• 30/03/2022 00:00

Un respiro para el fondo de pensiones

“Como señaló en algún momento el director actual, el modelo requiere de una transformación integral, compuesta de acciones concretas, firmes y a largo plazo, que consideren el bienestar general por encima de cualquier costo político. Seguimos esperando...”

El presidente de la República informó al país que el 50 % de los ingresos mínimos anuales por extracción de cobre serán para el IVM de la Caja de Seguro Social y para que ningún jubilado o pensionado reciba menos de B/. 350 mensuales. Es una buena noticia que los jubilados de mi generación agradecemos, pues le da un respiro a nuestro fondo de pensiones.

Pero también reconocemos, al igual que la mayoría de los panameños, que nuestra CSS está gravemente enferma y requiere de una profunda reingeniería para lograr mejoras sustanciales en todos sus procesos, buscando una mayor eficiencia administrativa, a fin de que se traduzcan en mejores medidas de rendimiento, como lo son costos, calidad, servicios y rapidez, optimizar los flujos de los trabajos y la productividad de la organización.

En ese sentido, aunque muchos nos hemos referido repetidamente al sensible tema del sistema de pensiones para todos los panameños y la crisis que lo aqueja, consideré obligatorio aprovechar el anuncio de nuestro primer mandatario para reiterar los mismos argumentos de siempre, esperando que ayuden a iniciar, en los dos años que le restan, la reingeniería que requiere nuestra institución para tratar con éxito permanente el tema de las finanzas de la CSS y nos asegure una pensión suficiente para vivir de forma digna y cómoda al jubilarnos.

Dicho todo lo anterior, y aceptando que nuestro fondo de pensiones está en quiebra y que las reservas ya se agotaron, aquí no queda otro remedio que comenzar, sin más demoras, a introducir las reformas que sean necesarias para rescatarlo. El asunto es decidir, en este momento, ¿cuáles reformas son las más convenientes para rescatar el fondo de pensiones?, y teniendo claro que cualquier proceso de reforma que iniciemos o mantengamos, tendrá consecuencias económicas, fiscales, sociales y políticas de gran magnitud. Pero ¿cuáles son esas posibles reformas?

En Panamá, desde 2008, ya tenemos en marcha una reforma estructural, la cual introdujo mediante la Ley 51 del 27 de diciembre de 2005, la capitalización individual para transformar el diseño institucional del sistema de pensiones de reparto, buscando, según sus defensores, mejorar la cobertura, la suficiencia de las prestaciones y la sostenibilidad financiera del fondo de pensiones.

Lamentablemente, ese no fue el caso, por lo que no son pocos los que proponen su derogatoria o la modificación de los artículos referidos a la descripción del régimen compuesto que define al Riesgo de Invalidez, Vejez y Muerte, en el que coexisten dos subsistemas de beneficios. No parecieron considerar sus defensores que, con este sistema es imposible incrementar los ingresos del fondo de pensiones de la CSS, pues impide la entrada de nuevos cotizantes al subsistema de beneficios definidos, condenándolo a la quiebra, como viene ocurriendo desde su aprobación.

Por otro lado, están las reformas paramétricas, las cuales buscan cambiar los parámetros de los sistemas de reparto, también, para mejorar la cobertura, la suficiencia de las prestaciones y la sostenibilidad financiera del fondo de pensiones. Entre las modificaciones que con más frecuencia se han propuesto están: el aumento de la tasa de cotización; el aumento de la edad de retiro, lo que permite incrementar el conjunto de activos y disminuir el flujo de nuevos pensionados; la variación de las condiciones de acceso a los beneficios y; la disminución de las prestaciones, mediante la reducción de las tasas de reemplazo, la modificación de las bases imponibles establecidas para el cálculo de las pensiones o el cambio de la reajustabilidad de las prestaciones.

Para implementar estas reformas, algunos proponen esperar los estudios actuariales y simulaciones que validen los nuevos parámetros y permitan estimar los efectos que la reforma produciría en la cobertura, las prestaciones y el equilibrio financiero. En ese sentido, haciendo gala de una notoria ineficiencia, hemos postergado hasta la saciedad este pedido a la OIT, y no conoceremos los resultados sobre la situación financiera y actuarial de la institución hasta mediados de este año. Yo espero que nos los informen y que avancen en lo que sea necesario y ojalá que sea muy pronto, pues ya llevamos cerca de diez años con este discurso y los costos sociales y políticos se sienten, para el perjuicio de todos.

Pero no será suficiente con la introducción de cualquier tipo de reformas. La reingeniería que propongo también requiere mejorar la gestión de la morosidad, y obligar a los empleadores a cumplir sus compromisos; invertir de forma equitativa, eficiente y efectiva las reservas de la CSS y; fortalecer la eficiencia administrativa de la institución, eliminando el clientelismo político y la corrupción impune en la gestión. Como señaló en algún momento el director actual, el modelo requiere de una transformación integral, compuesta de acciones concretas, firmes y a largo plazo, que consideren el bienestar general por encima de cualquier costo político. Seguimos esperando...

Médico, exrepresentante de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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