• 22/03/2016 01:00

Nuevo liderazgo universitario

La fuerza renovadora de la UP perdió físicamente a una de sus connotadas dirigentes, la catedrática Josefa Herrera Urriola 

La fuerza renovadora de la Universidad de Panamá (UP) perdió físicamente a una de sus connotadas dirigentes, la catedrática Josefa Herrera Urriola, quien ejercía la docencia en el Centro Regional Universitario de Veraguas. El miércoles 2 de marzo de 2016 esta inesperada fatalidad la sorprendió al momento que organizaba una agenda de actividades del Movimiento de Renovación Universitaria (MRU) y de su Frente Femenino, de los cuales era vicepresidenta nacional y presidenta, respectivamente. Esta colega era fiel exponente del nuevo liderazgo de la renovación universitaria en formación. Estos líderes emergen cuando el Dr. Eduardo Flores Castro fue candidato único de oposición a rector en la elección de 2011 que, al perderse estrechamente, se obtuvo una victoria política.

Los nuevos actores en la vida universitaria han optado por un liderazgo con visión de futuro, colectivo, institucional, incluyente, ético y democrático participativo. Ante el fracaso de los inmediatismos e improvisaciones, se requiere una visión de largo plazo. La Universidad debe repensarse y fijarse metas por lograr en los próximos años, lo que podría formularse a través de un Plan de Desarrollo Universitario, cuyo alcance sea hasta el 2035, año del centenario.

El liderazgo colectivo significa que es compartido por muchos líderes y utiliza la consulta, consenso y voluntad colectiva. En vez del protagonismo personalista, lo que se persigue es resaltar el liderazgo colectivo de los docentes, administrativos y estudiantes. El rector ha de ser el portavoz de funcionales órganos de Gobierno democráticos. Los decanos y directores de CRU deben ser voceros de unas empoderadas Juntas de Facultades y de Centros Regionales.

El Movimiento de Renovación, concibe que por encima de las individualidades está la institucionalidad, que primero está el interés supremo de la comunidad universitaria ante cualquier fin personalista, que las autoridades son pasajeras y la institución es permanente, que jamás debe confundirse la institución con una autoridad. La exaltación individualista tiene que dar paso al liderazgo institucional de la Universidad, Facultad, Centro Regional y Extensión.

En oposición al autoritarismo excluyente, se ha adquirido conciencia sobre la prevalencia de un liderazgo incluyente. El funcionamiento de la Universidad no puede darse con la distinción entre amigos, aduladores y votantes partidarios versus enemigos, disidentes y quienes votan por otro candidato. Hay que rescatar la plena libertad de pensamiento, la libre adhesión política y el estado de derecho universitario.

Es indispensable dotarle una dimensión ética a la convivencia universitaria, de ahí que la nueva dirigencia renovadora se proclame contraria a la eterna reelección, a toda práctica clientelista y cualquier forma de corrupción. La Universidad tiene que cerrarle las puertas al clientelismo y adoptar un sistema de integridad pública, intolerable y en vigilia permanente contra el flagelo de la corrupción. Al respecto, sería saludable que durante el proceso electoral las autoridades que sean candidatos se retiren de sus cargos seis (6) meses antes de la elección, debe suspenderse el ofrecimiento de tiempo completo y toda forma de prestación que despierte sospechas de comprometer al votante.

La democracia universitaria debe reestablecerse plenamente, por eso es que el liderazgo de la renovación entiende que las autoridades al ser elegidas no reciben un cheque en blanco ni el ejercicio de la democracia se limita a votar cada cierto período. Los líderes democráticos participativos consultan, son transparentes en su actuar y rinden cuentas permanentemente. Esto implica la adopción de mecanismos institucionales de participación efectiva de los universitarios.

El miércoles 29 de junio de 2016, día de la elección del nuevo rector, decanos y vicedecanos, directores y subdirectores de centros regionales universitarios, más allá de elegir a estas autoridades estará en juego la posibilidad de empoderar a un nuevo tipo de dirigencia, que a su vez será determinante para construir un nuevo modelo de gestión y de universidad.

CATEDRÁTICO DE LA UNIVERSIDAD DE PANAMÁ.

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