• 01/09/2018 02:00

¿Cuántos diputados necesita una república?

Dicho esto, saber que el paciente está enfermo es fácil. Lo difícil es dar con el diagnóstico primero, y con el tratamiento idóneo, después. 

La ciudadanía se va dando cuenta de que el país requiere reformas en su arquitectura de poder, a fin de crear genuinos pesos y contrapesos como lo exige un sistema republicano. Uno lo palpa en las redes sociales, en que frente a los escándalos de corrupción y ante los burdos casos de clientelismo político que ahora son defendidos de forma obscena por algunos diputados, la ciudadanía ya observa que hay un problema en nuestro diseño constitucional.

Dicho esto, saber que el paciente está enfermo es fácil. Lo difícil es dar con el diagnóstico primero, y con el tratamiento idóneo, después. He allí el truco, porque si fallamos en tan solo una de estas dos tareas, el ejercicio es infructuoso y hasta podemos terminar recetando curas peores que la enfermedad. Y en el caso de la discusión que observo en redes sociales sobre la composición del Legislativo, veo algunas ‘recetas' que no tienen ninguna posibilidad de resolver el problema. Me refiero aquí al caso particular de la cantidad de legisladores que debemos tener. Algunos sugieren que 71 diputados es excesivo para un país pequeño como el nuestro, y que hay que reducir dicho número a 40 (otros dicen que no más de 30). Ello sería un grave error.

El razonamiento que esgrimen algunos es que, comparando con países como Estados Unidos, con 535 miembros del Congreso (100 senadores y 435 miembros de la Cámara de Representantes), con una población de unos 325 millones de habitantes, ello da una relación de un congresista por cada 600 mil habitantes, aproximadamente. Pero la matemática no da, porque si es por ello, Panamá solo debería tener siete diputados. Dado que una Asamblea Nacional compuesta por solo siete diputados es algo palmariamente absurdo, entonces se llega a que hay que subir la densidad de diputados por habitantes para llegar a la cantidad de 30 o 40 curules.

El problema con este razonamiento aritmético es que peca de simplista. El elemento primordial de todo parlamento es su representatividad. Esta es la razón por la que se requiere de un número de diputados lo suficientemente alto para que haya en dicho órgano una adecuada representación de la diversidad cultural, económica, de orientación política y de intereses locales y regionales, de toda la población. Cuando se habla de democracia representativa (término que no me gusta, prefiero el de república), el adjetivo se refiere precisamente a la representatividad del Órgano Legislativo. Ni el Judicial ni el Ejecutivo son representativos. Y mientras menor sea el número de diputados, menos podrá tener carácter de representatividad, y es algo no lineal, es decir, la representatividad decrece de forma exponencial, no aritmética, a medida que se reduce el número de diputados.

Veamos algunos casos de países pequeños con poblaciones similares a la nuestra. Uruguay, con cuatro millones de habitantes, tiene un parlamento bicameral compuesto por 130 congresistas, de los cuales 99 son diputados de la Cámara Baja y 31 son senadores. Suiza, con ocho millones de habitantes (apenas el doble que Panamá), tiene una asamblea nacional con 246 congresistas (200 diputados de la Cámara Baja elegidos en sus cantones y 46 senadores federales). Irlanda, con poco menos de cinco millones de habitantes, tiene un congreso bicameral con 218 escaños (158 de la Cámara Baja y 60 senadores en la Cámara Alta). Fíjese, además, los ejemplos que he buscado. Comenzando por Suiza, que es una república federal con varios cientos de años de convivencia pacífica y en plena libertad política. Estos ejemplos demuestran que el que un país sea pequeño y con población pequeña no quiere decir que deba tener solo 30 o 40 diputados. En todo caso, 71 diputados es un número menor al óptimo para lograr adecuada representatividad.

El corolario es que el congreso o parlamento debe tener la composición suficiente para cumplir con el objetivo de ejercer contrapeso real al Ejecutivo, y para que las leyes respondan realmente a los intereses de la población. Esto necesariamente pasa, entre otras cosas, por tener representatividad. No es un objetivo primario ahorrar dinero en salarios de diputados. Los sistemas republicanos tienen costos, y los requeridos para tener un parlamento representativo es imprescindible que los asumamos. Ah, y ¿nota usted que los ejemplos que mencioné tienen congresos bicamerales? Hay buenas razones para el bicameralismo, aún en repúblicas pequeñas como la nuestra. Pero eso es tema para otro artículo.

ABOGADO

Lo Nuevo