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- 29/08/2021 00:00
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El artista panameño Eduardo Navarro cenaba en una ocasión en el restaurante de su ahijado, el chef Alfonso de la Espriella y su esposa Erika Osorio, Casa Escondida, ubicado en calle 72 San Francisco, en una residencia que guarda todos los elementos arquitectónicos del barrio y que de a poco, se han ido perdiendo. De hecho, el nombre del establecimiento se debe a que, tras un hermoso jardín frontal, la casa aparece en un segundo plano: paredes blancas, tejas tradicionales, azulejos y grandes ventanales. Un acogedor y delicioso espacio para compartir una comida en familia o cocteles entre amigos.
“¿No quieren que les desaparezca la casa?” Les preguntó Navarro a los anfitriones del lugar. Inicialmente ellos no comprendían lo que el artista les proponía. La verdad, no había un mejor lugar para hacer una intervención de este tipo… “Te invitamos a encontrar Casa Escondida...”.
Y es que hace unos 15 años atrás Eduardo Navarro ya había desaparecido una estructura, en aquella ocasión, una caballeriza abandonada dentro del parque Summit. A través de una invitación de su entonces administrador, Adrián Benedetti, Navarro fue uno de los participantes en un festival de arte. Cubierta de espejos, la caballeriza se fundió con el bosque alrededor, ofreciendo a los visitantes algo en qué pensar…
Desde entonces, la idea de “desaparecer” una casa en plena ciudad daba vueltas en la cabeza del artista, mientras que en el restaurante pensaban en la forma cómo podría llevarse a cabo.
Una noche finalmente dieron con el contacto de un vidriero que podía encargarse del trabajo y Navarro dijo “Vamos a llamarlo ya”. El resto de las piezas fueron cayendo en su lugar de forma rápida. Con el apoyo de Hendricks, a través de sus distribuidores Felipe Motta, la intervención pudo llevarse a cabo.
A medida que el trabajo avanzaba y las paredes de Casa escondida se confundían en su jardín tropical, los clientes se entusiasmaban por saber qué ocurría y cómo resultaría todo al final. “La gente que venía miraban con sorpresa y se preguntaban ¿Qué está pasando?”, recuerda Erika.
“Presentamos aquí lo nuevo con lo viejo. Lo nuevo saca lo viejo a bailar hay un romance del cual nos deleitamos”, comenta Navarro el día de la inauguración de la obra. “Y hay un juego de lo que pudiera ser si no estuviera la casa…”, agrega.
Para el artista, este proyecto marca un hito urbano. “Al desaparecer una propiedad de esta manera se abre el foro a discusión sobre los valores urbanos de los espacios ocupados por las propiedades actuales y/o por alternativas”, pero “lo principal es que veo este sitio como un oasis de cristal como resguardo al caos Citadino que agobia a los transeúntes que logran captar su esencia y se aventuran a participar de su frondosa invitación”, destaca.
Navarro completa su obra con estos pensamientos:
“Estás como en una dimensión paralela, parada al lado de la casa , que parece ya no estar , despojándose de su identidad como tal y ofreciendo fragmentos de reflejos del barrio de San Francisco a cambio ... es como si el jardín te esperara también adentro del local.
Y cuando la magia nocturna enguye lentamente la Casa Escondida, el espíritu burlesco de su nuevo ropaje invita a bailar a su alma vieja causando un almanaque de emociones, algunas encontradas, otras no tanto, y un altiplano de sabores... entre copetines el mix se enaltece ... y todo está bien en Macondo.
Un greenhouse culinario”.
Días después hicimos unas preguntas al artista sobre sus motivaciones en esta obra:
—Con esta instalación la casa se esconde en su propio entorno. ¿Propiedades y espacios, ¿que debería prevalecer?
—Deben prevalecer los espacios siempre, como objetivo principal y razón de ser de las propiedades en general.
—¿Por qué la discusión sobre los espacios urbanos? ¿Alguna experiencia personal hace que te interese?
—Me interesa la alternativa de poder desaparecer propiedades y convertirlas en cosas interesantes, divertidas y funcionales - así nos liberamos de las cadenas de la mediocridad.
—¿Es la propia percepción un espejismo?
—La percepción es un espejismo subjetivo, el cual aunado al subconsciente activo y conectado al sub [consciente] colectivo puede lograr maravillas a otra dimensión.
Erika Osorio, propietaria y administradora del restaurante no esconde su entusiasmo sobre el efecto que la obra ha tenido en la clientela de Casa Escondida. “Estamos muy contentos con el resultado y con la reacción de nuestros clientes y amantes del arte, sinceramente esta instalación es una rareza”, dice.
Aunque no hay establecida una fecha de cierre de esta instalación,“ ”pensamos dejarla por lo menos durante todo el mes de septiembre si el clima nos lo permite”, informa Osorio.
El proceso de instalación y resultado final de esta obra están plasmados en un pequeño documental disponible en la cuenta de instagram @restaurantecasaescondida. En él Navarro se explaya sobre sus intenciones y los anfitriones de Casa Escondida, Alfonso De la Espriella y Erika Osorio invitan al público en general a atreverse a encontrar la casa escondida, sin el compromiso de consumo en el lugar. “Pueden entrar, dar una vuelta, tomarse fotos y participar de esta experiencia. El lema del restaurante siempre ha sido 'mi casa es su casa', así que están más que cordialmente invitados.