• 31/05/2015 02:00

Contaminación política

Si se supone que la política debería conducir a una persona a buscar el bien común, ¿quién se está preocupando por mí?

¿Se puede encontrar un político honesto? ¿Eso existe? Cuando leo las noticias, la sensación de desconcierto no deja de preocuparme, todos los días una acusación, un señalamiento, unos y otros se acusan cual circo de justicia. ¿Qué será cierto de todo lo que consumimos? Cuesta responderse.

Si se supone que la política debería conducir a una persona a buscar el bien común, ¿quién se está preocupando por mí?

Por la contaminación de mi criterio o por la contaminación de mi juicio, ¿se están preocupando los políticos porque los ciudadanos comprendamos la filosofía de la política?

Porque está política moderna lo único que me deja es un creciente temor. Temor a que cualquier día se salgan de control las acciones y se comiencen a matar los unos a los otros; aquí nadie se está escapando de algún adjetivo: ladrón, corrupto, pedófilo, asesino, vendido, mentiroso, abusador.

Tantos adjetivos que lejos de enaltecer los buenos políticos y definirlos como honestos, transparentes, buenos, es extraño, es algo extraño, y más extraño es que quien recibe el elogio debe demostrar con sangre que lo es.

Curiosamente, al único funcionario que he escuchado que alguien haya identificado como el mejor de algo, en alguna categoría, fue al ministro de Economía, que en algún momento se consideró como el mejor ministro de Finanzas de la región. Y ¿adivinen? nadie se dio cuenta, pero no hace solo alguien meterlo en un escrito y le salen los epítetos.

¿Cómo estamos pasando esa contaminación política a nuestra vida diaria? Pasa exactamente lo mismo, no hace falta nada más que enojarse 5 segundos con una persona y nos salen flores de la boca o poemas escritos. Basta pelearse con un hombre para volverse ‘prostituta' o ‘maricón' en el caso contrario, como si ser prostituta o trabajadora sexual en pleno siglo XXI ofendiera.

De todo esto, me pregunto, ¿qué hacen los organismos internacionales preocupándose por desarrollar consultorías en cuantos temas encuentren? Ni hablemos de encontrar las soluciones mágicas de la pobreza, del maltrato a la mujer, al niño, al hombre, al perro, al gato, a las hormigas... y cuanta lucha usted identifique. ¿Y el daño a nuestra alma qué? ¿Quién cuida que estemos construyendo un país con ciudadanos felices, satisfechos o simplemente tranquilos?

De la riqueza de tu corazón, hablará tu alma. Nuestra sociedad es el reflejo de lo que somos.

GESTORA DE COMUNICACIONES.

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