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- 02/01/2021 00:00
'Dies irae'
Dies iræ, dies illa,/ Solvet sæclum in favilla,/ Teste David cum Sibylla!/ Quantus tremor est futurus,/ (…) / Tuba mirum spargens sonum / (…) / coget omnes ante thronum. / Mors stupebit et Natura, / cum resurget creatura, / iudicanti responsura. / Liber scriptus proferetur, / in quo totum continetur, / unde Mundus iudicetur. / Iudex ergo cum sedebit, / quidquid latet apparebit, /nihil inultum remanebit”.
Sin duda muchos de ustedes habrán relacionado estos versos con la Misa de Réquiem en re menor, K. 626, de Wolfgang Amadeus Mozart, basada en los textos latinos para el réquiem.
Estos versos, traducidos al español dicen: “¡Será un día de ira, aquel día / en que el mundo se reduzca a cenizas, / como predijeron David y la Sibila! / ¡Cuánto terror habrá en el futuro / (...)/ La trompeta resonará terrible / (...) para reunir a todos ante el trono. / La muerte y la Naturaleza se asombrarán, / cuando todo lo creado resucite / para responder ante su juez. / Se abrirá el libro escrito / que todo lo contiene / y por el que el mundo será juzgado. / Entonces, el juez tomará asiento, / todo lo oculto se mostrará / y nada quedará impune”. Y nos recuerdan que la muerte es lo único seguro que cualquier ser humano posee.
Escrito en la Edad Media, el poema nos habla de miedo y espera angustiosa. Y ese es el espíritu con el que enfrentan la mayor parte de los hombres el nuevo año, el paso del tiempo y el cada vez más cercano instante de su muerte.
Pasan los meses y los espacios vacíos en nuestras mesas se hacen cada vez más amenazantes. Entramos en el año 2022 con miedo, pisando apenas en puntillas, cerrando los ojos, creyendo que, si no miramos, el monstruo no nos ve. Y pues no, señores míos, ¿será que este año pueden los histéricos asumirlo de una buena vez?
Siguen los agoreros y las sibilas, como en el poema, anunciando cada vez más desastres, si ya hemos sobrevivido a alfa y beta, a la brasileña gamma, a la peruana lambda, a la delta, nativa de la misteriosa India, a mu, zeta, eta, theta, iota, kappa y épsilon, prepárense porque detrás de la ómicron, nombre ominoso donde los haya, estarán la pi, la ro, la sigma, a la que seguirán la tau, ípsilon, phi, chi, psi, omega, y dándole la vuelta a la tabla de Excel, regresaremos a la AA.
¿Y saben cuál es el final?, pues la Parca con la guadaña cercenando el alfabeto.
Leo por ahí a muchos diciendo, “No nos reunamos para poder abrazarnos más tarde” y yo me río a carcajadas, ¿saben por qué? Pues porque la vida no espera, ni se pausa porque ustedes tengan miedo, pendejos.
La vida es una corriente ineludible e imparable, quizás estés perdiendo la posibilidad de vivir por el miedo a morir. Quizá, cuando quieras abrazar, ya no estarás, o no estará aquella persona a quien piensas proteger, ¿proteger de qué, pobre incauto? Nos podemos morir de millones de cosas, no solo del virus de moda. Y el miedo a morir es el único miedo que tiene razón de ser, la muerte es el único monstruo que sí está en el armario, allí tenemos todos nuestra mortaja, colgada entre las camisas y los trajes.
Empieza un nuevo año, los que estamos aquí en este momento no podemos asegurar que vayamos a estar dentro de 363 días leyendo otra columna, ni yo estoy segura de estar viva para poder escribirla, porque no solo de covid se muere el hombre. Vivamos.