• 09/03/2011 01:00

Combatamos a un asesino silencioso

‘ Su prueba de laboratorio ha resultado positiva’ es la frase que nadie quisiera escuchar tratándose de un tumor en nuestro organismo. E...

‘ Su prueba de laboratorio ha resultado positiva’ es la frase que nadie quisiera escuchar tratándose de un tumor en nuestro organismo. El paciente siente un rayo fulminante ante esa noticia y sus familiares se muestran incapaces de asimilar el sorpresivo golpe. Para todos comienza una lucha no imaginada: algunos con esperanzas y espíritu combativo; otros, desalentados y confundidos. Todos los problemas que hasta entonces dominaron sus vidas, las preocupaciones y ambiciones personales palidecen, pierden importancia ante la nefasta novedad. Sin embargo, es posible evitar ese trauma y, en caso contrario, hoy los avances de la medicina en muchos casos posibilitan la prolongación de la vida como nunca antes había sido posible. Siempre que todo se haga a tiempo.

A nivel mundial hace tres años se detectó un promedio anual de trece millones de pacientes de cáncer, registrándose el fallecimiento de más de la mitad de ellos. Es curioso que ese reporte indica que, en países en vías de desarrollo, la mayoría de casos y muertes se debió a la importación de hábitos característicos de países desarrollados: tabaco, sedentarismo, comida malsana. Irónico resultado del crecimiento económico que produjera incidencias de cáncer pulmonar, estomacal, cervical, mamario, hepático y colorrectal en países en vías de desarrollo. Expertos de organizaciones internacionales concluyen que no fumar, practicar ejercicios regularmente y cuidar la ingesta de alimentos producirá una notable caída en el riesgo de la enfermedad.

Nada parece indicar que en Panamá la situación pueda ser diferente. Según la Asociación Nacional Contra el Cáncer (ANCEC) en los últimos diez años acá se registra un promedio anual de 4,500 casos de cáncer y el 50% de los pacientes fallece, debido principalmente al diagnóstico tardío de la enfermedad. El Ministerio de Salud señala que los tumores malignos en los pulmones, el estómago y la cerviz constituyen los más frecuentes casos de cáncer en la población panameña. Podríamos añadir como problemas adicionales, el cáncer de piel, cuya incidencia se ha triplicado últimamente, y de próstata en los hombres.

El diagnóstico temprano y evitar hábitos malsanos —sedentarismo, mala alimentación, no protegerse contra rayos solares— son medidas totalmente dentro del control de cada quien. Todo individuo las puede observar si toma conciencia y tiene disposición para ello. El ‘humillante’ examen prostático de hombres y los incómodos exámenes de mamas y de úteros de mujeres, son sacrificios insignificantes comparados con lo provechoso de una detección temprana. La clave está en que le prestemos atención; pero, como el caso de la drogadicción, generalmente es problema de otras familias, nunca de la nuestra.

Por su lado, cuando el mal ya se ha introducido en el organismo, la medicina moderna está brindando grandes esperanzas, si la detección fuese también a tiempo. Son muchos los descubrimientos que los investigadores médicos realizan cada día; la mayoría nos resulta poco inteligible para el común de los mortales, pero son significativos. Uno reciente es el descubrimiento de cómo un daño en los genes puede ser una causa de cáncer y cómo se puede reparar ese daño, o al menos limitarlo y estabilizar sus efectos perniciosos.

La preocupación, que es compartida por varios grupos en Panamá, merece apoyo de toda la población. ANCEC y FUNDACANCER se preocupan por enfermos de escasos recursos que no pueden sufragar los costos de su tratamiento y por la prevención del cáncer de mamas, respectivamente. Las campañas de la Cinta Rosada y las de Prevención y Diagnóstico de Cáncer Colorrectal y del Prostático; la Caminata Susie Thayer; y las actividades de apoyo al Instituto Oncológico Nacional, son apenas algunas de las actividades desarrolladas para centrar la atención en el problema, en su prevención y hacia su tratamiento.

Pero no avanzaremos en la dirección deseada, mientras un machismo mal entendido evada el tacto rectal del examen de próstata o las vacuas excusas pospongan el examen de mamas o el Papanicolau, sobre todo cuando el riesgo es mayor después de cierta edad. Es imperdonable que miremos en otra dirección, como si dar la espalda alejara el peligro.

*EX DIPUTADA DE LA REPÚBLICA.

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