• 30/03/2016 02:00

El Plan de Seguridad Hídrica y lo urbano

La iniciativa gubernamental de crear e impulsar el Comité de Alto Nivel de Seguridad Hídrica tiene entre algunos objetivos el manejo y uso racional del recurso hídrico

La iniciativa gubernamental de crear e impulsar el Comité de Alto Nivel de Seguridad Hídrica tiene entre algunos objetivos el manejo y uso racional del recurso hídrico en 52 cuencas del país. Anunciado por el Ejecutivo, el Plan Nacional de Seguridad Hídrica 2015-2050 será el instrumento de planificación nacional para definir las políticas públicas destinadas a mejorar el suministro de agua en cantidad y calidad aceptable. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, iniciará las consultas del Plan mediante una serie de encuentros locales a nivel nacional. Esta información fue compartida por el Comité, en el contexto del Día Mundial del Agua, en el Ateneo de la Ciudad del Saber, en ciudad de Panamá, el pasado 22 de marzo de 2016.

En nuestra opinión, el Plan podría lograr mayor fortaleza si alcanza vincularse con políticas territoriales para integrar lo urbano como eje central. Según Naciones Unidas, el 54 por ciento de la población mundial actual reside en áreas urbanas y se prevé que para 2050 llegará al 66 por ciento. Nuestro país, así como el resto del planeta, se enfrenta a un futuro urbano y por ende la política de acceso y abastecimiento de agua y de los sistemas de saneamiento estará inmersa en el ámbito de lo territorial-urbano. El tema de planificación urbana se encuentra algarete —a excepción de iniciativas del Municipio de Panamá que no han cuajado en acciones concretas aún— bajo la mano de los agentes del mercado que vienen llevando al límite infinito la extensión de las ciudades. Lo hídrico deberá ser inserto en el tema ciudad. Lo urbano es el escenario para la construcción de una agenda de seguridad hídrica, más en una sociedad con una base económica de servicios.

La tierras que tienen capacidad de producir agua —ríos— está en competencia con la expansión urbana que demanda cada vez más nuevas tierras, hecho que atenta con la capacidad de los ecosistemas de producir agua para los distintos usos que la sociedad demanda. La política de vivienda panameña, la cual, en una lógica de mercado, se empeña en producir vivienda fuera de los límites urbanos de las ciudades terminales de Panamá y Colón. La ciudad se empuja cada vez más allá del Puente de La Américas —al oeste—; hacia Tocumen por el este; y en Colón, fuera del Casco Urbano de la Isla Manzanillo, hacia la cuenca del Canal de Panamá. Este proyecto de renovación urbana en Colón que, además de desarticular el tejido social, expandirá lo urbano hacia el sector de Los Lagos. La infraestructura de abastecimiento de agua y saneamiento tendrá que ser construida nuevamente, cuando se desaprovechó —por ejemplo, la existente en la Isla— y que será entregada esta al servicio de los sectores económicos poderosos de la Zona Libre de Colón. El abastecimiento, saneamiento y acceso de agua será más costoso en la ‘nueva ciudad de Colón'. Esta acción desde el MIVIOT, está alejada de las recomendaciones que dieron los instrumentos de planificación urbana invertidos para Colón (CONADES 2010). Acá la trampa de la demagogia gubernamental y la espalda a la planificación como eje director. La pregunta que me surge es ¿cuál es el sentido del Plan de Seguridad Hídrica en el caso de Colón y la capacidad de articular políticas públicas? A mí no me queda claro.

En el corredor transístmico, donde, según el Informe de investigación No. 1 | Foro y Observatorio Urbano de Panamá, titulado Los asentamientos informales en el Área Metropolitana de Panamá: Cuantificación e implicaciones para la política de vivienda y urbanismo (Espino y Cordón, 2015), dice que 40 % de la vivienda en el área es informal. La mayor parte se localiza en este eje y en el sector oeste de la provincia de Panamá. Este modelo ‘informal de urbanismo' no tiene capacidad de dotar ni de servicios básicos de agua y saneamiento a parte de la población de la Región Metropolitana. El anuncio —por parte del Ejecutivo— en la construcción del Corredor de los pobres, impactará bajo la promoción del mismo modelo informal, las ya presionadas cuencas de los ríos Chilibre y Chilibrillo en la cuenca del Canal de Panamá. Me da la impresión de que el Plan pareciera estar desarticulado de las políticas de movilidad urbana y de conservación hídrica. Acá hay una oportunidad de mejora. En el sector oeste de la provincia de Panamá nos encontramos el espacio de mayor tasa de crecimiento demográfico y urbano del país. Las tierras antes de vocación de producción rural están siendo urbanizadas a un ritmo vertiginoso. La producción de vivienda formal e informal están invadiendo las cuencas de los ríos Pescao, Hules, Tinajones y Caño Quebrado que además drenan al sector de La Laguna, donde se encuentran dos tomas importantes de agua que abastecen parcialmente a la Región Metropolitana.

No tendré espacio para extenderme a analizar qué pasa en ciudades intermedias, como Santiago y Chitré, y cómo la competencia de producción agrícola destruye el humedal de Matusagaratí en Darién, como tampoco la competencia de usos en la producción hidroeléctrica en la provincia de Chiriquí. El asunto del Plan de Seguridad Hídrica deberá tener capacidad de hacer una lectura real del futuro inmediato y lograr extender puentes, sino capacidad de generar la formulación de políticas públicas y de largo plazo bajo una dimensión territorial urbana. El Plan debe tener presente como eje la construcción de las ciudades y promover procesos sostenibles y conciliar estos con la capacidad que tengan los sistemas naturales de producir y conservar agua.

HUBERT HUMPHREY FELLOW.

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