• 24/12/2019 00:00

Varela, Noriega y la ira contenida

El caso de Sultán no es ni será aislado. Seguro estoy que habrá muchos panameños con ganas de gritarle corrupto a Varela como a algunos de los que lo acompañaron en su gobierno...

Los últimos meses de la dictadura militar fueron muy difíciles y desagradables para la mayoría de los panameños. Pero también para quienes apoyaban a los gobernantes de ese momento.

No había restaurante que llegaran con amigos o familiares que, al percatarse la gente de su presencia, les hacían un escándalo tintineando sus vasos con tenedores o les decían en coro “el que no brinca es sapo” o les pedían que se fueran.

Era la manera de la gente de sacarse el clavo por lo que hacían los dobberman, los batallones de la dignidad y por los abusos de poder. Era la ira contenida de todo un pueblo por la dictadura que vivíamos, la cual se desbordada cada vez que topaba con alguno de los que apoyaban al régimen.

El incidente del empresario venezolano-español Carlos Sultán refleja esa ira contenida frente a lo que el expresidente Juan Carlos Varela hizo a los panameños durante su mandato y que ha sido descrito y confirmado con pelos y señales en las transcripciones de su teléfono móvil en sus mensajes de WhatsApp, públicos porque quien los enviaba era un funcionario del Estado.

¿Quién es Carlos Sultán? Empresario que tuvo que salir de Venezuela luego de la persecución de que fue objeto y decidió invertir y desarrollar proyectos en Panamá. ¿Dónde? Cerca del aeropuerto de Tocumen planeó una gran obra logística para traer al país a empresas de la talla mundial de Amazon y Alibaba. Buscó tierras, cientos de hectáreas, y las encontró. De propiedad del penonomeño Jorge Araúz Arango, el proyecto tomó forma. Invirtió más de 20 millones de dólares y 7 años de su tiempo y experticia de él y muchos otros para culminar lo que hacía. Sólo le faltó que le expidieran el correspondiente Estudio de Impacto Ambiental (EIA) para dar inicio a su ambicioso proyecto. A pesar que ese EIA estaba listo desde finales de 2016, MiAmbiente lo retrasó hasta el último día hábil del gobierno de Varela, el 28 de junio de 2019.

Pero ¿por qué ese retraso si todo estaba conforme a la ley? Simplemente porque Juan Carlos Varela dijo caprichosamente que mientras Sultán estuviera en el proyecto no le expedirían el EIA: por órdenes suyas y punto. ¿Qué hicieron entonces? Ese 28 de junio, el servil del ministro Sempris autorizó el EIA a nombre del proyecto de Sultán, Panamá Global City, pero a nombre de sociedad creada por Jorge Araúz y no de la sociedad solicitante, que era la de Sultán.

Se supone que querían que Sultán se quedará con las deudas de su proyecto, y Araúz lo tendría libre de polvo y paja. En buen panameño, para no decir la palabra: ¡qué bemoles¡

Por supuesto, que cuando el amigo Sultán se topó accidentalmente con Varela en un sitio público le reclamó. Era su ira contenida, la cual no es buena consejera, como tampoco lo es la soberbia y arrogancia de quien fue presidente de Panamá por cinco años. En los VarelaLeaks se comprobó la trama de Varela para que a Sultán no le otorgaran el EIA de su proyecto y se viera acorralado, por ese abuso de poder, a perder su inversión frente a los nuevos dueños del mismo, los Araúz, amigos de Varela.

No justificó la violencia ni el irrespeto a nadie. Pero ¿o no habrán sido abusados aquellos trabajadores que han perdido casos en la Corte Suprema de Justicia de manos del abogado que influyó con Varela para que le nombrarán a Cedalise como magistrado de la Corte? ¿No habrá sido abuso el que Varela, en contubernio con ministros de Estados, permitieran que Minera Panamá violará la ley, solo para privar de sus derechos a Richard Fifer?

En reciente prédica que escuché, el sacerdote nos hablaba de la humildad y la sencillez que deben tener los seres humanos y que, para el caso de los gobernantes, en muchos casos, se convierte en arrogancia y soberbia, tal como le ha pasado lastimosamente a Varela. Se puso tan impertinente y necio que hasta prohibió a sus ministros acudir al programa televisivo de Álvaro Alvarado.

El caso de Sultán no es ni será aislado. Seguro estoy que habrá muchos panameños con ganas de gritarle corrupto a Varela como a algunos de los que lo acompañaron en su gobierno. En el caso de Varela se aplica aquello de que “el que siembra vientos, cosecha tempestades”. Simplemente está cosechando lo que sembró.

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