• 26/09/2013 02:00

¿A dónde se fue nuestro castellano, ministra?

Con una frase tan de estos tiempos como ‘¿Qué sopá ministra Lucy?’, imaginamos que muchas veces ha sido recibida nuestra ministra de Edu...

Con una frase tan de estos tiempos como ‘¿Qué sopá ministra Lucy?’, imaginamos que muchas veces ha sido recibida nuestra ministra de Educación. Y esto es lo que realmente nos preocupa, ¿cuándo en Panamá se dejó de hablar correctamente el castellano?, ¿cuándo y quienes implantaron esa moda tan de mal gusto y que como una epidemia voraz ha llegado a infectar todos los estratos del país, niños, jóvenes y viejos?

Los panameños siempre hemos tenido una muy particular forma de ser, somos extrovertidos, dicharacheros y hasta mal hablados en algunas ocasiones o al menos algunos sabemos dónde serlo, pero lo que viene ocurriendo con ‘nuestro’ español es ya vergonzoso y de terror, el ‘que sopá’ (como saludo), ‘entonces manito’ (como reclamo), ‘sí o que, viejo’ (como afirmación) son solo una muestra de los nuevos términos incorporados al ‘Diccionario de la Academia de la lengua mal hablada’ y que se escuchan por doquier, solo preste atención a su entorno y verá.

En los años 70’s y 80’s escuchábamos con complacencia y hasta embebidos en las radioemisoras a locutores y comentaristas, cual verdaderos cultores del lenguaje, con una perfecta dicción y respetuosos de la audiencia; igualmente recordamos al entonces ministro de Gobierno y Justicia de la época, Juan Materno Vásquez, que, además de ser un excelente y destacado orador, desarrolló una campaña masiva a nivel nacional sobre la defensa de nuestro idioma, no solo cerró el paso a todo anuncio escrito en inglés, sino que apostó a la correcta utilización del castellano, y se hablaba bien, bastante bien, diría yo.

Hoy en día, solo hay que encender la radio para escuchar gritos y vulgaridades de mal llamados locutores, que sería interesante investigar si son poseedores de una licencia o autorización concedida por una institución universitaria que les autorice a hacer uso de los micrófonos, y ni hablar de las letras de las canciones que promueven dando un muy mal ejemplo a nuestros niños y profundizando —si no es que son el génesis del problema—. ¿Acaso ya no existe una Junta de Censura que ponga coto a todos estos exabruptos y que la sexualidad explícita no sea ventilada sin recato?, que hay de una autoridad competente que pueda decir basta ya a estos desaciertos. Si no hacemos algo de inmediato, en un año tendremos una ciudad ultra moderna con vías de acceso y transporte del primer mundo, pero con una educación por el suelo, porque cuando mal se habla, la educación es la responsable.

Señora ministra, usted ha logrado en su gestión desarrollar planes interesantísimos, que esperamos disparen nuestra educación a otra dimensión, por lo menos, a mediano plazo y créame que, si esto sucede, tendrá el beneplácito y el agradecimiento de cientos de miles de padres de familia, que estamos preocupados por el futuro de nuestros hijos y que sabemos que por ser ellos máquinas de absorción, lo malo no puede ser más que lo bueno; un o una joven que bien se expresa será un panameño o panameña con un mundo a sus pies.

Lucy, apóyese en panameños capacitados y preocupados, pero sobre todo con voluntad para rescatar las buenas costumbres y el adecentamiento del lenguaje; la creación de mesas de trabajo sobre el tema en específico y que deriven en comisiones, campañas y una Cruzada Nacional, es urgente e imperativo. Usted tiene una oportunidad preciosa para pasar a la historia como una de las mejores ministras de Educación de este país, no la desaproveche.

GESTOR DE ACTIVIDADES Y MARKETING CULTURAL.

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