado, pero eso es lo que palpo. Por ende, comparto algunas sugerencias. Para muchos serán sueños idealistas. Tal vez sea cierto, pero el ‘idealismo’ se basa en ‘ideas’ y entre las ideas que me gobiernan, además de lo ‘sagrado’ que es la vida, está la idea de que siempre debemos tratar de resolver problemas sin recurrir a la violencia.

He aquí lo que sugiero:

a) El establecimiento inmediato de un ‘Movimiento Democrático Independiente Popular Panameño de Solidaridad Nacional’, que funcionaría como un frente amplio y representativo de los intereses de nuestra nación con base raizal y regional.

b) Dicho movimiento debe reflejar los principios que aboga el pueblo sin ser partidista; es decir, reflejar una visión clara, precisa e implementable a corto y a largo plazo... ag. Democracia, Justicia, Transparencia, Ubicación política en la América Latina, reducción de la disparidad económica y la oportunidad para el avance político y cultural para todos los panameños sin distingos, de raza, etnia, religión y preferencia sexual.

c) Desarrollar e implementar estrategias —no violentos— que demuestren de manera inequívoca y palpable el deseo colectivo de nuestro pueblo para una transformación Económica, Social. Educativa y Cultural.

d) Al consolidarse el movimiento se invitaría al presidente a un conversatorio, en la cual se le presentaría una serie de propuestas y una agenda de ‘rescate nacional’.

e) El tono y el carácter del conversatorio serían de civilidad y respeto mutuo.

El idealismo que me arropa me indica que, si en realidad deseamos resolver nuestro problema nacional sin derramamiento de sangre, entonces, panameños, nacionalistas, amantes de la democracia, y creyentes en lo sagrado de la vida podrán encontrar una solución de satisfacción mutua, que coloque al país sobre una senda de progreso irrefutable.

El pragmatismo, la perspicacia política y mi conocimiento del ser humano también me indican que, por una multiplicidad de razones, es improbable, aunque posible, que logremos lo sugerido. Asumiendo sin embargo, que el movimiento logre establecerse e invita al presidente al conversatorio y este decide ignorar la invitación y así incendiar y agravar la situación, entonces el movimiento haría un llamado a nivel nacional para tres días de ausencia nacional, durante los cuales ningún panameño asistiría a su empleo, a nivel gubernamental o privado, ni aparecerían en nuestras calles paralizando al gobierno.

La invisibilidad del pueblo reducirá la posibilidad de ser víctimas de atropellos policíacas. Los tres días, creo yo, serían tiempo suficiente para que el presidente recapacite y asista al conversatorio y así, respetando las leyes de la nación y en un espíritu conciliatorio entre panameños y gobierno, intentar resolver la crisis nacional.

A mi juicio, la situación es tan grave que me es casi imposible visualizar la senda en la cual marchamos.

DOCENTE UNIVERSITARIO Y ESCRITOR.

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