El objetivo principal de este equipo interinstitucional, según el Ejecutivo, será gestionar la crisis social y laboral que enfrenta la provincia
- 27/12/2022 00:00
Un alcalde pedigüeño
En 1989 el propietario de los McDonald en Panamá era el abogado Richard Durling y su gerente general era Roosevelt “Lito” Thayer. Su publicista era César “Tito” Campagnani.
A finales de diciembre, tras la invasión norteamericana, fui nombrado Alcalde de la ciudad por el presidente Guillermo Endara. Los militares habían eliminado las elecciones de Alcaldes a nivel nacional para ese año, lo que se volvió a restaurar en 1994.
En los últimos años del régimen militar todo se fue deteriorando. En la capital ocurría lo mismo, ya que los pocos recursos que existían debido a las sanciones gringas y al desinterés y dejadez de las autoridades, lograban disminuir los gastos en cosas para ellos superfluas como limpiar la ciudad, mantenerla pintada, atender los parques y, lo peor, fomentando una ciudadanía totalmente apática. Encontré una ciudad sucia, afectada por los aciagos días de la dictadura y completamente afectada por los estragos del saqueo que se dio tras los infames sucesos del 20 de diciembre.
Al asumir el cargo de Alcalde a fines de diciembre existían en la entidad números rojos que difícilmente permitían cancelar la segunda semana de ese mes a los funcionarios. Me volví un Alcalde pedigüeño. La gente me ayudó muchísimo, sobre todo aportando ideas de cómo podríamos mejorar la calidad de vida en la deteriorada ciudad que nos encontramos. Quince meses después, al romperse la alianza de la Democracia Cristiana con el presidente Endara y mi consecuente salida de ese cargo, disponíamos fondos superiores a 7 millones. Salí solamente con mi maletín porque ningún pariente salió conmigo, porque no nombré a ninguno mientras estuve allí.
El primer programa que llevamos a cabo, el 21 de enero de 1990, a tres semanas de la invasión, fue llamado “Limpia tu Pedacito de Ciudad”. Movilizamos la ciudad de cabo a rabo, a través de las juntas comunales y las entidades públicas y empresas privadas que disponían de camiones, motivando a la población para recoger la basura ese domingo que celebrábamos el traslado a lo que hoy conocemos como Casco Viejo, de la ciudad destruida por la incursión del pirata Henry Morgan, el 21 de enero de 1673.
Allí es donde entra McDonald. Conocido de muchos años, acudí donde el amigo Tito Campagnani para ver si alguno de sus clientes podría regalar cuñas para publicitar el evento de limpieza. Thayer dio su aprobación y las dos televisoras pasaron los anuncios para promocionar la actividad que resultó un tremendo éxito. La ciudad, sucia por la dejadez existente de la incursión militar foránea, requería remozarse. Los donativos llovieron. Por ejemplo, Carlos Valencia nos regaló cientos de escobas para darle a la gente que se involucró en la limpieza. Alex Psychoyos, del grupo Tagarópulos, nos dio miles de bolsas para recoger la basura. La Cámara de Comercio alentó a que muchos de sus afiliados prestaran sus camiones. Los dueños de medios dieron mucho apoyo. La mística volvió a los panameños que hicieron suyo el proyecto, así como los que le siguieron: “Pinta Tu Pedacito de Ciudad”, donde las distribuidoras de pinturas regalaron muchos galones, entre esas algunas dirigidas por amigos como Chevín Morales y Tavo Méndez y, “Siembra tu Pedacito de Ciudad”, donde se activaron muchas damas y grupos de jardinería. Allí radicó el éxito de esas actividades: la comunidad participó.
Hoy, que la basura asfixia las ciudades de todo el país y que el gobierno anuncia campañas de recolección nacional para atenuar la especie de epidemia que se nos avecina sino hacemos algo, deben tener presente que tal esfuerzo solo tendrá éxito si se involucra a toda la sociedad. Con la falta de confianza que se tiene de las autoridades aquello será difícil, pero no imposible.
¿Podrán el Alcalde Fábrega y los otros Alcaldes dirigir y coordinar esta campaña de limpieza con la sociedad en general? ¿Será capaz la maquinaria gubernamental de movilizarse a nivel nacional para cooperar en este esfuerzo que tanta gente requerirá? ¿Se animarán los panameños a darse la mano con los gobernantes para culminar este loable proceso?
¿Por qué no? En los últimos tiempos, por el ensimismamiento de los gobernantes y su continua práctica de no consultar con las comunidades, la participación ciudadana se ha deteriorado, aunque hayan llamado a múltiples diálogos. Estamos a tiempo de enmendar esas fallas y por eso propongo el tercer domingo de enero del próximo año para que todos ayudemos a “Limpiar nuestro pedacito de Ciudad”.