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60 años después... 28 de diciembre de 2025

Se dice rápido, pero para nosotros, egresados del Instituto Nacional, en diciembre de 1965, este aniversario es la culminación de un período que representa las tres cuartas partes de la vida de cada uno de los aquí reunidos, lo cual nos confiere autoridad para decirle a la actual generación de estudiantes, que fuimos beneficiarios de una educación privilegiada, porque educación y salud eran prioridad de Estado. Que vivimos dos experiencias de gran significado político e histórico, referentes ineludibles para examinar la evolución de Panamá como Estado-Nación: el 9 de enero de 1964 y el 20 de diciembre de 1989.

Con respecto al 9 de enero, supimos interpretar, en su justa dimensión, el desarrollo de los hechos que, por virtud de los excesos, la prepotencia y la estulticia de las autoridades representativas del Estado, que ejercía derechos jurisdiccionales aquí, como si fuera soberano y sobre todo, que gracias al nivel de consciencia, alcanzado en base al conocimiento adquirido en las aulas, nos colocamos del lado de la dignidad y la coherencia histórica, como juventud informada, comprometida y decidida, que no dudó en anteponer el sueño de una patria libre y soberana, incluso a riesgo de comprometer la vida.

Que la invasión militar del 20 de diciembre de 1989 fue una iniciativa del capital financiero internacional para desmantelar el aparato militar, promovido y sustentado por ellos mismos, para endeudar al país; instrumento que una vez agotado decidieron reemplazar con la oligarquía, que a la fecha lleva 35 años haciéndoles las tareas, imprescindibles para mantener su alto nivel de consumo, a expensas del usufructo de la fuerza laboral y del Canal, cuyo aporte a la economía ni siquiera alcanza para pagar los intereses de la deuda externa, que de paso es una imposición a perpetuidad, conforme el Artículo 271 de la Constitución Nacional. Situación por demás insostenible, por su carácter neocolonial, que si la juventud estudiosa no identifica, jamás tendría capacidad para enfrentar y mucho menos, resolver. La situación es más grave que la suma de los eventos precitados, porque el escenario sociopolítico y económico es peor, dado el carácter fascista y servil del actual régimen y sobre todo por virtud de una educación desmantelada y abandonada. El desafío, por tanto, es recuperar el derecho a pensar, solo posible, a través de una lucha para restablecer la educación como prioridad y exigir así, respeto a los derechos ciudadanos fundamentales.

Hoy, con la mesura propia de los años y la prescindencia de propósitos distintos a la verdad objetiva o que riñan con la moral, afirmamos que, la educación es la vía de solución. Aunque como estudiantes, no nos percatáramos, sesenta años después, tenemos la certeza que, en el Instituto Nacional, no había profesores, la mayoría eran genuinos forjadores de conciencia, que trabajaron en equipo, con pleno conocimiento de la realidad nacional e internacional y, sobretodo comprometidos a hacer de nosotros ciudadanos de bien, defensores y garantes de la integridad del Estado nacional y con capacidad de ejercer el pensamiento crítico, hoy totalmente ausente.

*El autor es médico
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