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La semana pasada partió hacia la eternidad, el periodista Escolástico “Fulele” Calvo Murillo, quien ha dejado una larga y brillante trayectoria en el ejercicio del Periodismo, tuvo momentos buenos y malos por ser un defensor de los débiles, perseguidos y de los sectores populares del país.
Fulele, como todos lo conocimos, comenzó como mensajero y trabajador manual del diario La Hora, de allí entró a la redacción y luego quedó como director de este mismo periódico, fue un gran intelectual y amante de la lectura, pero sobre todo fue un hombre con una sensibilidad humana extraordinaria.
Hoy quiero testimoniar mi agradecimiento a este gran panameño y a sus hijos, pues cuando yo era un estudiante rebelde por los años 1977, 1978 llegué a la Revista MAS y Radio Tic-Tac, allí tuve mi primer trabajo en un medio de comunicación, y aprendí las técnicas de redacción y de radio con grandes maestros.
Debo mencionar que junto a Jorge Luis Calvo y Horacio Calvo destacamos en la crónica roja y en el periodismo político entrevistando a grandes figuras del acontecer nacional.
Fulele Calvo me dio la oportunidad de crecer para hacer un nombre en esta profesión, me orientó y en los momentos difíciles siempre conté con su apoyo y su mano amiga, al igual que la de sus hijos.
Hoy partió a la Casa de Dios donde compartirá su mesa, pues Fulele fue un buen hijo, un buen hermano, un buen padre y un buen amigo, que nos dejó un legado de lucha y superación constante.
Hoy le digo hasta luego a ese gran maestro del periodismo y a ese gran amigo que en su momento estuvo pendiente de mí, me aconsejo y me ayudó a superar muchos obstáculos.