• 11/04/2017 02:00

El Israel guerrero

 Su ‘Organización Sionista Mundial' (1897) fue la primera propulsora de sus ideas nacionalistas con gran éxito

Si bien la esencia de Eretz Yisrael (Gran Israel) se encuentra en sus raíces bíblicas, el actual Estado ( Medinat Yisrael ) tiene sus orígenes en las ideas sionistas de Theodor Herzl (1860-1904), surgidas tanto del destierro y antisemitismo milenario sufrido por los judíos como del ideario nacionalista, racista y colonialista europeo del siglo XIX. Su ‘Organización Sionista Mundial' (1897) fue la primera propulsora de sus ideas nacionalistas con gran éxito.

Esto, aunado al poder catalizador del Shoá (el Holocausto nazi) y a su breve, pero feroz guerra de independencia (1948), le han impreso un viso guerrero a Israel y su bien merecida preocupación por su integridad y seguridad territorial.

No cabe duda de que, como lección para la humanidad, este espíritu guerrero en defensa de valores inmutables y preciosos, como los que personifican el pueblo judío en su diáspora y en Israel, merecen admiración y respeto, sobre todo en el mundo occidental, por compartir los mismos ideales democráticos y culturales y como expiación de sus históricos pecados antisemitas.

Por eso la regeneración de la nación judía y su renacimiento político hace 69 años es un hito importante para la historia universal, como lo fue, por ejemplo, en América la independencia y surgimiento de nuevas repúblicas después de siglos de colonización europea y la exterminación o domesticación de sus ‘indios'.

La tragedia humana del Shoá , los siglos de persecución y discriminación contra judíos, y la presencia a su alrededor de numerosos adversarios árabes han reforzado en Israel su militancia armada en defensa propia, para poder asumir los riesgos que implica una paz duradera.

Así lo ha entendido occidente, en especial Estados Unidos (EUA), cuya contribución militar directa suma más de $100 mil millones desde 1962, sin contar la otra ayuda, también billonaria, destinada a proyectos conjuntos militares.

Estas circunstancias explican la necesidad israelí de dominar y controlar militarmente, con una fuerza superior, los territorios palestinos y sirios ocupados desde 1967, máxime si estos constituyen parte integral del Gran Israel.

Un Israel guerrero, armado hasta los dientes, respaldado por la mayor potencia militar del mundo (EUA), ha logrado derrotar a sus vecinos árabes y doblegar a su población palestina, pero desafortunadamente sin llegar a un acuerdo de paz incluyente y verdadero, quizá porque ese espíritu guerrero fácilmente se convierte en fuerza bruta que impone, pero no razona. Ninguna guerra, por más exitosa, tiene beneficios duraderos, si se basa en ese principio de ‘fuerza bruta' e ignora el sufrimiento y el más elemental sentido de justicia para sus enemigos.

Quizá la personificación más elocuente de esta táctica ha sido Ariel Sharon, iniciador de los ‘muros de hierro' y el perfecto guerrero israelí, un héroe para su pueblo, pero un verdugo para los palestinos.

Hoy más que nunca, Israel tan colmado de victorias y poderío militar, separado de sus vecinos por esos ‘muros de hierro', y con una dirigencia política obsesionada con la anexión de más y más territorios, debe mirar a sus verdaderos valores humanistas y universales para forjar una paz verdadera en esa tierra santa.

EXDIPLOMÁTICO

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