• 13/09/2016 02:02

Manos de Piedra, la película

Es la vida de un singular panameño; de esos que vienen de bien abajo y logran abrirse paso en una profesión tan difícil como el boxeo

Sin ser un crítico de cine, comento que me gustó mucho la película Hands of Stone , la cual recomiendo a todos los panameños mayores de 18 años. La censura se quedó corta porque hay escenas de sexo, a mi juicio innecesarias, a las que menores no deben estar expuestos. Es la vida de un singular panameño; de esos que vienen de bien abajo y logran abrirse paso en una profesión tan difícil como el boxeo; sobre todo mantenerse a pesar de todo lo falso y superfluo con que se topan. La dirección hecha por el venezolano Jonathan Jakubowics deja muy en alto al cine latinoamericano.

El film tiene un gran significado social. Vemos a un panameño (llevado a la cámara por el venezolano Edgar Ramírez que al final termina pareciéndose hasta físicamente a Durán), que quizá ni aprendió a leer y escribir, que tuvo la oportunidad de sortear todas esas limitaciones para triunfar en su vida. Lo hizo, a pesar de las adversidades que tuvo que afrontar, y le hacen disfrutar, a diferencia de otros en el boxeo y en otras ramas del deporte, de una vida normal con su familia donde tiene todas sus necesidades satisfechas, manteniendo el respeto y la admiración de los panameños, que le celebramos sus simpáticas excentricidades.

La crítica cinematográfica en los Estados Unidos considera la cinta como rutinaria, sin el lustre de otras películas de boxeo, calificándola entre D y F; como un fracaso. Desconozco tales parámetros; me basta que la crítica local haya visto satisfactoriamente la bien lograda película. Contiene un drama profundo, cual fue la vida de triunfos y derrotas de Durán, de ser pobre a ser rico, de que algunos se aprovecharan de su inexperiencia, que con tenacidad y astucia pudo enrumbar, gracias a las personas que lo asistían como Ray Arcel (interpretada por el inmenso Robert de Niro) y Plomo Espinosa (muy bien interpretado por Pedro Pérez) y, a quienes, como su esposa Felicidad (magistralmente actuada por la cubana Ana de Armas), no lo abandonaron nunca. El papel del mecenas de Durán, Carlos Eleta (interpretado por Rubén Blades, otra gloria nacional) tuvo muy bien logrado.

Es una película de esperanza: Durán, el pobre chico que triunfó, cae y se levanta. Su entrenador Ray Arcel que lo guía y lo aconseja y, a pesar de su edad, no lo abandona. Leonard, que al final logra su amistad y lo llega a admirar y, sobre todo, su esposa Felicidad, quizá la principal víctima de la agitada vida de Durán, quien lo acompañó siempre con sus cuatro hijos.

Mejor trama difícil de encontrar. Orgullo nacional que todos debemos ver para que entendamos a un país que tiene una gran fibra humana y que vibra con gente tan valiosa al mismo tiempo tan humilde como Roberto ‘Mano de Piedra ' Durán. Su rivalidad con Sugar Rey Leonard (Usher Raymond IV lo interpretó excelentemente bien) fue a mi juicio el eje de la película, porque mostró a un Durán que supo utilizar su instinto natural para desajustar a Leonard en su primera pelea, pero no supo amoldarse a lo aprendido por este en la segunda. Estuve en la pelea de Durán en Nueva Orleans, y nunca olvidaré la permanente burla que de él hizo Leonard en los ochos rounds que duró la pelea y que, según lo que se explica en el film, fue una de las causas del abandono de Durán a seguir peleando.

Me cuentan que Durán no estuvo contento con algunas cosas de la película, como que Felicidad nunca ha fumado y la pintaron de una forma que no es. Sin embargo, a parte de esos detalles, el film, con tanto sabor latinoamericano, vale la pena porque se trata de un panameño diferente, excepcional, capaz de poner a todos a estar de su lado, como ninguno ha logrado. Ni Mariano Rivera, Rod Carew o ni ningún otro panameño lo ha hecho como él. Lo curioso es que todavía lo hace, a pesar de haberse retirado del ring hace varios años.

ABOGADO Y POLÍTICO.

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