• 20/04/2019 02:01

Coase y el tamaño de la empresa

Es un error, apuntó Coase, analizar los fenómenos económicos asumiendo que los costos de transacción no existen.

¿Por qué existen las empresas? La empresa es una organización en que las partes no negocian todas y cada una de sus interacciones, sino que hay roles asumidos, con una jerarquía de mando, en que la mayoría de las personas recibe órdenes de otras pocas, para organizar las actividades productivas. ¿Por qué en lugar de esas jerarquías no se organiza la producción de una manera más horizontal, en que cada persona que da trabajo negocie sus roles, aportes y remuneración frente al cliente?

Ronald Coase, en su clásico ensayo ‘La naturaleza de la empresa' (‘The Nature of the Firm', 1937), propuso el concepto de costos de transacción para explicar por qué en el mercado existen las empresas, en vez de que la producción social sea contratada de forma individual y puntual. Los costos de transacción incluyen, con respecto a la procuración de un bien o servicio, los relacionados con la obtención de información relevante, los relativos a la negociación de los términos para procurarse los bienes o servicios en cuestión, y los relativos al monitoreo del cumplimiento de la contraparte y de hacer valer los derechos contractuales propios en caso de controversia con la contraparte.

Pues bien, lo que la teoría de Coase sobre los costos de transacción dice es que una empresa, como organización permanente (o al menos semipermanente, que es lo mismo que permanente para los efectos prácticos estudiados aquí), permite al empresario reducir enormemente los costos de transacción frente a la alternativa de producir en un esquema de contratación individual no jerarquizada. Es un error, apuntó Coase, analizar los fenómenos económicos asumiendo que los costos de transacción no existen. Un corolario muy importante de la teoría de Coase acerca de los costos de transacción y la empresa es que a mayores costos de transacción en una determinada actividad económica —ceteris paribus—, más grandes tenderán a ser las empresas en dicha actividad. A contrario sensu , si los costos de transacción para determinada actividad económica se reducen, ello tenderá a reducir la ventaja comparativa de una empresa grande frente a una empresa pequeña, y hasta de una empresa pequeña frente a una microempresa o incluso un actor individual.

Y aquí es donde pausamos esta pequeña digresión teórica para regresar al mundo actual. ¿Qué efecto cree usted que ha tenido el desarrollo de las telecomunicaciones en general, y del Internet en particular, sobre los costos de transacción en las actividades económicas? No se requiere un PhD en Economía para saber que el costo de transar lo que sea es hoy día considerablemente menor al de hace 20 años, justamente gracias a estas tecnologías y a la compleja y rica red de plataformas que han sido creadas para facilitar, a través del Internet, la contratación de diversas actividades económicas. Amazon e eBay fueron pioneros del Internet en esto de abaratar costos de transacción, al facilitar la coordinación entre oferentes y demandantes de diversidad de cosas. Pero luego ha surgido —y siguen surgiendo— toda una serie de plataformas especializadas que han ido ampliando la capacidad de las personas para hacer negocios de toda clase. Plataformas como Uber y Cabify o las locales Asap o Appetito24, que permiten, a través de un teléfono celular, contratar servicios de transporte de pasajeros, mensajería y entregas culinarias a domicilio; plataformas como Fiverr que facilitan la provisión y obtención de servicios como diseño gráfico, programación, traducciones y otros, en cualquier parte del mundo; plataformas como Paypal o la local Cuanto, que permiten hacer pagos entre pares sin necesidad de lidiar con un oficial de banco para hacer un pago de cincuenta dólares a una persona en Chiriquí estando usted en Panamá. Los anteriores son solo algunos ejemplos.

Lo arriba esbozado apunta a una realidad insoslayable: el futuro de la actividad económica será radicalmente diferente a la realidad de los últimos 50 años, particularmente en lo referente al tamaño de las empresas y todo lo relacionado con la estructura de la contratación de actividades económicas. Esto tiene, a su vez, cruciales implicaciones para los esquemas jurídicos edificados sobre premisas que ya cada día tienen menos relevancia en el mundo actual. Comenzando por el Código de Trabajo, construido sobre un paradigma que ya ha dejado de ser y que cada vez se erige más en obstáculo frente al futuro. Sobre esto ampliaré en otro artículo.

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