• 13/10/2013 02:00

El abogado del diablo

Esta aproximación periodística a la biografía de JACQUES VERGES requiere alguna advertencia previa, ya que cualquier juicio ‘a priori’ d...

Esta aproximación periodística a la biografía de JACQUES VERGES requiere alguna advertencia previa, ya que cualquier juicio ‘a priori’ de él se presta a ensombrecer su vida y puede inducir al error de proyectar una imagen del protagonista de este escrito, que desvirtuaría inevitablemente lo que fue. De ahí que no quiero acudir a aportes de su vida con voluntad incriminatoria ni con voluntad exculpatoria. Su vida aparatosamente sensacionalista que lo rodeó, me obliga a advertir esos riesgos.

¿Quién fue en realidad JACQUES VERGES? ¿Aceptado por todos? ¿O recelado por todos? ¿Fue Verges un aventurero? ¿Un revolucionario? No pretendo etiquetarlo. Para descifrar la incógnita de su figura, les expongo a los lectores, a fin de ilustrarlos, rasgos y huellas que lo caracterizaron.

Nació el 5 de marzo de 1925 en Tailandia y muere de un infarto en Paris recientemente, en una recámara con vista al Museo de Louvre, el 15 de agosto de 2013, a la avanzada edad de 88 años. Residió en Francia y poseía la doble nacionalidad, tanto francesa como algeriana. Estudió Derecho en la Universidad de Paris y fue conocido como el abogado que representó criminales de guerra, terroristas y militantes, tanto de izquierda como de derecha. Con su esposa, de nacionalidad algeriana y de nombre DJAMILA BOUHIRED, tuvo varios hijos. Su padre, francés, RAYMOND VERGES, fue cónsul de Francia en Tailandia y su madre, una vietnamita, Pham Thi Khang, fue quien le inculcó desde su niñez un sentimiento anticolonialista y comunista.

Llegó a escribir su propia autobiografía que tituló; ‘EL BRILLANTE BASTARDO’; fue, además, fundador de la revista denominada REVOLUCIÓN AFRICANA. Amó la historia.

En todas sus entrevistas dio respuestas provocativas. En una ocasión que se le entrevistó y llegaron a preguntarle si defendería a George Bush. Contestó que ‘Sí lo haría, pero solo si acepta declararse culpable’. Esas eran sus salidas sensacionalistas que contribuyeron a su fama y notoriedad.

Dentro de la lista de clientes sanguinarios que defendió están ILICH RAMIREZ SÁNCHEZ (alias el Chacal), la esposa de éste, MAGDALENA KOPP; SLOBODAN MILOSEVIC (El carnicero de los Balcanes); KHIEU SAMPHAN (POL POT, líder de los Jemeres Rojos, cuyo régimen exterminó a dos millones de camboyanos); TARIQ AZIZ (mano derecha de Saddam Hussein); OMAR BONGO ONDIMBA (político y presidente de Gabón durante cuarenta y dos años), el gobernante africano que más tiempo se mantuvo en el cargo; SIMONE WEBER (La Diablesa), ama de casa francesa acusada de envenenar a su marido y cortar en trocitos a su amante.

Verges fue de sonrisa y personalidad atrevida, arrogante, siempre con un puro en la mano. Aquellos que lo conocieron expresan que fue un hombre brillante, sincero e intrigante; con un gran talento para voltear los juicios; solía quitar la atención sobres sus clientes y la dirigía sobre los fallos del sistema y las injusticias del colonialismo atacando siempre al ‘ESTABLISHMENT’.

Su primer éxito judicial lo obtuvo en 1951, cuando defendió al Frente de Liberación Nacional, grupo extremista que luchaba por la independencia de Argelia.

En el año de 1970 desapareció de la escena pública por más de ocho años. En esta ocasión abandonó a su esposa e hijos y nunca dijo dónde estuvo, durante lo que llamó ‘vacaciones’. Al retomar a su vida normal, reasumió su práctica legal.

Sería pretencioso de mi parte juzgar la trayectoria de un hombre en un periodo tan turbulento, al margen de mis conclusiones personales; todos podrán encontrar aquí elementos suficientes para forjarse un juicio propio sobre un personaje que ha suscitado en todo momento tanto recelos como simpatías e incluso elementos para reavivar polémicas.

Su funeral se realizó en la Iglesia de Santo Tomás de Aquino en la bella ciudad de Paris. Algunos de sus antiguos clientes asistieron a su funeral, como Roland Dumas (abogado y político socialista francés que ocupó la cartera de Relaciones Exteriores en el gobierno de Francois Mitterrand). Aquellos otros que no pudieron asistir a su funeral, por estar aún presos, enviaron coronas de rosas a su sepelio. Sus restos reposan en el cementerio MONTPARNASSE.

Resta saber si en la parte de su historia que falta escribir, se establecerá que su hoja de ruta por la vida está manchada por defender a innumerables criminales de lesa humanidad. Llegado ese momento, me gustaría tomar de Flaubert una frase célebre: ‘¡La torpeza es concluir!’.

ABOGADO.

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