• 23/03/2019 01:00

Debates electorales: el electorado no atiende argumentos

Hace cinco años, en la contienda presidencial de 2014, hubo un interesantísimo debate entre los candidatos

Hace cinco años, en la contienda presidencial de 2014, hubo un interesantísimo debate entre los candidatos efectuado en la Cámara de Comercio de Panamá, televisado a nivel nacional. Aquí, si hubo un candidato que desnudó las debilidades de los argumentos adversarios y propuso líneas de solución de problemas más razonables y requeridos por la sociedad panameña fue el colega Juan Jované.

Esto fue así, no porque yo lo diga, sino por la medición de las percepciones que se hizo con respecto de las intervenciones por encargo de las televisoras. No obstante, quien fue percibido conteniendo las mejores propuestas de Gobierno no obtuvo la preferencia para dirigir el Gobierno en ese período que vemos a punto de culminar dentro de poco.

En el debate, recién efectuado la semana pasada en el poblado de Volcán, en Tierras Altas, si bien no conozco de medición alguna que se haya realizado para identificar a quién reconoce el electorado como mejor argumentador de propuestas, entre los organizadores —miembros todos del sector agropecuario objeto del debate— se pudo conocer la preferencia de estos hacia el candidato Laurentino Cortizo —de acuerdo a publicaciones posteriores—, no siendo precisamente él quien supo presentar las mejores propuestas.

Propuestas interesantes y con sentido, fueron hechas por Ana Matilde y Saúl Méndez (aunque les parezca insólito a sus detractores). Respuestas de cruda realidad, de parte de Ameglio, pero aludiendo a sus pares que son grandes empresarios agrarios..., pero de parte de Nito, solo abundantes medidas tecnocráticas sobre el agro panameño.

Con excepción del señor Saúl Méndez y Ana Matilde, huelga decirlo, los demás candidatos no hicieron referencia concreta a los pequeños productores y campesinos de este país, que, como mencionó la exprocuradora, representan el 80 % de la población agraria del país. Solo cuando ambos se refirieron a este segmento mayoritario, Lombana y algunos otros quisieron tapar ese vacío de sus plataformas, pero sin mayor relevancia. Este candidato perdió más tiempo descalificando a los otros participantes del debate que proponiendo políticas, estrategias o medidas dirigidas a resolver la deprimente cuestión agraria.

En realidad, tanto Nito, como Ameglio, representan a los grandes productores agropecuarios —y medianos que se creen grandes—, esos que no objetan contundentemente los TLC, porque tienen la esperanza de que los Gobiernos los apoyen a exportar sus productos, pero no les interesa consolidar el quebrantado mercado interno ni la seguridad alimentaria de los panameños.

Por ende, tales estratos altos de productores no comulgan con lo dicho por Saúl o Ana Matilde y hasta cierto punto ni con Blandón, porque estos plantearon medidas que tienen que ver con inclusión en general y que repercuten en distintos estratos del agro —el tema institucional y de las constituyentes— y no únicamente en los grandes agronegocios.

Aquí, los argumentos más sensatos para superar la ‘quiebra del agro' no son precisamente los que llevan a este grupo de presión y poder agrario a favorecer a los que los expusieron. Sino que su respaldo va hacia aquellos que llevan a mantener vigentes sus intereses grupales y a hacer realidad la quimera de ser prominentes exportadores o en su defecto, proveedores de la demanda que el Estado les prodigue a ellos y no a los pequeños productores y campesinos de pequeña escala. Ese 80 % al que se refirió Ana Matilde.

A estos últimos, los grandes productores quieren como fuente de mano de obra cualificada, pero barata. Que hayan medidas de retención en el campo de los jóvenes, pero no para que salgan del círculo de la pobreza, sino para que les sirvan de peones y asalariados.

Algo que no mencionó Saúl Méndez es lo referente a que esos grandes productores son, en muchos casos, los intermediarios entre los campesinos —y pequeños agricultores comerciales— y los consumidores finales. Ellos, que sí saben de quién se hablaba cuando este candidato mencionó la regulación de la intermediación, encuentran razones para rechazar a este señor y a los que aludieron al tema de los intermediarios.

En buena medida, pues, el electorado no toma partido por quienes emiten argumentos que tiendan a superar la problemática del agro, más bien lo toman por aquellos que satisfacen sus intereses de grupo. Lamentablemente, la mayoría de los pequeños productores y los campesinos en general, adolecen de falta de organización y cohesión frente a sus propios intereses y se dejan arrastrar por las preferencias de los grandes productores.

SOCIÓLOGO Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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