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- 09/09/2020 00:00
Participación ciudadana centralizada
Cuando se dé el período de democratización regional, la supuesta política exterior norteamericana fija, centra su atención en dirigir espacios con grados de consensos entre supuestos grupos antípodas, adversarios, para lograr el entendimiento y posibilitar las políticas públicas, encaminadas desde el eje trazado de la globalización, convirtiendo a nuestras endebles democracias en potenciales Estados endeudados por las explotadoras IFIS.
La consistencia de esta fórmula económica es a través de un organismo independiente, pero conocido por sus maniobras en el mundo y con un discurso aceptable, basado en las relaciones de poder, como propuesta de adaptaciones al cambio y soporte del rejuego de la llamada democracia. Para tal fin, recurren al PNUD, que invita y conmina a los diferentes actores al proceso de desarrollo que ellos fomentan; bajo un sistema metodológico funcional, lo activan y los reciben con beneplácito los Gobiernos sucesivos posinvasión, con el agrado de los sectores acaparadores de riquezas, dada su afinidad con el “progreso desnaturalizado”, cuya visión y misión es escuchar a los invitados y elaborar en conjunto políticas desarrollistas, que a la postre resultan en inversión y empréstitos, produciendo grandes captaciones de capitales para el sistema financiero local y extranjero, con la mínima ganancia para el sector laboral, con los costos de la devastación de los recursos naturales como parte de estos consensos, evidenciando la relación cuadrangular entre los acaparadores de riquezas, partidocracia, organizaciones populares y los Gobiernos como rectores o veedores de estas lujosas mesas de diálogos.
Nuestro país viene siguiendo estos parámetros cabalmente sin lograr disminuir en grado palpable, visible, las necesidades básicas de los asociados cuyos rubros fundamentales se centran en salud, alimentación, agua, educación, vivienda y protección ambiental. Convirtiendo estos escenarios en monólogos y mañanas de café y tardes de té.
Ya no caben los discursos antigubernamentales ni consignas antiimperialistas, porque siempre terminan en acuerdos pactados bajo la sombra o el sol. La incidencia de los mismos actores reiterativos en los foros nacionales es el mejor ejemplo de lo inoperante e inconsecuente que se tornan estos debates estériles, produciendo todo para no cambiar nada. Es decir, caer en el gatopardismo.
En definitiva, no hay verdadera participación desprendida y que defienda y defina los intereses nacionales cada puesto ocupado ya tiene un nombre y de poder acceder a uno se encontrarán, descubrirán que los comensales son todos provenientes del mismo núcleo ejecutor a través de diferentes articulaciones y con diversas ideologías, algunas mal vestidas, pero bien financiadas, delimitando su participación casi al nivel de no ser tomadas en cuenta sus propuestas sanas, depuradas y precisas como políticas de rescate social.
Debemos llenarnos de hidalguía, civismo y patriotismo, como otrora nuestra pequeña, pero gran nación libró sus luchas nacionalistas y logró sus objetivos, aun viendo sus conquistas arrebatadas por quienes menos pusieron sus cuotas por esas dantescas campañas. Hay que estar atentos y vigilantes para las nuevas convocatorias por los temas de nuestra seguridad social y la Asamblea Constituyente, que no se repita la exclusión operacional de los dignos activistas de estos asuntos nacionales y acabar de una buena vez con la inducida participación ciudadana centralizada. ¡Acción!