• 21/03/2023 00:00

¿Sindicalismo cooptado por las élites? (I)

“En la Ciencia Social Crítica, esto no es otra cosa que lo que se denomina Hegemonía, ejercida por el grupo de los que componen las élites dueñas del mundo y del país, a través del control de las mentes...”

Participando en las últimas dos semanas de dos jornadas de organizaciones sindicales panameñas, salió a relucir el tema de que se avizoran necesarios alineamientos de los trabajadores en general y particularmente de los organizados, a ofertas electorales presidenciales, diputadiles, alcaldicias y de representantes de corregimiento. Esto, al cabo de un razonamiento lógico concreto que señala tres momentos: Uno, que las relaciones laborales existentes y las relaciones sociales en general, están dando al traste no solo con nuestros bienes naturales generadores de riqueza, sino con el propio sujeto que las produce, a saber, los/as trabajadores/as. Dos, que la antítesis de lo anterior, o sea, la única manera de voltear dicho escenario es con la participación activa de los organismos de defensa de los trabajadores a niveles que no pueden ya circunscribirse al ámbito interno de la empresa o lugar de trabajo, lo cual implica la incidencia de alguna manera en la arena política y Tercero, que la síntesis, más bien, la superación de esta antítesis o segundo momento reconocido por los trabajadores organizados no ha logrado alcanzarse en nuestro país, salvo medianamente, en la década de 1970, dado el pacto social nacional que se dio en aras de la culminación del proceso descolonizador de la zona de tránsito.

En efecto, seguimos sufriendo la elevación sistemática de los precios de bienes y servicios básicos para vivir dignamente, porque la regla económica política no escrita de no afectar a los grandes propietarios y sus oligopolios en sus ganancias es la regla de oro para quienes han hecho parte de los Gobiernos de los últimos 40 años. Norma que también opera en la lógica de funcionamiento de las instituciones que son fuentes financieras y económicas de protección social, como el Canal de Panamá, la promoción de viviendas, el negocio de la generación y distribución de energía, los servicios de salud del Estado y el seguro de vejez de la CSS.

Las denuncias recientes de los dirigentes sindicales Eduardo Gil (Confederación Convergencia Sindical) y Mario Serrano (CNTP), vienen al caso en este escenario de expoliación, tal es, el uso de la mano de obra migrante en los nuevos enclaves neocoloniales. Así, Serrano censuró que los grandes empresarios transnacionales en la minera de Donoso y en las llamadas zonas especiales, están explotando a sus anchas a filipinos y caribeños, utilizándolos como mano de obra barata, en números que sobrepasan los máximos legales, a contrapelo de la retórica legalista de los Gobiernos desde los años noventa hacia acá. Es lo que en la Economía Política crítica se define como la generación del Ejército industrial (laboral) de reserva, que juega como mecanismo de reducción de salarios nacionales.

Ante este escenario, la antítesis planteada (participación social en la dimensión política) es la que históricamente se abre paso. Pero la cuestión es, que no logra tener éxito (no logra convertirse en síntesis), porque en el momento político electoral, la mayoría de los trabajadores y profesionales termina votando por sus propios “verdugos neoliberales clientelistas” (como señaló el secretario de CNTP, Alfredo Graell).

Algunos dicen, entonces, que son los sindicatos que están cooptados o dominados por las élites y por eso se alinean con sus propios “verdugos” (sindicalismo amarillo). El examen científico no resiste afirmar esta proposición. Me decían unos trabajadores sindicalizados de la construcción hace unos años atrás, que ellos respaldaban a sus dirigentes sindicales dentro de la empresa porque le garantizaban buenas convenciones colectivas; pero no fuera de esta, razón por la cual, terminaron votando contra el candidato presidencial salido de su propio sindicato y respaldaron a los que ganaron en aquel torneo electoral, mismos que conocemos como el Gobierno más corrupto de la historia del país. Es decir, aunque un sindicato no esté alineado con aquellos que son “sus verdugos”, gran parte de sus propias bases terminan dándoles la espalda a sus propios compañeros que se ofertan como candidatos. En los sindicatos y gremios cuyos dirigentes están cooptados o sometidos a los dictámenes de las élites, igual sus bases apoyan a quienes no los representan como pueblo, alineándose aquí bases y dirigentes. En la Ciencia Social Crítica, esto no es otra cosa que lo que se denomina Hegemonía, ejercida por el grupo de los que componen las élites dueñas del mundo y del país, a través del control de las mentes… lo seguiremos reflexionando, se los prometo.

Sociólogo, catedrático investigador, UP.
Lo Nuevo
comments powered by Disqus