• 19/01/2016 01:00

Élites “ordinarias” y su ascenso al poder

Hablar de élites y, además, ponerles el sombrero de ‘ordinarias', puede sonar a ultraderechas  

Hablar de élites y, además, ponerles el sombrero de ‘ordinarias', puede sonar a ultraderechas reaccionarias en el contexto de una dizque democracia representativa o participativa. —El término ‘reaccionario' se desgastó hace muchísimo tiempo. Catalogado hoy como políticamente incorrecto. Sin embargo, agobiada ante la avalancha de expertos de todo tipo —políticos, periodistas, literatos, artísticos, ‘diplomáticos' y hasta filosóficos de derechas o de izquierdas... centros campistas de todos los colores, me permitiré comentar un viejo artículo publicado un martes de octubre de 2010 en USA Today, firmado Anne Applebaum. Reacciono en algo al uso abusivo en nuestro medio del término ‘dinastía', totalmente sin sentido y hasta obsceno, históricamente hablando, dentro del contexto latinoamericano, con excepción de Brasil...

La autora se va a 1958, cuando el sociólogo y político inglés, miembro del Partido Laborista, Michael Young imaginaba una futura Inglaterra en estado de total descomposición... La institucionalidad autoaniquilada (‘the British establishment dissolved itself'), abolición de todo derecho y poder hereditarios (‘abolished all forms of hereditary power')... Acto seguido surgiría una meritocracia (término inventado por Young) basada en IQ Dentro de esta bruma onírica, los jóvenes talentos de la clase obrera, hijos de cocineras, de madres solteras, vendedores de zapatos... de telas... o empleadas domésticas, campesinos, con IQ sobresalientes entrarían así a formar parte de las élites académicas en las venerables y sacrosantas universidades. Todo lo cual levantaría consigo un resentimiento mayor al de las aristocracias destronadas por efectos revolucionarios u otros.

Las élites académicas, sobre todo en EE.UU., dirá Applebaum, han tenido la anterior espada de Damocles siempre sobre sus cabezas. Como si el IQ de los ‘pobres' fuera su decreto de muerte. En 1972, el sociólogo norteamericano Daniel Bell predijo, con gran claridad, la subida de una ‘anti-élite-educativo-populista'... Veía ya venir los ataques a las universidades, incrementando dicho paradigma educativo-populista. Se abrieron las puertas a las mujeres, minorías étnicas, aumentado así la matrícula, aún cuando se luchara desesperadamente por mantener la barra en alto, desde el punto de vista académico.

Barak Obama es el típico resultado de dicha inclusión/expansión... al igual que Michelle, su mujer. ¡El problema no son ellos...!, ¡para nada! ¡Pobres Obamas!... inteligentes, pero ¡pobres! La élite ‘republicana' verá con terror llegar a la Casa Blanca, un ejército de pobres con IQ sobresalientes, tanto como la pareja presidencial... ¡Horror de los horrores! Hijos de madres solteras, como el propio presidente, de empleadas domésticas... etc.

Applebaum se quedó corta en su pretendido análisis... La espada de Damocles tiene varios filos... Algo que ella no pudo ver, más allá de atacar al candidato Obama, recordándole sus ‘humildes' orígenes y su pobreza, desde el punto de vista familiar... Un hijo criado sin padre... de familia ‘disfuncional'... etc.

Las otras aristas no visibles vendrán a la luz al desmoronarse el mundo de la meritocracia, para abrirle paso a las tecnocracias. O, como diría Friedman, ‘making Flat the Word...'... Los espíritus de fineza, mal que bien mantenidos por las ‘élites ordinarias' se enfrentarán a un nuevo antielitismo-educativo-populista, será aquel de las formaciones tecnológicas con su corolario de universidades, institutos y parques tecnológicos, los espíritus cuadrados de los que hablaba Pascal, brotarán como hongos alucinógenos de la matriz de la academia... ‘I am not Yale or Harvard... but —Virginia / Georgia Tech... y otros, con excepción de MIT—, intentarán calar en el ‘YOU', (mi pueblo... los zapatos del pueblo... el pueblo primero... mi Panamá... etc.).

Si al ‘humilde origen' o al descarado oportunismo de todos los colores y religiones se le responde ‘So what!'..., entonces tendremos un candidato para entrar en política. Seremos testigos de una élite totalmente distinta subiendo al tinglado, con o sin diplomas, con o sin IQ sobresalientes. No importan los medios, sino llegar al poder: económico, político, cultural, religioso, deportivo... ¡pero llegar! Con el papa o sin él... Pactar con el mismo diablo disfrazado de papa si fuera preciso, pero ganar el juego, porque de eso se trata. Máxime cuando el único garante es el dinero, trabajado, heredado o... ¡robado!

Washington, 4 de enero de 2016.

FILÓSOFA Y ESCRITORA.

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