• 02/02/2023 00:00

Sin calidad ni control

“Ya hay candidaturas que deberían despertar nuestra alarma. El control de calidad es mediocre; los antecedentes de algunos candidatos están a la vista; algunos realmente repudiables”

Creo que todos sabemos que hay varias maneras de hacer las cosas: de muy bien a muy mal y entre estas categorías se acomoda el “más o menos”, que tranquiliza cuando falta esfuerzo e interés para hacer las cosas bien. Basta con echar una mirada a nuestra caótica y deteriorada ciudad, al mar, los ríos, escuelas, calles, monumentos, etc. Con ese resignado “más o menos” nos damos por bien servidos y así vamos conformándonos, porque pudiéramos estar peor. Por cobardía o cortesía, y porque es más fácil y más cómodo aceptar la mediocridad que levantar la voz para exigir mejor calidad, esta actitud la trasladamos a casi todos los aspectos de nuestra vida, servicios, productos, candidaturas políticas, etc. Exigir garantías, reclamar derechos o denunciar alguna anomalía o acto de corrupción no resulta fácil, porque nos han domesticado, hemos perdido los bríos; para sentirnos mejor están las redes sociales donde nos desahogamos tecleando nuestro descontento.

Todo esto lo medito ante los últimos acontecimientos políticos, ante lo que veo como oferta electoral. ¿Debo conformarme con los menos malos, los “más o menos”, o el “peorcito” que nos asegura que nos va a poner a vivir mejor, aunque usted sabe que el “rechinchá” (Diccionario del Español en Panamá- autora Margarita Vásquez Q.- Edición conmemorativa de la Academia Panameña de la Lengua), indica que ese candidato es saqueador impenitente, experto en “llevar agua para su molino”? Ahora bien, si se decide por alguno así, recuerde que pierde su derecho a reclamos.

Llevo semanas calibrando lo que está desfilando en el escenario para las elecciones de 2024. Y no salgo de mi asombro ante aspirantes que, por la salud del país, deberían mantenerse alejados de cargos que requieren honestidad, inteligencia, educación, ¡hasta conocimientos básicos de urbanidad! Los partidos políticos, sin duda necesarios en el sistema democrático, se apoderan de nuestro destino y no son precisamente los mejores los que nos rigen, porque, gracias a ciertas leyes electorales, tienen la sartén por el mango y facilitan presentar, con ventajas, candidaturas que servirán al candidato y al partido, no al pueblo. Los requisitos básicos para cargos de elección permiten que algunos impresentables, con oscuros antecedentes, enquistados en el poder (y curules) por quinquenios se crean capaces de gobernarnos y gracias a la falta de control de calidad, en la indigesta campaña electoral ya se observa abundancia de nefastos especímenes; esto resalta en candidaturas de diputados y por estar más enfocados en los candidatos presidenciales dejamos paso abierto a los que hacen de la Asamblea Nacional los verdaderos mandamases blindados y financiados por desniveladas leyes electorales y magistrados de dudosa imparcialidad. Aun así, las candidaturas independientes son el “cuco” de los gamonales de la política; y me refiero a los independientes de verdad, no a los miembros de partidos que a la vez se postulan como “independientes”, un contrasentido y juegavivo sin disimulos.

Pero “ahí está el detalle”, como decía Cantinflas; no somos inocentes, los elegimos y reelegimos, sabiendo que, en primer lugar, están sus intereses personales, después el partido y ¡desengáñese!, nosotros no estamos en ese cuadro. Ya hay candidaturas que deberían despertar nuestra alarma. El control de calidad es mediocre; los antecedentes de algunos candidatos están a la vista; algunos realmente repudiables. Pero cuando la realidad es amarga nos dejamos engañar por la ilusión de mejores días para no caer en el oscuro agujero de la desesperanza. Y de esa ilusión, sin los mordiscos de la mala conciencia, se sirven los mercaderes de la política. Usted y yo lo podemos impedir. Empecemos ya a ejercer control de calidad en política, a estudiar los “rechinchá”, antes de que “nos coma el tigre”.

Comunicadora social.
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