¿Y el responsable?

No pasa un día sin que veamos a moradores de distintas barriadas del país expresando públicamente su malestar por la falta de agua potable. Si bien trancar una calle no es la forma más adecuada de protestar, entendemos que los niveles de tolerancia han rebasado cualquier paciencia permitida, ya que ese líquido es vital para la supervivencia, y comprar el agua embotella dispara el valor de la canasta básica. Resulta inverosímil que Panamá, que se jacta de tener un crecimiento económico envidiable, no tenga la capacidad de llevar a todos sus hogares agua potable de manera permanente. Por otra parte, estas protestas no se acallan con medidas represivas, sino con soluciones seguras y definitivas. Razón tiene la población ante la ausencia de agentes del orden para evitar homicidios, robos y violaciones, en tanto se presentan de inmediato para sofocar los reclamos. Así no avanzamos.