• 09/07/2012 02:00

Quiero un presidente ético

Después de la ruptura con la Democracia Cristiana, ocurrida en abril de 1991, el presidente, Guillermo Endara Galimany, nombra como dire...

Después de la ruptura con la Democracia Cristiana, ocurrida en abril de 1991, el presidente, Guillermo Endara Galimany, nombra como director de la Policía Nacional al abogado Gonzalo Menéndez Franco. Reemplazó en el cargo a un valioso ciudadano, me refiero al señor Ebrahim Asvat. En las filas de ese cuerpo armado había recelo. Y no era para menos, Menéndez Franco fue víctima de tortura, persecución, encarcelamiento y destierro del gobierno militar de Torrijos. Se iba a encontrar con algunos de los que aplaudieron y ejecutaron los castigos contra él.

Menéndez acudió a la cita histórica sin revanchismo y al poco tiempo llegó a querer, con furia, a esa institución que antaño fue parte de sus dolores de cabeza por ser líder defensor del doctor Arnulfo Arias y de los pilares de una real democracia. Cuando le tocó partir de la Policía Nacional, lo hizo con mucho pesar. Se alejaba de ese colegiado, luego que el presidente de la República, Guillermo Endara Galimany lo conminara a renunciar.

¿Por qué tuvo que abandonar la dirección de la Policía Nacional? En la capital de la provincia de Coclé, se llevó a cabo una reunión del Partido Arnulfista. El país atravesaba por episodios políticos difíciles. Se hablaba de intentos terroristas, para acabar con la vida del presidente Endara. Los ayer aliados, los demócratas cristianos, se fueron a las filas de la oposición luego del rompimiento de lo que se denominó Alianza de Oposición Civilista, ADOC, y eso preocupaba a Méndez Franco. Se escuchó de nuevo el rumor de lo que pudo ser un acto criminal denominado, operación ‘hay que matar al gordito’.

Como jefe de Policía, Menéndez Franco cometió el error de asistir a la reunión política de Penonomé. Ésta se llevó a cabo un sábado; día en que él podía argumentar que estaba libre. También, en su defensa, hubiese señalado que, como garante de la seguridad del país, tenía el deber de cuidar la integridad del presidente Endara.

Vinieron las críticas de diversos sectores; los expertos escribieron sobre el tema y algunos consideraban que el director de la Policía no había faltado a la Ley, pero sí a la Ética. Cuando una persona decide formar parte de la Fuerza Pública, debe renunciar a toda inclinación política. La Constitución lo resume así: ‘Los servicios de policía no son deliberantes y sus miembros no podrán hacer manifestaciones o declaraciones políticas en forma individual o colectiva. Tampoco podrán intervenir en la política partidista, salvo la emisión del voto. El desacato a la presente norma será sancionado con la destitución inmediata del cargo, además de las sanciones que establezca la Ley’.

El presidente Endara, fiel a los principios democráticos me indicó, en aquella ocasión, que legalmente Gonzalo Menéndez Franco podía estar en la convención política, siendo una de sus atribuciones velar por la seguridad de los asociados y de las autoridades gubernamentales. Sin embargo, a renglón seguido, me señaló que desde el punto de vista ético no era viable ni recomendable su presencia. ‘Le tengo que pedir la renuncia; hacer lo contrario sería enviarle un mal mensaje a la población; con el dolor del alma, lo haré; sé que él lo va a entender’, agregó mi gran amigo Endara.

Cuando Gonzalo Menéndez Franco se despidió de la oficialidad y de la tropa, varias lágrimas recorrieron sus mejillas. ¡Qué ironías tiene la vida! Eso fue lo que pensé en voz alta; el hombre que ayer insultaba y lanzaba improperios contra el cuerpo armado, se despedía con un dolor profundo. En vida me llegó a confiar que, en el poco tiempo que estuvo dirigiéndolo, llegó a entenderlo, a quererlo, apreciarlo.

Hoy, si Endara fuera el presidente de la República, es posible que muchos altos funcionarios no estarían en sus puestos; les habría pedido la renuncia por antiéticos y por ciertas acciones que he denominado como PAMA, con seguridad han metido la pata y pareciera que también la mano.

EXSECRETARIO DE PRENSA DE LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA.

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