Los capturados fueron ubicados en la comarca Ngäbe-Buglé, las provincias de Veraguas, Los Santos y Panamá
- 15/12/2025 00:00
¿Cómo se relaciona la economía verde, la economía azul y la economía circular?
En un mundo donde el cambio climático y la escasez de recursos nos apremian, términos como “economía verde”, “economía azul” y “economía circular” suenan por todas partes. Pero a menudo se confunden, como si fueran lo mismo o uno incluyera al otro. Esto genera un enredo que complica las decisiones políticas y las acciones cotidianas. ¿Es la economía circular solo una parte de la verde? ¿La azul es circular, pero en el mar? En mi opinión, aclarar estas ideas es clave para avanzar hacia un desarrollo sostenible real. Estos conceptos se complementan, pero cada uno tiene su propio enfoque. La economía circular actúa como una herramienta práctica para lograr las metas de las otras dos, no como un subconjunto. Veamos por qué, de manera sencilla.
Primero, hablemos de la economía verde. Imagina que ponemos una “lente ecológica” a toda la economía: ¿cómo crecemos sin dañar el planeta? Se trata de mejorar el bienestar humano y la justicia social, mientras reducimos riesgos ambientales como la contaminación o la pérdida de biodiversidad. El énfasis está en transitar a energías limpias, como solar o eólica, y usar recursos de forma eficiente. Por ejemplo, un país que reemplaza plantas de carbón por parques solares está aplicando esto, bajando emisiones de gases. El Banco Mundial lo define como un crecimiento “eficiente en el uso de recursos, limpio y resiliente” (Banco Mundial, 2012, Inclusive Green Growth). Para una botella de plástico, la solución verde sería hacerla con materiales de plantas, no de petróleo.
Ahora, la economía circular. Aquí el foco es repensar cómo hacemos y usamos las cosas, pasando del “tomar-hacer-tirar“ a ciclos cerrados, como en la naturaleza donde nada se desperdicia. Se centra en prolongar la vida de productos mediante reutilización, reparación y reciclaje. Piensa en electrodomésticos modulares que se arreglan fácilmente o sistemas de botellas retornables que se limpian y rellenan. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) explica que busca “crear un sistema de utilización tan eficiente en la reutilización de materiales que minimice la extracción” (Sustainable Islands Platform, BID). No es solo ambiental; impulsa innovación en negocios, como alquilar en vez de comprar. Para nuestra botella, lo ideal es diseñarla 100 % reciclable infinitamente.
Finalmente, la economía azul. Esta se concentra en los océanos y costas, usando sus recursos de forma sostenible para crecer económicamente sin dañar el ecosistema marino. Incluye pesca responsable, acuicultura, turismo ecológico y energías como la eólica marina, además de combatir la contaminación por plásticos. Una comunidad que fija cuotas de pesca basadas en ciencia o instala barreras para atrapar basura en ríos es un ejemplo. CAF (Banco de Desarrollo de América Latina) promueve esto financiando proyectos para “la salud de costas y océanos, con énfasis en restauración” (CAF, 2025, Estrategia de Economía Azul). Para la botella, el enfoque azul es evitar que llegue al mar, con limpiezas y regulaciones estrictas.
En conclusión, estos modelos no compiten; colaboran. La verde busca crecimiento económico con inclusión y bienestar humano, reduciendo simultáneamente los riesgos ambientales y los escasez de recursos, centrándose en ser baja en emisiones de carbono y resiliente al cambio climático para un futuro sostenible. La azul especifica el cuidado de mares y océanos para un crecimiento económico sostenible a través del uso responsable de los recursos oceánicos y costeros, alineado con metas globales como el ODS 14 de la ONU. La circular ofrece las herramientas concretas, como ciclos de materiales, para hacerlas realidad. Por ejemplo, reciclar paneles solares (verde + circular) o plásticos marinos (azul + circular). Instituciones como el Banco Mundial, BID y CAF lo entienden así, invirtiendo miles de millones en transiciones justas.
En mi visión, diferenciarlos nos empodera: gobiernos pueden diseñar políticas integradas y empresas innovar incrementando competitividad. Solo así transformaremos la sostenibilidad de palabra de moda a realidad cotidiana.