• 07/08/2013 02:00

Hacia una cultura nacional

Como ‘puente del mundo y corazón del universo’; para bien o para mal, nuestra patria, Panamá, recibe un bombardeo cultural que a veces h...

Como ‘puente del mundo y corazón del universo’; para bien o para mal, nuestra patria, Panamá, recibe un bombardeo cultural que a veces hace peligrar la propia índole nacional ante el espejismo de lo novedoso y cosmopolita.

En muchas ocasiones, somos indiferentes ante la pérdida de nuestros valores culturales —musicales, literarios, folklóricos, entre otros—, porque esa penetración extraña (por ejemplo, en la música) ha domesticado el gusto de nuestro pueblo a través de los medios masivos de comunicación: la radio, los discos, los diarios y más que todo, por la televisión.

Hay un mito popular que nos han inculcado y es que lo panameño es de menor categoría que lo extranjero, por aquello de que los países que se consideran del ‘primer mundo’ nos han colonizado culturalmente y lo nuestro ha de ser, por fuerza, inferior.

Esto no es cierto. Y lo demostramos en cada paso que damos, en cada pensamiento que expresamos y en cada acción que tomamos. Nosotros tenemos nuestros valores folklóricos, literarios y musicales que no tienen nada que envidiar a los de los otros países, por muy de primer mundo que se consideren.

Si bien es cierto que ‘nadie es profeta en su propia tierra’, los panameños hemos apren dido, en los últimos tiempos, a apreciar lo nacional, gracias a funcionarios progresistas que han comprendido la importancia de resaltar lo nuestro, a pesar de las fuertes presiones del extraño y de la sinuosa penetración cultural que nos avasalla por doquier.

Personajes como los Sinclair (padre e hija), Alberto Galimany (con su ‘Capricho Típico Panameño’), Danilo Pérez, Rogelio Sinán, Rubén Blades, por mencionar apenas algunos de los muchos que hoy forman la vanguardia de lo que neutralizará esa influencia foránea que no rechazamos, pero que sí debemos seleccionar, apoyando lo nacional en todas sus facetas.

¿Qué hacer? Sugerimos que las mal llamadas ‘bandas de guerra’ de las escuelas se cambien a ‘bandas de música’, las cuales darían retretas en los parques de la capital y el interior con un programa variado, que incluyera tanto música clásica ligera como folklórica panameña. Igualmente, pueden hacerse exposiciones en lugares como bancos, empresas oficiales y recitales, o tal vez obras de teatro o conciertos en conchas acústicas construidas para tal fin.

También se pueden organizar concursos, juegos florales municipales o nacionales en los diferentes aspectos de lo creativo, al igual que exposiciones, conferencias y otras actividades para propiciar el amor hacia lo panameño sin menospreciar el Arte universal.

Hay que lograr, con un programa verdaderamente nacionalista en las escuelas, en el hogar y en la calle, que en cualquier lugar del mundo podamos repetir con orgullo y sobrada razón, el conocido lema: ‘Mi nombre es Panamá’.

ESCRITOR, POETA Y PROFESOR DE ESPAÑOL.

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