• 12/01/2014 01:00

La caída del Grupo Unidos por el Canal

El país se encuentra aturdido y postrado ante las denuncias de los medios acerca de la magnitud y complejidad del conflicto surgido entr...

El país se encuentra aturdido y postrado ante las denuncias de los medios acerca de la magnitud y complejidad del conflicto surgido entre la Autoridad del Canal de Panamá y su mayor contratista, GRUPOS UNIDOS POR EL CANAL, consorcio conformado por diversas empresas, entre las que se encuentran el gigante emblemático español Sacyr Vallehermoso y la italiana Salini Impregilo, que adelantan la ampliación del Canal —en medio del tsunami que los arrastra— y que han llegado a amenazar con suspender la obra en caso de no pagárseles unos millonarios adelantos, en concepto de sobrecostos descarados que rayan en lo ridículo. Por eso hubo un alivio y regocijo cuando el actual administrador del Canal mostró los dientes bien afilados, al anunciarles el rechazo a sus leoninas exigencias y recordarles las únicas causales contempladas contractualmente para poder abandonar la obra; al igual que su disposición de tomar el control del proyecto.

Sin embargo, a pesar del alivio colectivo que la postura del administrador Quijano causó, alentadora y plausible, al no bajar la cerviz, a medida que transcurre el tiempo, comienza a aparecer en este escándalo el desfile de hechos, que nos pone seriamente a reflexionar. No es tan sencillo, como aparenta ser, asumir el proyecto en caso de que el contratista lo abandone. Si bien es cierto que la conducta de SACYR e IMPREGILO ha despertado un rechazo e indignación de toda la ciudadanía; de igual forma, atemorizan las consecuencias de este anunciado desenlace. Es por ello que no comparto esos optimismos prematuros de fin del conflicto. Las repercusiones y el largo laberinto legal, podrían ser catastróficos, por ello insisto en tener dudas serias de las futuras contingencias que se puedan presentar. Esto no va a ser nada fácil, por las evidentes diferencias y los tonos desafiantes. Las expectativas de las partes pertenecen a dos mundos diferentes. Los puentes tendidos no han dado resultado. La dura realidad es otra de esto ocurrir, la Autoridad del Canal de Panamá enfrentaría un rosario de demandas y embargos que lloverán.

¿Qué certeza existe de que la empresa afianzadora suiza nos entregue de inmediato la fianza de cumplimiento? ¿Cómo haremos con las 12 compuertas faltantes de las 16 que requiere la ampliación para funcionar; si las construye un subcontratista de Impregilo por allá por Trieste? ¿Y no habrá traumatismo para continuar con la obra? ¿Quién, cuándo y qué tiempo tomarán los auditores forenses para determinar los pagos realizados y por realizar?

¿Es válido preguntarnos qué hizo posible esta situación delicada, que permitió que tan monumental exigencia se iniciara con la finalidad de saquear las arcas? ¿Por qué no hubo una reacción oportuna y eficaz frente a este intento que ha adquirido dimensión pública en nuestra vía acuática?

Finalmente sucedió lo que muchos ya habíamos advertido. Después de todo, se sabían los problemas financieros que atravesaba SACYR, mucho antes de firmar el contrato para el diseño y construcción de tercer juego de exclusas del Canal de Panamá.

Debe responderse al país la lista múltiple de cuestionamientos que reclama:

—Por el enorme monto que podría alcanzar la obra.

—Por el abierto clientelismo con que se ha actuado.

—Por las ingeniosas, sofisticadas, prolongadas y ambiciosos mecanismos utilizados para esquilmar al Canal.

—Por las irregularidades y excesos, mentiras y verdades identificadas, muchas enmascaradas, otras no reveladas.

—Por la absoluta irresponsabilidad y negligencia de adjudicar un contrato a un consorcio integrado por empresas ilíquidas y cuestionadas, que alcanzara esa dimensión descomunal.

—Por la indolencia con que fueron recibidas las alarmas que mostraban las irregularidades.

—Y, finalmente, porque fue una decisión de la GUPC lo que hizo despabilar a la ACP y dio empuje a sus argumentos.

Esperamos que no se dé al traste con el proceso de negociación, en donde veo escollos poco armoniosos. Ojalá haya humo blanco los próximos días y no permitamos que se defraude el patrimonio público. La reconstrucción de la confianza solo permitirá hallar salida a esta compleja situación.

Este mal mensaje repercute a los núcleos duros de los recintos portuarios del hemisferio, al tránsito marítimo mundial, a la imagen, el sosiego y la tranquilidad que tanto requiere el país en vísperas de unas elecciones a celebrarse a solo unos pocos meses de este año.

La expansión de el Canal de Panamá es la obra de ingeniería más importante en Latinoamérica en los últimos años, amén de ser un eslabón vital en las cadenas de suministro, a nivel global que ayuda a promover el comercio internacional entre las naciones. Su retraso afecta las oportunidades comerciales generadas, como baja en los costos de transporte y la inversión por el mejoramiento de la infraestructura portuaria realizada por los países de la región.

Ojalá, al momento de reescribir la historia del Canal, apenas haya bajado un poco la espuma de este gran fiasco nacional, no termine en que mientras unos cuentan cuánto perdieron, otros no cuenten con cuánto se quedaron. Solo ese día no podrán ocultarle al país las inconfesables mezquindades que se dieron.

ABOGADO.

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