• 29/04/2015 02:00

¿Y las otras “salitas”?

Si alguien quiere ver una película diferente o una muestra específica en Panamá

Al finalizar la acelerada semana del IV Festival Internacional de Cine de Panamá, quise hacer una reseña para ponderar las excelentes cintas que este año vinieron a la ciudad y las múltiples posibilidades de ver el trabajo fílmico tan variado que se presentó durante esos días. Tuve la oportunidad de asistir a todas las salas y compartir con públicos de diferente naturaleza el influjo de la pantalla plateada y los productos culturales que nos trajeron los organizadores.

La experiencia de compartir con realizadores, productores, guionistas, actores y gente vinculada es una experiencia que no tiene precio —con el perdón de la tarjeta de crédito patrocinadora—. Geraldine Chaplin por ejemplo, estuvo sentada con unos niños para mirar el clásico de su padre, El circo y al finalizar dialogó con ellos y transmitió la emoción que seguramente Charlot produjo a quienes presenciaron el estreno en 1928.

Todavía no mengua el entusiasmo por el acontecimiento y leo en un diario que la Alcaldía de Panamá presenta un ciclo de cine en aquel pequeño espacio que concibió don Antonio Hassán en el edificio Hatillo que pertenece ahora al ente municipal y que denominó Cinema Arte. La información que aparece apenas en las redes sociales, constituye un hito, si se toma en cuenta que no existen locales donde se exhiba el ‘otro cine' mundial.

Si alguien quiere ver una película diferente o una muestra específica en Panamá, debe confiar en la buena voluntad de los cinematógrafos existentes en los centros comerciales. Además, atravesar esas tentaciones de mercado lujosamente iluminadas para acceder a una sala que resulta todo un reto económico, entre boleto de entrada, palomitas de maíz, comida chatarra y una bebida gaseosa, agua o té frío.

No hay otra elección. A menos, que se conozcan las propuestas frecuentes, pero no diarias como los estrenos los lunes en la noche en el restaurante Sanborns con material que proporcionan las embajadas. Además un par de sábados al mes con las exhibiciones en la Biblioteca Nacional o las que se hacen en la sala de uso múltiple de la Universidad de Panamá. El Ateneo de la Ciudad del Saber no ha continuado este tipo de presentaciones.

El cine alternativo, el circuito subterráneo o el ‘otro cine', como se le denomina en varios países del continente, son importantes para otro tipo de realizaciones. En Argentina constituyeron una forma de desahogo y también de concienciación política durante la época de la dictadura. Allí hubo un impacto de la serie de largometrajes La hora de los hornos, necesaria para la comprensión histórica de los sucesos políticos de esa nación.

En Costa Rica y en México esta respuesta paralela le brinda oportunidad, sobre todo a los jóvenes, de apreciar los trabajos que se hacen en otros confines. En la capital mexicana existen centros regentados tanto por el Estado como otros organismos no gubernamentales, donde se presenta el otro cine que proviene de diferentes latitudes y también el local, de refinada factura y aquel experimental que hacen los estudiosos del séptimo arte.

En el conjunto de Sanborns al sur del Distrito Federal, está situado un minicentro con varias salitas donde se exhibe este tipo de películas y el público puede pasar el día entre la experiencia cinéfila y la galería que pertenece a Carlos Slim, a un costado y que cuenta siempre con un amplio repertorio de exposiciones de arte.

La tarea cultural que inicia el ente cultural de la Alcaldía de Panamá, ojalá sea un proyecto que lleve el cine alternativo —no comercial— a las comunidades, como una vez quiso desarrollar el Grupo Experimental de Cine Universitario (GECU) y que contribuiría a ajustar la sensibilidad de la población panameña que tanto lo necesita.

PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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