• 18/06/2018 02:03

De papás y sus ejemplos de dignidad

La relación padre-hijo es determinante para formar mejores ciudadanos

La irresponsabilidad de muchos hombres aún se ve y se siente en esta sociedad que mantiene un tinte machista, a ciertos niveles y que aún es permisivo, o tiene un aura de normalidad el hecho de que muchos hombres tienen hijos que no mantienen; y peor aún, no les dan el tiempo de atención para formar una relación positiva que pueda ser la plataforma para que esos mismos muchachos vean su participación en la sociedad desde perspectivas más útiles y productivas.

Vemos ‘en tiempo real' cómo algunos padres ven como normal involucrar a los hijos en asuntos turbios y claros delitos… y los estimulan a defender estos actos a como dé lugar. Es una relación enferma que, utilizado como ejemplo, amenaza la integridad moral y social de la Nación.

La relación padre-hijo es determinante para formar mejores ciudadanos. Sin indicadores científicamente elaborados (solo me apoyo en las relaciones que tengo a la vista: la de mis círculos familiares, de amistad y profesionales). Los muchachos que han crecido en las relaciones que he podido observar directamente, casi todos son ejemplares: bien centrados, con una visión sobre su tiempo y la vida, fundamentada en las realidades que, influenciados por sus padres (mamá, papá, familiares y amigos míos), hacen de ellos ciudadanos comprometidos con ser parte de un mundo mejor.

En un artículo que publiqué hace unos años, me referí a una conversación que inadvertidamente escuché entre dos pasajeros en un vuelo en que estaba. Lo que escuché me dejó profundamente entristecido, en medio del contento de regresar a casa. La persona que estaría a mi lado por las próximas 10 horas y media contaba a otro que, recién había regresado a sus actividades normales, ya que semanas antes había perdido a su hijo menor que, inesperadamente, una mañana de abril, no despertó, tenía 17 años. En el momento no alcancé a escuchar las razones. La mente nos hace estas jugadas tenebrosas y de una vez convirtió ese escenario en una situación personal.

Horas después, lo presencié mirando detenidamente una foto en la pantalla de su computador y recorriendo con sus dedos el rostro y la silueta de aquel muchacho. Vi un padre sufriendo silenciosamente la pérdida de un hijo. Casi al final de ese largo viaje intercambiamos algunas breves palabras. No resistí en decirle que había escuchado su historia y que lo lamentaba profundamente. Con la mirada disipada me dijo: ‘The boy didn't get up!' (‘¡El muchacho no se levantó!'), con un dolor indescriptible que subrayaba sus palabras… y una vez más, subrayaba su dolor.

Me faltan unas páginas para terminar el libro ‘El olvido que seremos' del escritor colombiano Héctor Abad Faciolince. Un relato muy personal, valiente, sensible y amoroso, dedicado a su padre, el doctor Héctor Abad Gómez, asesinado por paramilitares en 1987. No es un testimonio fácil sobre la figura del padre y la relación padre-hijo. Para mí es una argumentación sensata y puntual sobre la influencia que esa misma relación puede significar para los hijos cuando el padre no duda en estar allí y ser parte completa de la vida de sus hijos, señalándoles lo hermosa, pero también lo injusta que puede ser la vida, y ante todo, en tiempos difíciles y peligrosos.

Como el pasajero del avión, los Abad Faciolince perdieron un miembro joven de la familia: Marta de 16 años, hermana de Héctor; así como mis padres perdieron a una hija, mi hermana Marietta (Tita), también a sus 16 años. El dolor que se experimenta, lo llevaron hasta sus últimos días, así como cada padre que ha perdido un hijo y que ha trabajado afanosamente por ser ejemplo y apoyo decidido de ellos.

Hay papás… y hay Papás. Los que les dicen a los hijos que les solucionarán con abogados, si los señalan en sus delitos… y los que procuran que sus hijos obren dentro del marco de la Ley y lleven sus nombres con dignidad.

Enhorabuena a los Papás: los que aman inmensamente a sus hijos y que lo demuestran en cada cosa. Los que están presentes, siempre. Los que a diario salen a trabajar y proveer para ellos. Los que les enseñan responsabilidad, solidaridad, a ser humildes y entregados para contribuir a construir una mejor sociedad. Eso hace mucha falta en estos tiempos de corrupción desmesurada y desacato.

COMUNICADOR SOCIAL.

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