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- 28/07/2021 00:00
Empleos verdes saludables
Hablar de “economía verde” parece otro neologismo, pero su significado no es tan nuevo, ya que la economía fue la primera en colocarle un precio a los elementos naturales, al llamarles “capital natural”, en lugar de otorgarles un valor de conservación que calculase su capacidad para generar bienestar en todas las dimensiones de la vida, más que en su potencialidad como fuente de insumos y vertedero de desechos; cuyo valor permitiera gestionarla en independencia del algoritmo de crecimiento exponencial de la economía, que es más que desarrollo con algunas preocupaciones ambientales. Hasta este punto, el común denominador de lo natural es justamente lo antinatural, como resultado de su uso intensivo, muy por encima de la capacidad de recuperación de los sistemas.
Muy recientemente, transcurridos los primeros meses de la pandemia, casi milagrosamente, como si un mal mayor comenzara a develar ante nuestros ojos un bien menor, observamos con asombro una especie de respiro del planeta, por la paradójica ausencia del principal depredador, el ser humano, mientras que paralelamente algunas superpotencias con discursos adaptados discurrían en una nueva lógica de mercado, proyectando cambios en la matriz energética, producción más limpia, reducción de fuentes fósiles, denominado el “green deal”, cuyo reto proponía el reclamo sostenible del planeta que demandaba rectificar lo actuado bajo el pernicioso modelo de desarrollo basado en crecimiento económico.
Hoy, parece que no sabemos otra forma de hacer negocio, y que las fórmulas, principalmente en Latinoamérica, esperan seguir con más de lo mismo, viejas recetas económicas para nuevas realidades, como si la pandemia no hubiese pasado por acá, y que recuperar el empleo y la economía para una nueva normalidad procura leer lo nuevo que sigue dejando la sindemia, con viejos paradigmas.
La propuesta de pensar que lo sostenible es más que relaciones de mercado y del acto de pasar los elementos de la naturaleza por un proceso de pensamiento llamado “racionalidad ambiental”, nos obliga a creer que debe haber algo diferente que solo considerar las soluciones dentro del mismo paradigma económico que crece depredando el planeta.
Hoy, como iniciativa ciudadana, he colocado sobre la mesa una propuesta denominada “Sello empleos verdes saludables”, pensada en un contexto favorable para la reactivación económica de Panamá, que no es solo Gobierno, involucra Cámara de Comercio, Apede, Capac y Cciap, entre otras, y que representa la fuerza de las alianzas bajo un nuevo decreto solidario en el que el sentido de oportunidad, brindado por la pandemia, debe promover el desarrollo de empleos amigables con la naturaleza y laboralmente saludables, como elemento clave para un desarrollo de ecosistemas empresariales y productivos, premiando comportamientos sobre empleo justo y sostenible, buenas prácticas sanitarias, reducción en el uso de insumos costosos e impactos ambientales que deterioran el medio ambiente y generan riesgos en la población laboral, la cual incluye la innovación en materia ambiental, sanitaria, capacidad emprendedora e incorpora tanto tecnología por medio de ecodiseños, bajo riesgo laboral, así como todo tipo de buenas prácticas en toda la cadena de valor.
Para lograrlo, habrá que hacer las cosas de manera distinta, si esperamos resultados diferentes. La misma receta en la que todo tiene un precio en lógica de mercado, capital natural, capital social, capital humano, ya no resiste un análisis adicional, si los problemas y soluciones son pensados dentro de la lógica del modelo que produce el problema. La resistencia al cambio, como los resultados de lo actuado hablan sobre nuestra intención como nación, que es más que animales silvestres en las calles y ciudadanos en hogares enjaulados, lo verde no es una moda o un grafiti con el que se pinta la ciudad color bosque. Necesitamos el negocio verde con el que lo nuevo sea actuado bajo parámetro de conservación y no como producción mecánica para un consumo suntuoso de aquellos que pueden pagarlo como un lujoso acto de lavado de consciencia personal, y en donde hablar de naturaleza represente más que una léxico parisino en el que la denominación de sostenibilidad permita notar y actuar el mundo de manera distinta a la tradición expansiva y dominante que pesa sobre la vida del planeta, lo que significa mirar el talento humano, en lugar del capital humano, el tejido comunitario en lugar de capital social, negocios verdes por capital económico y el valor de la naturaleza en vez de capital natural. Reverdezcamos el nuevo despegue económico de Panamá, para que sea rentable, saludable y sostenible. Rompamos para siempre esa vieja receta de los abuelos del liberalismo clásico y del monetarismo desmedido.