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- 06/11/2022 00:00
Continúa la saga con los colorantes alimentarios
Hace unos años se publicó un informe sobre los efectos de los colorantes alimentarios en el comportamiento de los niños (https://oehha.ca.gov/risk-assessment/press-release/report-links-synthetic-food-dyes-hyperactivity-and-other). Este informe obliga a que hablemos sobre estos aditivos sintéticos. Para empezar, tienen un solo propósito: vender comida ultraprocesada (basura). Las investigaciones muestran que se percibe que dulces y bebidas de colores brillantes tienen mejor sabor que las alternativas sin colores. La industria alimentaria necesita colorantes sintéticos, pero los seres vivos no, especialmente si son dañinos.
El informe de 311 páginas de la Oficina de Evaluación de Peligros para la Salud Ambiental (Oehha) de la Agencia de Protección Ambiental de California, es un metaanálisis de estudios en animales y 27 ensayos clínicos en humanos que tratan los efectos neuroconductuales de siete colorantes alimentarios sintéticos en niños. Su conclusión: los colorantes alimentarios sintéticos pueden afectar el comportamiento neurológico de los niños.
La idea de que los colorantes sintéticos se asocian con resultados neuroconductuales adversos en los niños, no es una información nueva. A mediados de la década de 1970, el médico Ben Feingold asoció los colorantes con la hiperactividad en los niños y desarrolló la Dieta Feingold para mejorar el comportamiento de los niños. Gran parte de la evidencia de la “hipótesis de Feingold” se basaba en informes anecdóticos de los padres. Los intentos de los científicos de estudiar los efectos de los colorantes alimentarios arrojaron resultados mixtos. Por ejemplo, considere dos estudios publicados por la revista Science en 1980:
-. Los investigadores administraron golosinas que contenían una mezcla de aditivos alimentarios a 40 niños, 20 diagnosticados como hiperactivos y 20 no. Los niños diagnosticados con hiperactividad reaccionaron significativamente a los alimentarios sintéticos, pero los otros niños no (Science 1980; 207: 1485-87).
-. Los investigadores administraron dos bebidas que tenían el mismo aspecto y sabor: una contenía siete colores de alimentos y la otra no. El estudio se diseñó cuidadosamente de modo que niños, padres y observadores no sabían lo que bebían los niños. El resultado: veinte de los 22 niños no mostraron ninguna reacción a los colorantes, aunque un niño reaccionó a los colorantes de manera crítica (Science 1980; 207: 1487-89).
¿Cuál es la interpretación de estos hallazgos? Sencillo, que algunos niños pueden reaccionar a los colorantes alimentarios. Y, por supuesto, esto le dio a la FDA una excusa para no hacer nada. Pero entonces, en 2007, un estudio en Inglaterra, que asociaba colorantes alimentarios con hiperactividad, revivió el problema. En 2008, el Centro para la Ciencia en el Interés Público (CSPI) solicitó a la FDA una lista de los colorantes alimentarios asociados con problemas de conducta en los niños, en 2009, CSPI publicó Diet, ADHD & Behavior: A Quarter-Century Review (https://www.cspinet.org/resource/diet-adhd-behavior), en 2010 publicó Food Dyes: A Rainbow of Risks (https://www.foodpolitics.com/wp-content/uploads/food-dyes-rainbow_CSPI_10.pdf), en 2016 publicó Seeing Red: Time for Action on Food Colorants (https://cspinet.org/resource/seeing-red-time-action-food-dyes). Y no fue sino hasta 2017 que la FDA respondió y publicó la lista de aditivos aprobados para colorear alimentos (https://www.fda.gov/node/360374/#InFood).
Entonces, ¿qué tan seguros son los colorantes? Según el FDA, los colorantes sintéticos son muy seguros, cuando se usan correctamente, y que es capaz de decidir con “una certeza razonable de que no hay daño” en las condiciones de uso propuestas por el fabricante del colorante. Es decir, según el FDA, los colorantes sintéticos son seguros cuando se usan de acuerdo con las regulaciones que especifican los tipos de alimentos en los que se pueden utilizar, cualquier cantidad máxima permitida para ser utilizada, y cómo se debe identificar el aditivo de color en la etiqueta de los alimentos.
Y sobre si los colorantes afectan el comportamiento de los niños, la FDA señala que ha revisado y seguirá examinando los efectos de los colorantes en el comportamiento de los niños. Y que hasta ahora, la totalidad de la evidencia científica indica que la mayoría de los niños no tienen efectos adversos cuando consumen alimentos que contienen colorantes, pero que ciertos niños pueden ser sensibles a ellos. Además, recomiendan que los padres que deseen limitar la cantidad de colorantes en la dieta de sus hijos pueden verificar la lista de ingredientes alimentarios en las etiquetas y también deben discutir cualquier inquietud con su médico de familia (https://www.fda.gov/food/food-additives-petitions/color-additives-questions-and-answers-consumers).
Buena suerte con esto. Sin duda, la FDA y las demás autoridades sanitarias de los países pueden y deben hacer más que eso. Mientras tanto, nuestra conclusión es que los colorantes alimentarios no tienen beneficios para la salud y que los niños no necesitan comer alimentos ultraprocesados. La CSPI elaboró un informe extenso y completo sobre el último informe de Oehha (https://oehha.ca.gov/media/dockets/11132/11329-center_for_science_in_the_public_interest/oehha_request_for_information_final.pdf) que asevera que dada la carga de evidencias, es hora de que la FDA y demás agencias de salud tomen alguna medida.