• 23/02/2018 01:02

Mi tercer año consecutivo en el Foro de Davos

‘En Davos, constaté que Panamá ha perdido el lustre de su imagen como centro financiero internacional'

He tenido el honor de asistir durante los últimos tres años al Foro Económico Mundial de Davos. Es difícil resumir la experiencia adquirida, no solo con la asistencia a los distintos eventos del Foro, sino con la observación y la evaluación de la presencia y comportamiento de los altos jefes de Estado y personalidades que allí asisten. El interés principal de este conclave, en mi opinión, es el intercambio entre líderes mundiales más influyentes en los campos de los negocios, la política, las artes y la filantropía, entre otros.

Davos es un pueblo suizo ubicado en el Cantón de los Grisones, a unos mil quinientos metros de altura sobre los Alpes suizos. Este pueblo es un complejo para esquiadores que, por una semana en enero, se transforma en el foco de atención del mundo político, empresarial y mediático.

Siendo enero uno de los meses más fríos del año en Europa, el Foro de Davos se lleva a cabo en medio de calles cubiertas de nieve con una seguridad y logística indiscutible, a pesar de lo difícil del acceso y de la necesidad de llevar vehículos con cadenas. Así mismo, los peatones nos vemos obligados a caminar con botas de nieve dentro del Centro del Congreso y los lugares aledaños en donde se llevan a cabo reuniones, almuerzos de trabajo, cenas, recepciones y demás eventos.

La expectativa de este año fue el presidente Donald Trump. Había gran expectativa desde antes del inicio del foro sobre su participación, sobre todo por el impase existente en Estados Unidos con el Senado. Finalmente, confirmó su asistencia a la clausura del evento. Muy similar fue el año pasado, con la inesperada participación del presidente Xi Jinping de China. Mientras tanto, otros jefes de Estado hacían sentir su presencia con participación en disertaciones individuales en el auditorio principal. Me refiero al presidente de Argentina, Mauricio Macri; al primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu; de Alemana, Angela Merkel; al presidente Macron de Francia; a la primera ministra de Gran Bretaña, Theresa May; y, el estadista, primer ministro Modi, de India, entre muchos otros.

Haciendo valer su presencia mediática, Trump salió al escenario con una fila de espera sin precedentes, de hombres de negocio, directores de organizaciones internacionales, ministros de Estado, embajadores, profesionales, y otros dignatarios en general. No dijo nada nuevo en su discurso, tampoco hizo referencia a temas controversiales. Se limitó a decir que su país está abierto para negocios y de lo extraordinaria que ha sido su reforma fiscal. Y por supuesto, que desde su elección el país ha crecido. Sin entrar a discutir si esto es o no positivo, Trump fue a vender la idea de los beneficios de invertir en su país, tratando de sacar ventaja a su participación en tan importante foro. Invertir en Estados Unidos, haciendo de su visita provechosa para el objetivo de Davos. Muy similar objetivo fue el de Macron, Merkel y Theresa May.

El presidente Macron se enfocó en defender la apertura de Francia como centro de negocios, pero sobre todo la importancia de la Unión Europea, haciendo eco del discurso de Angela Merkel, en sus posiciones a favor de la Unión Europea.

A Panamá, se le hizo muy difícil, frente a tantos líderes de estatura mundial, llamar la atención, a pesar de su nutrida delegación. Panamá, hizo su presentación en un panel sobre Latinoamérica en el que el único jefe de Estado del panel fue el presidente de Panamá, Su Excelencia, Juan Carlos Varela. Considero que la salida de Panamá de la lista negra, anunciada en Davos, ha debido tener la trascendencia que tuvo su inclusión. Sin embargo, lo que sí quedó claro, por parte del Comisionado de la Unión Europea, fue que la salida de Panamá está supeditada a su comportamiento y obediencia a ciertas normas y regulaciones. Me sentí como un niño que antes de pasar de grado debe pasar por un período de rehabilitación.

Davos no es el único foro internacional de este nivel, pero sí es uno de los pocos que mantiene el estatus y reconocimiento y que logra atraer anualmente a más de 60 jefes de Estado.

En Davos, constaté que Panamá ha perdido el lustre de su imagen como centro financiero internacional. Seguimos siendo, ahora, más que nunca, un Canal, con la diferencia de que antes los americanos nos dejaban jugar en su patio trasero y ahora las reglas y compromisos mutuamente acordados nos imponen muchas limitantes. A pesar del esfuerzo de la delegación panameña en Davos, el daño ocasionado a nuestra imagen como país, hasta ahora, es irreversible, lo cual nos obliga a seguir luchando para readquirir los derechos de los que nos han despojado.

LA AUTORA ES ABOGADA Y FUE EMBAJADORA DE PANAMÁ EN EL REINO UNIDO, IRLANDA E ISLANDIA Y REPRESENTANTE DE PANAMÁ ANTE LA ORGANIZACIÓN MARÍTIMA INTERNACIONAL.

‘A Panamá, se le hizo muy difícil, [...], llamar la atención, a pesar de su nutrida delegación. Panamá, hizo su presentación en un panel sobre Latinoamérica en el que el único jefe de Estado del panel fue el presidente de Panamá [...]'

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