Un buen estudiante, tranquilo y algo introvertido, que fue monaguillo y empleado en un supermercado antes de alcanzar la fama. Esos son algunos retazos...
- 04/03/2017 01:00
El Grillo
H ace cuatro meses que se nombró a la nueva Junta Directiva del PRD, el CEN. Se esperaba, a pesar de los caminos tenebrosos del clientelismo, que inmediatamente se diera un giro de 180 grados respecto de la identidad opositora del PRD.
Esa falta de identidad, de verdadera oposición, dio al traste con la propuesta electoral de 2014, en la que la población nos veía como llanta de repuesto del CD. Esos encuentros casuales en la oficina de Mello Alemán, que resultaron en largos y opíparos almuerzos, nos terminaron por enterrar porque no puede usted salir a la calle a reclamar el favor público del voto, con un saco de mentiras a cuestas.
Recientemente, se han hecho estudios de opinión en los que nuestro partido le saca sólo una leve ventaja al gobierno y el pueblo observa con más identidad de oposición al partido Cambio Democrático a pesar de todos los escándalos, los casos de corrupción y su participación en el latrocinio más grande que conoce nuestra historia.
Las reformas electorales que se vienen cocinando en la Asamblea Nacional, no obstante, no suponen un cambio profundo que enfrente los grandes vicios que han puesto en el precipicio a la democracia panameña y a todas las instituciones nacionales.
Se pretende con ellas alargar la agonía y fortalecer los entuertos que le sigan dando oxígeno al clientelismo y que agrava la crisis y deslegitima al poder público.
Habiendo tanto que enfrentar, con palabras sustentadas por hechos, el PRD, no obstante, no logra diferenciarse con claridad de los que expresan en estado etílico ‘bájala que yo pagué esta vaina'.
Similar frase la acuñó hace algún tiempo un diputado que nos ha mandado a llorar al cementerio, cuando dijo que ‘El que no da, no va', en una comprometida defensa del clientelismo más rancio e indigno.
En estos días, un diputado, prestante figura del partido, atendió con halagos y honores al Embajador, convertido en procónsul, el mismo que ha subvertido nuestro orden jurídico nacional, y da ordenes legales, manda a poner presas a personas, cierra empresas, bancos y hasta periódicos sin mostrar prueba alguna, en un acto que cohonesta dicha conducta y que nos convierte en solidarios con el agravio a nuestra propia república.
Queda poco tiempo para zafarse de las enaguas de la confusión y de un gobierno que, si no tiene el mismo nivel de compromiso con la corrupción general que el anterior, no puede desligarse de ella y su nivel de ejecutoria, tiene al país en un estado de parálisis y angustia que no se puede ocultar.
¡Así de sencilla es la cosa!
ABOGADO