• 17/07/2020 00:00

COVID-19, diálogo social y universidades

La inesperada situación que viven Panamá y el mundo, a partir de marzo de 2020, causada por el efecto devastador del nuevo coronavirus, conocido mejor como la COVID-19, ha generado una crisis estructural en la vida de las personas y la sociedad.

La inesperada situación que viven Panamá y el mundo, a partir de marzo de 2020, causada por el efecto devastador del nuevo coronavirus, conocido mejor como la COVID-19, ha generado una crisis estructural en la vida de las personas y la sociedad. Los Gobiernos se han visto en la necesidad de adoptar protocolos sanitarios, cuarentenas y medidas de distanciamiento físico, para detener la propagación de este imprevisible virus, que muchas vidas humanas ha cobrado y que ha producido resquebrajamientos en la salud y estilos de vida, con mayor impacto en quienes alcanzan una edad mayor de 60 años.

Esta situación imprevisible desestabilizó los cimientos de la economía, la educación, la cultura y la sociedad en su conjunto. La gobernabilidad de muchos países se vio amenazada y, algunas veces, trastocada. Obligó al cierre de escuelas, colegios y universidades; empresas, suspensión de contratos de los trabajadores, reducción de las jornadas laborales, disminución de los ingresos de los trabajadores formalizados, informales y cuenta propia. Todo ello ha creado un efecto negativo en las recaudaciones de los Estados, que, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en América Latina y el Caribe puede alcanzar hasta un 50 % del PIB.

Una de las estrategias del Gobierno panameño, mediante el Ministerio de Trabajo y Desarrollo Laboral (Mitradel), consistió en convocar, durante dos meses, a partir del primero de mayo, una mesa de diálogo social, para enfrentar las repercusiones negativas en los hogares y las personas. Fue así como surgió la Mesa Tripartita de Diálogo por la Economía y el Desarrollo Laboral, creada por la Resolución 150 de 27 de abril de 2020, conformada por representantes de ocho organizaciones del sector empresarial, ocho confederaciones o centrales de los trabajadores organizados y tres representantes del Gobierno.

Esta Mesa constituyó un espacio de intercambio de información, discusión y negociación de propuestas y medidas que contribuyeran a recuperar la economía, mediante la reactivación sostenible de las empresas, el empleo y las relaciones laborales. Según la OIT, es única en la región de América Latina y el Caribe.

Este diálogo permitió sentar a los tres actores principales de este escenario económico y social, en la construcción de respuestas y salidas a esta crisis, con la moderación de personas externas, que mediaron y facilitaron ese proceso democrático de concertación. Las reglas del juego permitieron acordar por consenso, la creación de ejes de interés, así como tres comisiones temáticas, relacionadas con el propósito y alcances de esta Mesa, a saber: Asuntos Sociolaborales, Asuntos Económicos y Jurídicos y de Asuntos sobre el Retorno Gradual Laboral y Sanitario. Del trabajo intenso, sostenido y creativo de los representantes de las comisiones, resultaron un total de 28 acuerdos con medidas específicas para afrontar esta pandemia desde la economía y el desarrollo laboral.

Como toda mesa intersectorial, hubo momentos muy críticos en virtud de la heterogeneidad de visiones y orígenes de los actores, que se reflejaba en los intereses y posiciones de los sectores en relación con los temas que se abordaban. Algunas veces parecían iniciativas encontradas. Sin embargo, durante las dos últimas semanas de este diálogo, el proceso se tornó más fluido, con mayor acercamiento de las partes dentro de un clima más propositivo.

Según la OIT, la participación activa de trabajadores, empleadores y Gobierno es decisiva para lograr términos equitativos de empleo, condiciones de trabajo decente, seguridad y salud en el trabajo y desarrollo para beneficio de toda la población. El diálogo constituye la mejor vía para intercambiar información y consultar sobre los intereses comunes en materia de decisiones y de política económica y social.

Siempre se apeló a la buena fe negocial, la voluntad política y el compromiso de los sectores participantes y sus capacidades de encontrar respuestas a la crisis económica, laboral y social de Panamá. El diálogo social se presentó e impulsó como una vía, probablemente como la mejor, para alcanzar a recuperar y elevar los niveles de prosperidad, equidad y justicia social en el país.

A la Universidad Especializada de las Américas (Udelas), con el apoyo de la Universidad de Panamá, se le ofreció la oportunidad de servir como moderadoras y soporte técnico a todo lo largo del trabajo de la Mesa Tripartita y de las comisiones temáticas que de ella se derivaron. La coordinación, el apoyo técnico a las reuniones plenarias y de las comisiones mediante la virtualidad, el manejo y archivos de los documentos que se producían en los sectores, entre ellos y la moderación; la facilitación de las reuniones, así como el apoyo con la plataforma y las herramientas tecnológicas, fueron aportes de la Udelas.

Por ello, deseo destacar el extraordinario trabajo realizado por el equipo técnico de la Udelas, la Universidad de Panamá, los ministerios de Salud (Minsa), Comercio e Industrias (MICI), Economía y Finanzas (MEF), la Caja del Seguro Social (CSS) y la OIT, que aportaron información, colaboraron en la contextualización de las propuestas y guiaron con las normas, los acuerdos en las comisiones temáticas. También se reconoce el esfuerzo e interés de quienes sirvieron como asesores y observadores de este diálogo, como organismos empresariales, la Fundación del Trabajo y la Universidad Santa María la Antigua (USMA), así como representantes de otras organizaciones con intereses comunes.

Muchos son los resultados y lecciones aprendidas de esta Mesa Tripartita. Uno de ellos, obviamente, son los acuerdos que bien implementados, contribuirán a restaurar el empleo, la actividad de las empresas y los niveles de bienestar sanitario, económico y social de muchas familias panameñas. Otra lección, fue conocer y registrar los desacuerdos y los disensos, como un capital social de gran utilidad para continuar los diálogos y las consultas sobre estos temas. Igualmente, el logro más importante, desde mi perspectiva, es haber realizado este diálogo social, por la economía, por el empleo digno y por la paz social de este país, en tiempos de COVID-19 y de emergencia nacional.

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