• 18/09/2013 02:00

Bajo los puentes

Las piernas cuelgan en la penumbra que llena el espacio bajo el puente. A un lado, se yergue el nuevo edificio de la Asamblea Nacional y...

Las piernas cuelgan en la penumbra que llena el espacio bajo el puente. A un lado, se yergue el nuevo edificio de la Asamblea Nacional y cuando la oscuridad del ocaso arropa el cielo, empuja su esquelético cuerpo y salta al piso para iniciar la ruta en busca de algún alimento. Si es fecha, se acerca a las inmediaciones del mercado de Calidonia, donde incansables y solidarios brazos le brindarán un poco de calor con algún plato.

Si no hay esa posibilidad, entonces habrá que recurrir a otra forma para procurar un mendrugo que calme los retortijones en el estómago y que con tanto tiempo de acalorado rumor de los vehículos, han alborotado la fatiga.

La construcción de facilidades para acelerar el tránsito vial en la urbe capitalina, crea un nuevo panorama con túneles, pasos y desniveles que buscan hacer un tráfico más racional y que responda a las necesidades de la población; pero han generado otro tipo de problema de implicaciones humanas. Debajo de cada uno de esos improvisados albergues, se instala un menesteroso que organiza su vida a partir de ese pequeño espacio que le sirve de resguardo.

Paradójicamente, cuando creemos que estamos en el dintel de resolver una situación y cambiar las estructuras, aparece un inédito conflicto social, del que no se tenía noción.

Los ‘clochards’, vagabundos que deambulan en París y otras capitales, que viven bajo los puentes en los principales ríos urbanos, constituyen una imagen que pertenece a otro confín y revestida de toda una aureola de romanticismo y hasta de insinuación e inspiración literarias.

Son escenas dignas de los textos poéticos tan antiguos como el retrato que hacen y que están impregnadas de un profundo sentido nostálgico. El poeta Rimbaud, el dramaturgo Genet, hicieron de estos personajes, protagonistas de sus historias en la capital gala.

‘París es una ciudad literaria y no hay nada más novelesco que el hambre y el frío’, afirma un artículo sobre el libro de Jean-Paul Clébert París insólito, que describe la vida vagabunda en estas condiciones. Él traza un retrato y luego de su vigilia de doscientas noches con sus días, concluye, ‘París es inagotable. Tras recorrerlo en todas direcciones, sentirlo por sus poros y sus vísceras, solo es posible conocer su exterior, su rostro de diario’.

En la obra de Martín Rheinheimer Pobres, mendigos y vagabundos, la supervivencia en la necesidad (1540-1850), se analiza históricamente el fenómeno y cómo nació el movimiento de ellos, que en la actualidad alcanzan en esa capital, entre 12 y 15 mil personas, afectadas sobre todo por las crudas condiciones inv ernales.

Un proyecto reivindica en la actualidad que los ‘destechados’, tengan una opción más digna con la donación de carpas para que dejen de dormir bajo los puentes y con fogones y sanitarios portátiles, puedan vivir en mejores condiciones.

Acá en Panamá, el problema apenas empieza porque los residentes bajo estas estructuras civiles no tienen una importancia numérica notable. Bajo el cruce de Martín Sosa y vía Bolívar, a un costado del recinto parlamentario y el encuentro de las vías de los Mártires y Omar Torrijos Herrera, sobre los ríos Matasnillo cercano al edificio inteligente en calle 50 o Curundú y en otros puntos en la ciudad, se repiten estas escenas patéticas.

Sin embargo, este panorama, casi subterráneo, suele aflorar cuando las subsecuentes condiciones socioeconómicas son difíciles de remediar y suponen un esfuerzo en la gestión municipal y en los gobiernos locales de complicada tramitación. Hay que brindar una atención ahora cuando todavía son males menores y su solución es aún posible.

PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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