• 29/07/2021 00:00

Soy sanmarquina

“Ojalá y pensando positivamente, […], que Castillo Terrones, como presidente-maestro, se convierta en el fruto exitoso de la educación que conocí hace muchos años en el Perú”

A la mayoría de los lectores el título de este artículo tal vez los desconcierte, ya que en Panamá pocos conocen la existencia de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima, Perú; históricamente la más prestigiosa y antigua de las universidades latinoamericanas. Como he expresado en crónicas anteriores, nuestra Universidad de Panamá, durante su creación, tuvo como madrina a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Soy egresada de la Universidad de Panamá, con el título de profesora en Español y, posteriormente, graduada en la Mayor de San Marcos, donde alcancé de manera sobresaliente mi título de Doctora en Educación con especialización en Castellano y Literatura. Por ello afirmo con orgullo que soy sanmarquina.

Nuestra formación humanística alcanzada en el Panamá de los años cincuenta del siglo pasado, nos condujo junto a mi esposo Carlos Iván Zúñiga Guardia, a esos estudios y capacitaciones que sirvieron para saber apreciar, durante nuestra estadía estudiantil en Lima, Perú, la cultura, la educación y todo el valor de esa nación sudamericana. El orden del sistema de vida en ese país reflejaba la clase de preparación que se le ofrecía a la ciudadanía y en especial a los estudiantes de ese entonces. La responsabilidad, disciplina y esmero que reflejaban, no solo los profesores y estudiantes, sino la misma población, demostraban una educación humanística propia de un Estado docente. Claro está que existía la influencia de la cultura incaica, lo que denotaba las costumbres y tradiciones ancestrales que se combinaban con un desarrollo de influencia española. No hay que olvidar que durante la colonia Perú fue un virreinato.

El pueblo peruano era respetuoso, discreto y culto. En cuanto a la política, la población valorizaba a los partidos y entre ellos se distinguía el Partido Aprista Peruano (PAP), que se basaba en la doctrina de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). Era un partido muy organizado, que atendía a sus miembros a través de las diferentes secciones que administraba. Tenía su amplio edificio propio, de varias plantas y áreas comunes, con comedores, gimnasios, talleres de todo tipo, clínicas y múltiples oficinas. En ese tiempo su líder carismático era el fundador del APRA, Víctor Raúl Haya de la Torre, que lo dirigía con la ayuda de nuestro amigo Ramiro Prialé y otros dirigentes. Lima, su capital, era una ciudad muy desarrollada, donde imperaba el civismo y sus partidos políticos doctrinarios promovían los ideales y, en su gran mayoría, tenían fines altruistas. Todo esto contribuyó a que Perú fuera muy respetado en el concierto de las naciones.

En Lima, nos radicamos en el barrio Magdalena del Mar, frente al parque Graña, que era en aquellos años un área muy distinguida. Allí residíamos mi esposo y yo, con nuestros cinco hijos pequeños, Lupita, Carlos Iván, Gloria, Juan Cristóbal y Sergio Pablo, con quienes compartimos los anhelos por alcanzar nuestra preparación intelectual. A media hora de nuestra residencia quedaba la universidad, a la que mi esposo y yo, en horarios matutinos, nos dirigíamos en el tranvía. En ella dictaban cátedra renombrados profesores a nivel continental, como los Dres. Emilio Barrantes Revoredo, Carlos Velit Ruiz, Manuel Argüelles Elguera, Roberto Koch Flores, José Jiménez Borja y Luis Alberto Sánchez, en la Facultad de Educación.

Para optar por mi título de Doctora en Educación en San Marcos, era obligatorio revalidar primero mi título de profesora de secundaria de la Universidad de Panamá, hito que logré en corto tiempo y que culminé con mi tesis titulada Universidad y reforma, obra publicada y que actualmente tiene una segunda edición. Posteriormente, al completar mis cursos presenciales, sustenté la tesis doctoral denominada La educación media peruana comparada con la educación media panameña. Puedo asegurar con orgullo que el nivel académico de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos sirvió de acicate para que posteriormente, al regresar al terruño panameño, participara en el concurso de la Cátedra de Metodología del Español, en la Facultad de Educación de la Universidad de Panamá, en el cual salí triunfante.

Así, finalmente mi esposo y yo culminamos nuestros estudios doctorales en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, él como doctor en Derecho Público y yo, tal como expresé, alcancé mi doctorado en Educación con especialización en Castellano y literatura.

Perú tenía un modelo de enseñanza principalmente española y europea, con principios humanísticos, sin teorías practicistas, con mucha preocupación en la instrucción del estudiante, de manera que tuviera una formación integral humanística. El individuo primero debía ser una persona culta y después desarrollar su especialidad. Ese fue el Perú de ideales que tuve la oportunidad de conocer.

En la actualidad, después de tantos años transcurridos, al revisar las mencionadas obras que escribí durante mis estudios en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, rememoro aquellos años y vuelvo con satisfacción a beber espiritualmente de esa fuente del conocimientos que es mi Alma Mater del Perú, y me llena de orgullo afirmar que la educación en ese país giraba principalmente en torno a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, que, como estandarte, guiaba a un pueblo en su sistema educativo y que, como un faro de luz, orientaba a las otras universidades creadas en Perú y en otras latitudes.

En las horas que escribo este artículo ya ha sido proclamado presidente electo del Perú el campesino y maestro rural, Pedro Castillo Terrones, hombre católico de extracción netamente humilde y probablemente haya tomado posesión de su cargo en el momento que estas líneas sean publicadas. Su controvertida elección ha concitado muchas expectativas en el mundo por su discurso en el que promete combatir las desigualdades y la corrupción. Ojalá y pensando positivamente, es nuestro sincero deseo, que Castillo Terrones, como presidente-maestro, se convierta en el fruto exitoso de la educación que conocí hace muchos años en el Perú. Son nuestros más caros deseos de buena voluntad para ese país que tanto admiro.

Doctora en Educación y excatedrática de la UP.
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