Decenas de famosos alabaron este lunes el estilo de los dandis negros y lucieron conjuntos de sastrería extravagantes en su honor en el preludio de la...
- 16/02/2019 01:00
El cuento del análisis sin ideas preconcebidas
Hace buena cantidad de años un jefe que tuve me dijo ‘te voy a dar un asunto para que lo leas y me des tu opinión, pero quiero que lo analices sin ideas preconcebidas'. Enseguida le dije que no podía hacerlo. Proseguí a explicarle que si me pedía que hiciera el análisis procurando ser lo más objetivo posible y tratando de controlar mis sesgos, podía hacerlo gustoso, pero que al pedirme que hiciera un análisis sin ideas preconcebidas me estaba pidiendo un imposible.
No es posible evaluar nada sin ideas preconcebidas porque ello implicaría desprenderse del conocimiento adquirido. El lenguaje, mi cultura, mis conocimientos tanto generales como técnicos sobre la materia que tendría que analizar, todo ello es parte de mi equipaje cognitivo que es inseparable de mi persona. Pongamos un ejemplo: imagine que usted es un médico en su clínica y llega un paciente que usted nunca ha visto. Se abre la puerta y entra la persona. Entre que esta abre la puerta y llega a sentarse enfrente suyo, usted do habrá procesado una enorme cantidad de información para formarse de manera provisional un cuadro en su mente. A partir de elementos visibles como su sexo, su edad aproximada, su modo de caminar, luego su tono de voz cuando hable, y tantos otros elementos que usted percibe, su cerebro creará rápidamente una plantilla, un modelo. Dicho proceso cognitivo está ocurriendo aunque usted no esté consciente de ello. Y aun si usted está consciente en términos generales de que dicho proceso está teniendo lugar, usted no podrá tener consciencia plena de todos los vericuetos de dicha plantilla o modelo mental. Antes de que la persona haya siquiera comenzado a describir la razón por la que ha ido a su consultorio, ya usted se habrá formado un prejuicio sobre la persona y sobre su posible estado de salud. Sí, prejuicio, esa palabra con connotación negativa precisamente porque nos gusta creernos muy racionales. Y, lo sepa usted o no, dicha plantilla o modelo mental servirá de molde a través del que tomará forma la información que luego esa persona le proveerá de forma verbal, e incluso información instrumental que usted obtendrá durante su examinación.
El proceso descrito arriba es lo que el conocimiento acumulado en las ciencias cognitivas nos dice que ocurre. El fenómeno ha sido constatado y replicado innumerables veces con adultos. Pero además desde muy temprana edad el niño viene ya con ciertas plantillas o programas de software, por decirlo de alguna manera, preprogramadas en su cerebro, que a su vez le permiten interactuar con su entorno y adquirir conocimiento de forma progresiva. En otras palabras, no hay tal cosa como una tabula rasa, todos nacemos con programas de software bastante universales entre los mamíferos, y otros muy importantes que son específicos de nuestra especie, programas de software sin los que el niño jamás podría adquirir lenguaje, reconocer rostros ni voces, ni adquirir y desarrollar luego destrezas motoras o conocimiento alguno.
Volviendo al ejemplo del médico en su consultorio, el problema no es el que este se forme prejuicios, sino que se cierre y arribe a conclusiones sin permanecer abierto a replantearse la validez de sus prejuicios a la luz de información sobreviniente. Ese médico debe procurar ser consciente de que sus sesgos le pueden jugar malas bromas que lo lleven a cometer errores clínicos. Pero para esto es primordial que el médico esté consciente de que su mente se hace prejuicios en primer lugar. Si el sujeto parte de la premisa de que no se ha formado ningún prejuicio y que está libre de sesgos, ese médico es un candidato perfecto para cometer muchos y muy graves errores. Pues igual ocurre con cualquier persona en cualquier asunto en la vida, sea médico o no. Lo primero que debemos abandonar, si queremos ser objetivos, es la idea de que es posible analizar cualquier cosa sin sesgos. Es allí cuando más fácilmente los sesgos nos vencen, justamente porque no hemos respetado nuestra vulnerabilidad cognitiva al sesgo. Quien parte de la idea de que es impermeable a prejuicios, será el primero en arribar a conclusiones apresuradas y erradas, justamente porque cree que no necesita más información ni mucho menos cuestionar su posición. Como decía el Nobel de Física, Richard Feynman: ‘El primer principio es que no debes engañarte a ti mismo, y eres la persona más fácil de engañar'.
ABOGADO