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Una nueva responsabilidad a escala internacional ha asumido Panamá con su designación como presidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU). Esta nueva tarea ocurre en momentos cuando se avivan diferentes conatos de conflictos regionales y aún no existen señales visibles de solución de la invasión de Rusia a Ucrania, de la inmisericorde matanza en Gaza, que amplía las diferencias entre Israel y los palestinos, y también la situación en Sudán.
La misión del Consejo de Seguridad de la ONU es el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales. Esto incluye, según el organismo “investigar controversias o situaciones que puedan generar tensiones internacionales, recomendar métodos de arreglo pacífico, y si es necesario, adoptar medidas coercitivas para mantener o restablecer la paz”. Ejercer su presidencia implica coordinar y lograr consensos para el cumplimiento de estos objetivos.
El Consejo de Seguridad es el principal instrumento de las Naciones Unidas que se ocupa de alcanzar un nivel de estabilidad pacífica entre las naciones, basado en la aplicación de las medidas necesarias hacia estos logros. Según Our World in Data y Amnistía Internacional, en la actualidad existen unos 150 conflictos armados en todo el mundo “con un aumento en el número de muertes relacionadas con combates en comparación con décadas anteriores”.
La humanidad vive una etapa crucial en su desenvolvimiento, muy a pesar de los grandes adelantos de la tecnología y la superación dolorosa de una pandemia de alcances globales. En este contexto, en la actualidad existe un desplazamiento masivo de unos cien millones de personas por causas relacionadas con conflictos, violencia y persecución. 43 millones de individuos están refugiados en países vecinos y otras regiones, según datos recabados.
Estos indicadores precisan de una ardua labor para que el Consejo de Seguridad alcance a reducir tales grados de sufrimiento y pérdida de vidas, infraestructuras y presupuestos que son desviados hacia el incremento de la guerra y no son puestos al servicio del desarrollo. Se sabe que 305 millones de necesitados requerirán apoyo y asistencia para superar la pobreza e inseguridad ocasionadas por la pluralidad de circunstancias graves y beligerantes.
El embajador ante las Naciones Unidas, Eloy Alfaro, al asumir Panamá la presidencia del Consejo de Seguridad, expuso que: “Hay conflictos por razones de restricciones al libre tránsito, al derecho de navegación, restricciones en distintas partes del mundo que involucran a determinados países que entran en conflicto con relación a ese tema, como el estrecho de Ormuz, o el mar Rojo”.
De acuerdo con el Security Council Report, durante el mes que Panamá ocupe la presidencia del Consejo, se ha incluido en la agenda la discusión de temas como el debate abierto anual sobre la violencia sexual en zonas de conflicto, en el que participará una representante especial del secretario general sobre Violencia Sexual en Conflictos.
Además, se producirá una sesión informativa sobre el reporte estratégico bianual de la Secretaría General de ONU respecto a la amenaza del Estado Islámico en Irak y el Levante (ISIL/Da’esh) a la paz y seguridad internacional. El programa incluye: una reunión sobre los avances en materia humanitaria y política en Siria, los acontecimientos en Yemen, así como la reunión mensual para discutir “[l]a situación en el Medio Oriente, incluyendo la interrogante palestina”.
De acuerdo con el embajador Alfaro, se aprovechará la oportunidad para el desarrollo de una reunión de alto nivel sobre seguridad marítima, presidida por el mandatario de la República de Panamá, José Raúl Mulino. Según el diplomático, el encuentro se denominará Seguridad Marítima: prevención, innovación y cooperación internacional para atender desafíos emergentes.
Panamá ha determinado una prioridad hacia el tema de la seguridad marítima y sus vínculos con estos referentes a escala internacional. Sin embargo, sería una buena oportunidad para dejar constancia de la posición panameña sobre aquellos conflictos que siguen latentes y aprovechar el prestigio nacional para proponer en el ámbito internacional algunos problemas de injerencia y seguridad que aquejan el país y que pudieran dar al traste con la situación mundial actual.