• 31/08/2025 00:00

La realidad de la comida en los aviones

Si usted volaba en Panam Airlines durante la década de 1960, seguramente disfrutaba de una cena y una bebida del menú de su clase turista llamada “Clipper”. La comida iniciaba con un consomé de ternera y continuaba con pechuga de pollo salteada en vino. Y terminaba con una tartaleta de frutas de postre.

Hoy en día, si viaja en clase turista, deberá reservar un vuelo internacional de larga distancia o tal vez si viaja en Copa Airlines para recibir una comida gratis. En vuelos más cortos, prepárese a elegir entre galletas o pretzels complementarios.

La comida de los aviones está muy lejos de los días de gloria de las comidas a bordo, cuando se servían sobre manteles blancos y las azafatas hacían huevos revueltos en pleno vuelo. La desaparición de comidas se ha sumado a una larga lista de problemas, inconvenientes y recortes que sufren los viajeros hoy en día.

Pero la reducción de costos de la industria no es la única razón por la que su prestigio desapareció. Sorprendentemente, todo es producto de grandes cambios en la regulación gubernamental, el diseño de los aviones, las películas a bordo, las exenciones fiscales de la industria, además de mayores preocupaciones sobre la salud y la seguridad.

Los protocolos y regulaciones de seguridad de las aerolíneas desde el 11 de septiembre han cambiado los tipos de cuchillos de cocina con los que pueden trabajar las tripulaciones en el aire. Las cocinas de los aviones son más pequeñas para permitir más asientos para pasajeros en un avión. Y las aerolíneas no sirven algunos alimentos, como maní, para proteger a las personas con alergias. Las comidas suelen ser más pequeñas, más insípidas o inexistentes.

Hubo un tiempo en que el servicio de comidas era motivo de orgullo. La calidad es ahora tan mala que uno se pregunta si los ejecutivos de las aerolíneas realmente tienen papilas gustativas. La industria lleva tiempo buscando formas de reducir los costos de producción de alimentos y los tiempos de preparación de las comidas. Robert Crandall, director de American Airlines en los años 80, se jactaba de que eliminar sólo una aceituna de cada ensalada le ahorraba a la aerolínea $40 mil al año.

Desde entonces, el costo y la velocidad se volvieron más importantes para las aerolíneas que el sabor de la comida. Empresas aéreas como Singapore Airlines o Turkish Airlines pueden tener asociaciones con chefs famosos con estrellas Michelin, pero la mayoría de las empresas encomiendan su comida a servicios de catering que pueden prepararla con horas de anticipación.

El tema es que los viajeros están dispuestos a cambiar alimentos por tarifas bajas. El boleto te da el asiento y cualquier otra cosa más allá, debes pagarlo. Cobrar a los pasajeros por la comida a bordo (incluso unos pocos dólares por un sándwich, una galleta o un plato de queso) también es una forma que tienen las aerolíneas de ahorrar en impuestos. Las tarifas aéreas están sujetas a un impuesto especial entre 7 y 10%, pero ese impuesto no se aplica a las tarifas de equipaje ni a la comida a bordo, los cuales se están volviendo más caros.

El servicio de comida en los aviones existe desde hace casi un siglo, cuando en la década de 1920 las azafatas repartían chicles a los pasajeros para aliviar la presión en los oídos. Los primeros aviones rebotaban tanto en vuelo que las comidas se servían en platos de papel. Durante décadas, las tarifas y las rutas aéreas estuvieron reguladas, por lo que las aerolíneas intentaron diferenciarse con el servicio, la comida y el tipo de lujo que normalmente se ofrecía a los pasajeros.

Cuando la industria aérea se desreguló en 1978, la ley exigía que cada pasajero recibiera un plato principal, dos verduras, una ensalada, un postre y una bebida como parte del precio del boleto. A medida que la desregulación se consolidó, las aerolíneas redujeron los precios de los boletos y para compensar la pérdida de ingresos, también recortaron sus opciones de alimentos y otros servicios.

Los ataques del 11 de septiembre provocaron una profunda reducción en la demanda de la industria, aceleraron la disminución de las comidas gratuitas en las aerolíneas y recortaron drásticamente el servicio de comidas a bordo. United, American Airlines, Delta y otras anunciaron fuertes reducciones en el servicio de comidas a bordo unos días después de los ataques, y pocos expertos de la industria ven que regresen a clase turista en un futuro cercano.

Si alguna vez quieres comer como se hacía en la clase Clipper, debes viajar en “business” o primera clase. Allí podrás elegir a la hora del almuerzo un plato mediterráneo, pechuga de pollo con salsa mojo, arroz poblano con frijoles negros y plátanos o pasta penne con ragú y ricotta de origen vegetal. Al final es como dice el dicho: ¡si quiere celeste, que te cueste!

*El autor es empresario
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