• 11/03/2015 01:01

Lecciones de un juicio

El ulular de la sirena y las luces intermitentes de una ambulancia sorprenden a los automovilistas y transeúntes

El ulular de la sirena y las luces intermitentes de una ambulancia sorprenden a los automovilistas y transeúntes. Se estaciona; salen de ella dos chicos y se retiran. Ella sigue su ruidoso recorrido como si nada, pues no atiende ninguna emergencia.

Un Metrobús llega antes de una caseta de parada y se detiene porque otro vehículo ocupa el lugar. Cuando éste avanza y el público espera que su unidad se adelante para adentrarse, su conductor no espera, cierra, arranca y se aleja pues los usuarios no caminaron hasta donde estaba detenido. Un destartalado autobús urbano se acerca al lugar y su asistente o ‘pavo’ salta a la acera y grita para animar a los interesados; ‘¡Mañanitas… vacío… nos vamos… un peso!’ Algunos que se interesan, avanzan y se introducen en aquel ensombrecido transporte, cuya música ensordece a quienes piensan llegar a su destino.

Tres diferentes y aisladas escenas de una tarde especial. Quizás en otra ocasión estas anecdóticas experiencias de la vida cotidiana panameña hubieran pasado sin mayores consecuencias, pero en esa fecha fue diferente. Ese día, la población había seguido ininterrumpidamente el juicio inédito del expresidente de la Corte Suprema de Justicia, a quien se le acusó por cuatro delitos y recibió condena por aceptar la comisión de dos.

Las incidencias del proceso dejaron un sabor amargo en la audiencia, pese a la satisfacción de haberse aplicado la justicia de manera formal. Sin embargo, crea desasosiego generalizado la sensación que posibilitó conocer cómo el sistema toleró acciones que se convierten en tales prácticas. Éstas dejan huérfanas las medidas para contener ciertas conductas delictivas en esferas de importancia política, civil y hasta de impacto social.

En este contexto hubo situaciones secundarias que surgieron y sobre las que debe hacerse una profunda reflexión. La parte acusada esgrimió un certificado médico, que se comprobó no se expidió de acuerdo con el protocolo requerido y que el abogado había gestionado de manera inadecuada. En este aspecto, que llegó a convertirse en determinante para la causa seguida, se demostró vicios en dos esferas profesionales.

¿Será esto generalizado? ¿Qué sucede en la realidad panameña? ¿De qué sirve tanto crecimiento, progreso, políticas deslumbrantes, construidas sobre una plataforma ética tan herrumbrosa, mohosa, porosa y que cada día gana más adeptos y pone en riesgo la futura consistencia moral de la sociedad? Hace cinco años se colocó en manos de un grupo generacional (desde el punto de vista político) el destino nacional. Ahora vemos solo por encima los resultados aparatosos.

Cualquiera diría con mucha razón. ‘Ah, es que se han apartado de los principios que caracterizan a una sociedad decente; esos no son los valores propios que nos tipifican’. Los profesores universitarios de lógica enseñaban que era difícil encontrar juicios que pudieran ser tan universales. Ese razonamiento es válido hasta que se agrega como factor, que los grupos humanos están en una constante evolución y cambio.

Quiere decir que es necesario pensar en modificar las reglas para hacerlas cónsonas con una nueva perspectiva. Criterios que definan conductas sociales, políticas, económicas y culturales, no sobre un pedestal basado en el pasado, sino que tome en cuenta hacia dónde deseamos encaminarnos.

El proceso del ex magistrado Moncada y los que siguen en la lista, deben cerrar un capítulo que quizás se abrió hacia mediados del siglo XX. Este abogado inició su vida como funcionario público en tiempos de una rancia tradición.

Hacer política más participativa; formular las bases de una economía menos asimétrica; crear condiciones para el desarrollo del proceso constituyente que esboce esas perspectivas requeridas, son algunos ejercicios hacia donde debemos dirigir la atención. Todo lo demás es circo y mojiganga; pérdida de tiempo y nos aleja del destino verdadero si queremos llegar a algún lugar.

PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO

Lo Nuevo
comments powered by Disqus