• 01/04/2018 03:00

¿Cómo ve el mundo a los EE.UU.?

He tenido la oportunidad, gracias a Dios, de viajar mucho a distintos continentes, y he podido observar en ellos

Me he considerado siempre un gran amigo de los EE.UU. He admirado mucho su sistema político; la total independencia de la justicia (Watergate y Nixon son una clara demostración de ello); la solidez de todas sus instituciones; el balance del poder (Ejecutivo y Congreso) y la nobleza de su gran pueblo.

He tenido la oportunidad, gracias a Dios, de viajar mucho a distintos continentes, y he podido observar en ellos, con pena, muy poca simpatía hacia el país norteño.

En América Latina tenemos que hubo presidentes, como Franklin Delano Roosevelt que buscó siempre las mejores relaciones con los países de Latinoamérica y estableció la política de ‘Buena Vecindad'; el presidente Kennedy que fue el arquitecto de la ‘Alianza para el Progreso' y también de sus ‘Cuerpos de Paz' y Jimmy Carter que firmó el tratado que nos devolvió el Canal a Panamá. Siendo ya expresidente, ha sido siempre un gran defensor de la democracia en todo el mundo. Dicen sus adversarios políticos dentro de los EE.UU. ‘que fue un mejor expresidente que presidente', reconociendo así sus esfuerzos a favor de la democracia.

En Europa la animadversión a los EE.UU. es mayor que en nuestro continente. Parece que los europeos, en general, se olvidan de que gracias al ejército norteamericano y a la ayuda económica que les dio, ellos pudieron —los europeos— derrotar a Hitler y al nazismo. Después de la guerra, gracias al ‘Plan Marshall', detuvieron los avances del comunismo. Los europeos también parecen olvidar que por los EE.UU. lograron salvarse de las garras del comunismo ruso que estaban a sus puertas. No hay la menor duda de que no simpatizan con los ‘gringos', pero, por el temor que sentían por los rusos, se creó la ‘OTAN'.

Hay políticas de los Estados Unidos, como la ‘Ley Clinton', que incluyen a las personas y las arruinan sin dar ninguna explicación (aquí en Panamá tenemos el caso reciente de Abdul Waked), así mismo sucede con las visas, las dan y las quitan y sin dar dan razón alguna de las causas de sus acciones que tanto le interesan a los países y a la gente en conocer para poder tomar las acciones conducentes. Hoy día, con el presidente Donald Trump, las relaciones de EE.UU. con nuestros países pareciera que las cosas no van a mejorar, sino más bien a deteriorarse. Los latinoamericanos resentimos el tono de la dialéctica que emplea Trump contra sus dos grandes vecinos, en especial con México. Los que habitan al sur del río Grande consideramos que no solo se ha ofendido a los mexicanos sino a todos los latinos. Los EE.UU. están convirtiendo a dos grandes vecinos, que ayer eran sus mejores amigos, hoy en día en sus enemigos. La política del presidente norteamericano y su ofensivo lenguaje hace que los EE.UU. se estén aislando, cada vez más del mundo entero. Esto le ha ofrecido grandes oportunidades, que las están aprovechando, a sus enemigos ideológicos y económicos: Rusia y China.

Los dirigentes políticos norteamericanos, de hoy y del mañana, deben hacer grandes esfuerzos por disipar ese convencimiento, tan dañino como generalizado, de que EE.UU. no tiene ‘amigos sino intereses' y también que dejen de considerarse que son los ‘policías del mundo'.

Los Estados Unidos han cometido graves errores en su política exterior, pero también hay que aceptar que tienen a su favor muchos aciertos y han sido siempre los grandes defensores de los derechos humanos.

No hay pueblo más humanista y generoso que el norteamericano, por lo que se merece el cariño y admiración de todos. Por más distantes y aislados que estén los países, todos han recibido la ayuda de los EE.UU. Siempre han sido de los primeros en brindar su cooperación al país y a su gente cuando han sufrido una tragedia natural que ha dejado dolor, miseria y luto en su población. Lo triste es que los norteamericanos no han recibido de otras naciones la ayuda inmediata a sus necesidades con el huracán Katrina en el 2015 que azotó a Nueva Orleans y recientemente tampoco con el huracán María en Puerto Rico, que su pueblo, aún seis meses después del siniestro, sufre sus devastadores efectos.

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