• 18/10/2023 00:00

Ateísmo, cristianismo, homosexualidad y la Biblia (3)

El arma dialéctica más utilizada por aquellos que invocan el “derecho a la diferencia” es ese término homofobia [...]

La última estrategia de los grupos Lgbtq+ y ateos es vociferar que Jesucristo nunca abordó el tema de la homosexualidad y el matrimonio homosexual en sus enseñanzas y sermones, insinuando que tal práctica era aceptable y de muy poca importancia para él.

Pero cualquier persona que siga esa línea de razonamiento también creería que la pedofilia, el bestialismo, el sexo infantil, el aborto, etc., son todos aceptables y de poca importancia, ya que Jesucristo tampoco los abordó en sus sermones.

Sin embargo, Jesús sí abordó el tema del matrimonio, como vemos en Mateo 5 y 19, enraizado en las enseñanzas de Génesis.

Dios, es sabido, es el autor del matrimonio, no el hombre, lo que significa que Dios es quien define el matrimonio. Ningún psicólogo, biólogo, médico, teólogo, legislador, científico, etc., tiene derecho a definir el matrimonio. Solo Dios puede, y lo hizo. Por lo tanto, el hombre no tiene ningún derecho a introducir el concepto de matrimonio entre personas del mismo sexo o cualquier otro concepto que vaya en contra del orden de la creación de Dios en Génesis.

Como cristianos estamos llamados a defender la doctrina bíblica del matrimonio y el papel del hombre y la mujer dentro del contexto bíblico del matrimonio, de lo contrario estaríamos aceptando y validando la perversión del evangelio de Dios.

Siempre habrá personas impías que interpretarán las Sagradas Escrituras de la forma que deseen para llegar a su fin deseado, porque su inmoralidad, perversión y lujuria sexual invalida las Sagradas Escrituras.

El rechazo del evangelio es una blasfemia contra Dios, porque esencialmente estás diciendo que él miente, que la Biblia no es verdad, que sus palabras, revelaciones y mandamientos son falsos. ¿Cómo puede alguien decir que ama y cree en Dios, pero abiertamente e intencionadamente desobedece sus palabras y mandamientos?

La homosexualidad, desde una perspectiva bíblica, es uno de los pecados más oneroso y devastador imaginable; sin embargo, sus activistas han logrado imponerla a gran parte de las sociedades, y han logrado que la gente se disculpe por repetir lo que Dios ha dicho al respecto, por temor a ser etiquetados homofóbicos.

Pero no existe tal cosa como homofobia o transfobia. El arma dialéctica más utilizada por aquellos que invocan el “derecho a la diferencia” es ese término homofobia, creado para callar y estigmatizar a aquellos que cuestionan la normalización de la homosexualidad.

Los grupos Lgbtq+ argumentan que su orientación homosexual es la forma en que fueron creados. Que es algo genético y que no hay ninguna moralidad asociada a ello, y que es tan inmutable como lo es la etnia o la raza.

Pero, ¿qué pasa si alguien afirma tener una orientación o predisposición genética hacia la pederastia, la violación, la violencia, la embriaguez o incluso el asesinato? ¿Eso lo haría aceptable?

Si el interés de las personas Lgbtq es el sexo homosexual, entonces adelante; pero no intenten convencer a otros para que lo sancionen, santifiquen, glorifiquen, dignifiquen y lo legalicen.

Parafraseando al decano universitario y pastor, V. Baucham, “no existe ningún estudio psicológico, biológico o de otra índole que haya demostrado una conexión genética con la homosexualidad. No hay evidencias, nada que pruebe que exista una persona que sea homosexual; hay gente que practica la homosexualidad, o que participan en la práctica que la Biblia llama sodomía, pero no hay nada en el mundo que demuestre que exista una clase o categoría de personas cuyas características biológicas o fisiológicas sean inmutables, innatas o inalterablemente homosexuales, de la misma manera que hay personas que son inalterablemente e inmutablemente negras o blancas.

Si hubiera evidencias biológicas o en los genes, se podría probar mediante una biopsia post mortem o autopsia.

Hay personas que afirman que sabían desde niños o niñas que eran homosexuales o lesbianas. Esa es una mentira ridícula, ya que para entonces ni siquiera estaban desarrollados sexualmente, ni tenían pensamientos sexuales y no sabían nada sobre orientación sexual.

Cuando es ignorada la inmoralidad, la perversión y el pecado, la conciencia y convicciones de la gente son silenciadas y uno se vuelve desvergonzado, insensato y entumecido. Cuando la conciencia se vuelve desvergonzada y sin sentido, las personas caen presa fácil de la perversión desenfrenada, y tratan de asegurar que nadie les restringe de practicar su insaciable lujuria sexual.

Estas personas rechazan a Dios, a Jesucristo y la Biblia, no por un sobrio raciocinio, sino porque no quieren rendir cuenta de sus pecados ante un juez divino ni ser sujetos a un estándar moral, por lo que se burlan de Dios y la Biblia para proteger su perversion sexual. Se oponen a las normas morales porque interfieren con su libertad sexual. Pero depende de cada persona decidir ser hijo de Dios o hijo de Satanás.

Por otro lado, aun con el rotundo y total repudio y rechazo del pueblo panameño a sus perversiones y reclamaciones sin sentido, los grupos Lgbtq+, ateos y feministas seguirán intentando colarnos un gol por cualquier medio, ya sea ilegal o inconstitucional, pero corresponde al pueblo panameño estar siempre a la vanguardia, siempre claros y firmes en sus conceptos, valores y creencias bíblicas para atajarlos por donde sea que se asoman.

Ellos ven y confían en el éxito que han tenido grupos similares en E.U.A y otros países donde han sido impuestas sus aberraciones, y piensan que algún día, o en algún gobierno que simpatice con ellos, o en una nueva Corte Suprema o Asamblea Legislativa, lograrán doblegarnos.

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