• 18/03/2016 01:00

Lecciones que deja Gucci

Si algo abunda en nuestra historia política reciente, son pintorescas muestras de cómo los funcionarios, supuestamente, entienden las leyes 

Si algo abunda en nuestra historia política reciente, son pintorescas muestras de cómo los funcionarios, supuestamente, entienden las leyes y reglamentos a su favor.

Mochilas con sobreprecios, galletas nutricionales que no le hicieron honor a su nombre, ‘durodólares', helicópteros sumergidos con misteriosos maletines en su interior, floristas disputando terrenos públicos en Paitilla, etcétera.

Usted escoja de allí y de muchos casos más que sería largo enumerar. Sin embargo, el que nos ocupa hoy es el de ‘Gucci', ese ahora famoso perrito que se ha visto en el ojo de la tormenta, porque, supuestamente, los escoltas de una viceministra eran usados no para velar por la ahora exfuncionaria, sino por su perrito y por su derecho a pasear.

Como Dios manda.

No lo pareciera, pero tan surreal caso nos deja muchas lecciones por aprender:

1. Los dineros públicos no se deben usar para frivolidades personales: después de pasadas experiencias, la opinión pública no tolera ni siquiera la sospecha de que un funcionario esté usando recursos del Estado para pasear perros o para llevar niños a la escuela o para hacer mandados o para comprar lotería o para cualquier otra cosa por el estilo.

2. Las figuras públicas ahora están más expuestas al escarnio público: si un funcionario actúa indebidamente, o tan siquiera lo aparenta, a su alrededor hay decenas de ‘reporteros' armados de celulares inteligentes con cámaras de alta resolución, chats y redes sociales, para difundir las supuestas ‘travesuras' de esos funcionarios que no entienden que los tiempos han cambiado.

3. Ya no importa si eres culpable o no, solo importa la percepción que tengan los ciudadanos: la gente cada vez es más celosa del uso que se le dé a esos impuestos que nos descuentan a todos los panameños. No importa si el funcionario está realmente cometiendo un acto indebido: basta con la sospecha para que sea enjuiciado, sentenciado y alejado de las mieles del poder.

4. El presidente de turno no debería meter las manos en el fuego por personas que no lo merezcan: es noble que el máximo mandatario dé la cara por su gente. Sin embargo, la fidelidad del mismo debería ser, en primer lugar, para esa gran mayoría que le eligió. Ellos esperan que, ante la más mínima sospecha de mala conducta, el funcionario sea separado de su cargo, investigado y sentenciado. O restituido, si era inocente. El pueblo no quiere cacerías de brujas: quiere cero tolerancia hacia la corrupción.

5. Si no te gusta ser expuesto en los medios, no aspires a cargos públicos: reza un dicho que ‘si no sabes sonreír, no pongas tienda'. Si una persona no resiste ser cuestionada en los medios, a veces injustamente, lo mejor es que se quede en la empresa privada.

La última lección que podemos aprender de este incidente es que hasta de un encantador perrito se pueden aprender.

¿Cierto, Gucci?

GERENTE DE VENTAS.

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