• 23/10/2023 00:00

Los terroristas mienten ¿Quién lo diría?

A medida que la niebla de la guerra comenzó a disiparse, o más bien la pesada capa de desinformación de Hamás, se hizo evidente que gran parte de la información original era errónea [...]

Es martes por la noche y los principales medios de comunicación de todo el mundo informan que el hospital Ah Ahli en la ciudad de Gaza había sido bombardeado, matando al menos, a 500 palestinos. Horas de transmisiones en vivo dejaron a los espectadores con pocas dudas acerca de la identidad del culpable. Como suele ser el caso, Israel fue inmediatamente culpado.

Aunque más tarde esa noche los periodistas transmitieron una declaración de Israel, muchos parecían tener problemas para ocultar su desconfianza ante el hallazgo preliminar de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), de que un cohete lanzado por la Yihad Islámica en Gaza no había alcanzado su objetivo y era el responsable de la tragedia.

A medida que la niebla de la guerra comenzó a disiparse, o más bien la pesada capa de desinformación de Hamás, se hizo evidente que gran parte de la información original era errónea: que el hospital no había sido atacado, sino que el misil cayó en su estacionamiento; que el número de muertos, aunque espantoso, era probablemente de decenas y no de cientos, y sobre todo, que la causa del desastre no eran los artefactos de las FDI sino inequívocamente un cohete defectuoso disparado por la Yihad Islámica.

Incluso después de que el portavoz de las FDI presentara los resultados de su investigación en profundidad la mañana siguiente (junto con pruebas sólidas que demostraban el hallazgo de un cohete palestino fallido) no resultaba raro ver informes de noticias que aún arrojaban dudas sobre las conclusiones de Israel, o en el mejor de los casos, las transmitían junto las acusaciones infundadas de Hamás como si no fueran más que narrativas razonables contrapuestas.

En marcado contraste con el desprecio mostrado a Israel, las afirmaciones realizadas por el Ministerio de Salud de Gaza, fue tratada con el mayor de los respetos, y reportadas instantáneamente como hechos. Mientras que en democracias como Israel los burócratas del Ministerio de Salud son profesionales médicos independientes y funcionarios públicos imparciales, en Gaza, son ante todo, funcionarios de Hamás. Su lealtad es a la organización terrorista fundamentalista que controla la Franja de Gaza y la evidencia ha revelado que ellos sabían exactamente lo que había sucedido.

Nadie que siga imparcialmente los acontecimientos en esta parte del Oriente Medio, se escandalizaría al ver que Israel fue acusado falsamente de irregularidades. Las mentiras tan horribles como para ser consideradas libelos de sangre se creen de forma inmediata y automática. Incluso, si luego son refutadas por Israel, el daño ya está hecho, y las nuevas evidencias favorables a Israel reciben poca atención. De modo que la mentira que se utilizó para deslegitimar a Israel, exacerbar los sentimientos árabes e incitar a la violencia sigue y sigue y sigue.

Culpar a Israel por los cohetes palestinos fallidos que causan víctimas palestinas es un hecho frecuente. En conflictos recientes, hasta el 25% de los proyectiles dirigidos a localidades, pueblos y ciudades israelíes, tuvieron fallas e impactaron en Gaza, lo que generó imágenes angustiosas de muerte y destrucción aunque esta catástrofe fue causada por Hamas y sus aliados. En los 12 días transcurridos, desde que Hamas inició su ataque contra Israel, aproximadamente 500 cohetes que fueron dirigidos a civiles israelíes, han alcanzado a los habitantes de la Franja de Gaza.

¿Cuándo la prensa y la comunidad internacional dejarán de creer en los terroristas, como si de alguna manera se pudiera confiar en aquellos que viven acorde a un código moral que fomenta el asesinato de inocentes como transmisores de hechos confiables e imparciales?

Si comparamos la honestidad inherente de Israel con la perpetua manipulación de la verdad por parte de Hamas, el resultado puede resultar sorprendente para algunos. No debería serlo, teniendo en cuenta el odio de Hamas a los valores que la mayoría de los seres humanos con un mínimo de decencia aprecian, incluido el de la santidad de la vida.

Hamas, una organización terrorista despiadada cuyo objetivo es la destrucción de Israel y su reemplazo por un califato, está impulsada por una ideología islamista tan extrema que está dispuesta a hacer cualquier cosa para lograr sus aspiraciones.

Ciertamente, está preparada no solo para masacrar judíos de las formas más espantosas imaginables, sino también para sacrificar innumerables vidas palestinas.

No se puede encontrar un mejor ejemplo de ello que en el uso constante y continuo de escudos humanos por parte de Hamas. Los civiles palestinos, incluidos los niños, son puestos deliberadamente en peligro, para que cuando llegue la tragedia inevitable, aumente la presión internacional sobre Israel para que deje de defenderse.

Esta táctica espantosa y la larga historia de duplicidad de Hamas están bien documentadas, pero como sucedió esta semana, muchos todavía prefieren ser engañados por esa propaganda. Algunos continúan negándose a creer en pruebas indiscutibles, como las proporcionadas por Israel el miércoles.

Para los partidarios de “culpar a Israel primero”, no basta con las grabaciones de dos terroristas de Hamas hablando del cohete fallido de la Yihad Islámica, mientras se producía el incidente. Tampoco lo es la prueba visual de los hechos, incluidos los videos del lanzamiento fallido desde un cementerio cercano al hospital. Ni siquiera basta con la verificación de las pruebas por parte del Pentágono y de numerosos analistas independientes.

Hay un mensaje sencillo que debería enviarse a esta gente: los terroristas mienten. Y si continúan creyendo esas mentiras y difundiéndolas, estarán apoyando la campaña de Hamas para negar a Israel el mismo derecho de autodefensa que se le concede a cualquier otra nación bajo ataque terrorista.

Embajador de Israel
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