• 12/03/2016 01:00

Lo que hay tras la turcomanía (II)

Los delirios del pan-turquismo. A partir de la visión distorsionada que tiene de sí misma, Turquía no solo se proclama homogénea

Los delirios del pan-turquismo. A partir de la visión distorsionada que tiene de sí misma, Turquía no solo se proclama homogénea, que no lo es, sino que el pan-turquismo de su clase dirigente le obliga a soñar con un nuevo Imperio Pan-turco que incluya desde Xinjiang en China, los países de Asia Central, Azerbaiyán en el Cáucaso, los países árabes en que existan minorías de habla turca como Siria e Irak, (conocidos como turcomanos), en Chipre, y finalmente la Turquía misma como centro imperial.

Esa doctrina ultrachauvinista se identifica como Turanismo y aboga por la unión de los pueblos uraloaltaicos (es decir los comprendidos entre los montes Urales y la meseta del Altai).

Vectores del expansionismo pan turco

Toda doctrina chauvinista e irredentista requiere de complejas y rebuscadas argumentaciones basadas en glorias pasadas y ellas son elaboradas por políticos teóricos como Davotoglu (el actual primer ministro) y ejecutadas por una sinuosa y siniestra hermandad de acción práctica terrorista, conocida como los ‘lobos grises'. Dentro de estas tendencias se ubica Racip Erdogan, quien aboga por la eliminación del carácter laico del Estado y la imposición del velo a las mujeres. Este personaje hace uso de un ultranacionalismo, xenofobia y ultrapersonalismo que ha llevado a que las gentes sensatas de ese país se mofen adjudicándole el mote de ‘El Sultán'.

Más allá de las clandestinas puyas y bromas de sus adversarios, Erdogan ha demostrado su interés por el bienestar familiar comisionando a su hijo para que administre la colocación y venta del petróleo robado a Siria e Irak bajo la protección de las fuerzas de su país. Pero el dinero obtenido de ese inmoral saqueo debe lavarse... ¿Dónde habrá de lavarse? No nos atrevemos a efectuar conjeturas, pero nos llama la atención el hecho de que recientemente en Panamá se abriera hace poquísimos meses una representación diplomático-consular de ese país. ¿Buscarán una lavandería? Esto debe ser seguido y analizado.

La represión interna exacerbada

Construir un cuasi-sultanato no se consigue sin desvirtuar las bases republicanas del Estado construido por Ataturk y sin acudir al encarcelamiento sistemático de periodistas, de opositores y de los dirigentes de las minorías realmente existentes en el país. El clima de represión interna utiliza el pretexto de la conmoción externa en sus fronteras para reprimir a los grupos étnicos adversos dentro y fuera de sus límites fronterizos. Para lograr la apoyatura necesaria, se fraguan autoatentados detrás de los cuales nuevas escaladas represivas se montan sin fin, en un clima de violación sistemática del derecho internacional.

En ese ambiente la intervención de los Estados Unidos, pretendiendo regular las acciones de un aliado tan díscolo como Turquía, termina por colocar a los dirigentes estadounidenses en un situación sumamente desairada; así Obama recrea el símil del amo de dos perros (Turquía e Israel) que pretende sacar a pasear a sus cánidos ingobernables y se deja arrastrar por estos a una situación de pelea callejera no deseada.

Turquía invoca a la destrucción de su actual Estado

El resultado final será que el involucramiento de Turquía en las agresiones contra un Estado soberano como Siria y el despacho de tropas mercenarias desde su territorio hacia Yemen pondrán en evidencia la ilegitimidad del actual Estado turco ante la opinión pública internacional. Tarde o temprano los kurdos de dentro y fuera de su territorio terminarán por construir el Estado propio al cual tienen derecho ya reconocido según el frustrado e incompleto Tratado de Sevres; y el pueblo turco asumirá su responsabilidad en la federalización de su país con participación de sus minorías realmente existentes y ocultas por necesidad.

MÉDICO

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