• 10/07/2012 02:00

Crímenes contra la historia

A terrizaba en vuelo directo de París a Bamako. ¡Otra aburrida reunión tripartita!, elemento capital del monitoreo de ejecución de los p...

A terrizaba en vuelo directo de París a Bamako. ¡Otra aburrida reunión tripartita!, elemento capital del monitoreo de ejecución de los proyectos operacionales de la Unesco. En este caso, el Fondo de población de la ONU financista, y nosotros —Unesco—, ejecutores, frente al gobierno de Malí.

Era ya de noche. Me sorprendió ver una hilera de ‘guarichitas’, ilusión óptica reflejo de bombillos de bajo consumo, a lo largo de la vía del aeropuerto. Cuestión de iluminar ventorrillos hasta bien avanzada la noche (a falta de malls). ‘¿Estamos lejos de la ciudad?’, le he preguntado al chofer, que vino a recogerme. ‘La estamos atravesando, madame.’ Otros tiempos y otros paisajes urbanos.

Lejos, muy lejos de imaginar el cordón umbilical que une a aquel país y a su rica memoria cultural con las culturas que surgieron al borde del Guadalquivir entre los siglos XV y XVI y que fueran decretadas muertas en España al ser desterradas. Acamparon donde pudieron: Marruecos, principalmente, pero también a siete kilómetros del río Niger, al Norte de Malí en Tombuctú, para algunos, la última ciudad de Andalucía y en Panamá (¡Ay mundu!).

¿Qué relación tienen las casas de quincha de la provincia de Azuero con las construcciones que se destruyen deliberadamente hoy en Tombuctú, Patrimonio de la Humanidad? Sus manuscritos en árabe antiguo, copias y traducciones de los textos de la filosofía griega emigrados del Califato de Córdoba o el Andalus —y en una de esas he escrito Andalusia— que se conservan en este sito? ¡Cómo hubiéramos querido que los españoles hubiesen fortificado Algeciras para defenderlos! y que no salieran de España, Pero no, árabes primero, —copistas y traductores de Aristóteles— judíos, intérpretes y traductores, matemáticos y finalmente, jesuitas —que mal que bien intentaron recuperar algunas de las fuentes del pensamiento filosófico—. ¡Fuera! Como cucarachas tuvieron que salir. No se come ni se vive de la filosofía. ¿y para qué conservar una memoria histórica y filosófica que nos hace roncha, nos indigesta, no nos da plata? ¡Qué ilusos los fundadores de la Unesco! —otro Panamá entre ellos—.

Terminada la barbarie de la II Guerra Mundial se pensó en un organismo de cooperación para ‘levantar las murallas de Jerusalem’; traduzcamos ‘las barreras de la paz en el espíritu de los hombres’. Para que NUNCA MAS la barbarie se impusiera sobre la inteligencia de la Humanidad.

De Azuero a Tombuctú, existe una tradición arquitectónica vehiculada por los mismos españoles —andaluces. Acá son casitas de quincha. Allá son verdaderos monstruos de quincha (barro). El más famoso construido por Ishaq Es Saheli, arquitecto granadino en 1325. Comprenderán que no es nada difícil entrarles a golpe de picos y palas para derrumbarlos.

Triste labor que están llevando a cabo los grupos ‘islámicos’ rebeldes del Norte de Malí. Protestan ante la decisión del gobierno de Bamako que logró inscribir el sitio en la ‘Lista del Patrimonio de la Humanidad en Peligro’. Es una de las decisiones de esta reunión 36 del Comité del Patrimonio Mundial que se acaba de cerrar en San Petesburgo, Federación Rusa.

Varios cineastas, tanto andaluces como malianos, han recogido parte de esta historia en documentales y filmes. El Festival de Cine africano de cordoba.fcat@fcat.es se hizo eco de un trabajo de Ismael Diardé Haidara: Desde Toledo a Tombuctú y Lidia Peralta narra específicamente la historia de estos manuscritos en ‘La Caravana del Manuscrito Andalusi’- disponible en YouTube -

Díganme, ‘si no hay dolor más grande que el mío’. Es nuestra memoria histórica y filosófica la que se asesina allá; la que se deja caer a pedazos acá, o se desfigura intencionalmente por ‘el manejo mediocre y negligente’, arma de guerra allá, campaña mediática acá. ‘¡Vamos por fuera!’. Más que crímenes históricos, como la recién Declaración del Comité de la Unesco con fecha 3 de julio en San Petesburgo lo deja por escrito, son crímenes contra la Humanidad.

La Decisión 36COM 7B.107 del Comité por su parte pedirá, a nombre de la Comunidad Internacional, el cese inmediato de ‘actos de destrucción tan repugnantes’.

Toca, pues, a la sociedad civil asumir su responsabilidad de movimiento social articulador para detener la masacre. Definidos están los mecanismos de cooperación y de ayuda para proponer estrategias globales de conservación y rehabilitación. Y este 40 aniversario de la Convención pone a las comunidades, es decir, a la gente pensante como prioridad de la acción. ¿Qué estamos esperando?

EDILIA CAMARGO

FILÓSOFA Y ESCRITORA.

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