• 29/11/2013 01:00

Floyd Britton: su madre, de 101 años, lo busca

F loyd Wendell Britton Morrison, recordaría a las siete de la mañana del día 12 de octubre de 1968, cuando fue arrestado por los jenízar...

F loyd Wendell Britton Morrison, recordaría a las siete de la mañana del día 12 de octubre de 1968, cuando fue arrestado por los jenízaros de Omar Efraín Torrijos Herrera, el día en que lo retó a que se quitara las charreteras y el arma que portaba, para resolver sus diferencias personales, de hombre a hombre, y donde le sacó en cara su cobardía por los acontecimientos en Cerro Tute.

¿Una cuenta pendiente por cobrar por la humillación hecha por un idealista ante sus subalternos y ante los manifestantes en el fragor de una discusión?

Sus últimos momentos, el día antes de su arresto, lo recuerda Guillermo Sánchez Borbón, cuando Britton se le acercó al antiguo Café Boulevard Balboa y se fueron a un aparte para decirle: ‘Están dando un golpe de Estado. Me voy a ver si organizo algo, informo. Un fuerte abrazo que, en señal de despedida, le dio Britton, antes de desaparecer para siempre’. La noche oscura de Panamá se iniciaba, donde comenzarían a desaparecer personas que todavía muchos buscan. Otros fueron asesinados, y encontrados en cuarteles de la Guardia Nacional, donde los informantes sienten el remordimiento de sus conciencias y otros, como buenos hijos de Dios, han dicho dónde están enterrados, porque llegó la hora de que esos muertos tengan un gabán con que arropar sus sueños.

Eloísa Fernández, la viuda, recuerda la mañana del 12 de octubre, cuando tres agentes del Departamento Nacional de Investigaciones, el temible DENI, se lo llevaron. Britton dijo: ‘¿Por qué a mí? ¿Por qué me vienen a buscar y a detener sin causa alguna?’.

Muchos años después, su madre, Nellie Albertina Morrison, con 101 años, mantiene la fuerza viva de poder encontrar a Floyd, una viuda y un hermano que ya murió, siguen en la búsqueda de los restos de Floyd, quien no pudo enfrentar solo a los que lo trataron con sevicia, mientras que otros observaban el espectáculo en la Isla de Coiba; era la primera vez, en la historia política de Panamá, que enviaban a la Isla Penal presos políticos.

Jack Vaughn, ex embajador de EE. UU. en Panamá, en una conversación con el suscrito en Panamá, me reiteró una conversación con Torrijos muchos años después: ‘¿Por qué habías asesinado a Britton?’ (sic) y Torrijos, según Vaughn, respondió: ‘Existen dos clases de comunistas y yo no puedo tratar con esta clase. Ellos son ideológicos y yo no puedo negociar con este tipo. No puedo hacer trato con este tipo’.

O sea, que Vaughn me confirmó lo que había referido en otras intervenciones sobre la respuesta recibida de Omar Efraín que ‘hay comunistas que se venden y otros que no se venden, y Britton no se vende’, agregándome seguidamente: ‘y este es un favor que tengo que tener en mi chicote’.

Detenidos de la Isla de Coiba recuerdan su llegada y su calvario, algo parecido al de Jesús, antes de llegar a la cruz: ‘A Britton lo mataron a batazos’. ‘Cuando el revolucionario fue atado a la cola de un caballo, para lacerar su anatomía mientras era arrastrado: ‘Lo subían desde donde estaba un pabellón, bajaban por la plaza, cogían por la playa, por el muelle, lo subían por el aserrío, por la cocina y vuelve y entraban pasándolo pa’rriba’.’ En cada vuelta, los espoliques del militarismo, le asestaban un batazo.

Recuerdan su llegada a la Isla y de los también detenidos, Álvaro Menéndez Franco, Narciso Cubas Pérez, Moisés y Rolando Carrasquilla. ‘Una calle de honor’, pavimentada de golpes y empellones, orientó el camino a las puertas del infierno. No hubo manera de quitarse de encima las patas delanteras de aquellos salvajes que atropellaron a los recién llegados a la isla.

De todos ellos, Álvaro y los hermanos Carrasquilla sobrevivirían, convirtiéndose Álvaro en un defensor del régimen de Torrijos. Fue embajador en Libia. Cubas fue asesinado en el edificio ‘Morera’, de la calle 32 del barrio de Perejil, por la Guardia Nacional, quienes recibieron la información por una delación. Cubita se identificaba como Ramón Castellanos. Su cuerpo estaba relleno de balas. ¿Quién fue el delator de la ubicación de Cubita?

Cuarenta y cuatro años después, la madre de Britton, de 101 años, busca a su hijo. Los históricos civiles y militares, seguidores del Viejo, ayuden a doña Lilia a darle cristiana sepultura a Floyd Britton, informando dónde están sus restos. Una buena acción, quizás, el día del juicio final, les ayudará en la rebaja de pena.

CPA Y EXINVESTIGADOR DE LA COMISIÓN DE LA VERDAD.

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